Las flores han irrumpido a mi paso con exuberancia derrochando aromas tornasolados. Yo las miro sin pararme. Lilas, rojas, amarillas, verdes, lilas, rojas otra vez, es una explosión de colores. El aire es más denso y se respira mejor. Las flores, en reverente silencio y sensual movimiento, exhalan colores perfumados. Yo sigo mi camino y las veo cabecear levemente al compás del acariciante viento. Ellas no dicen nada. Parecen envueltas en una misteriosa danza. Yo las miro y las dejo hacer.
Una mariposa se ha cruzado en mi camino. Es amarilla y naranja, verde y añil. Vuela y vuela y se ha posado sobre una roja amapola. Me paro y la observo. Está lamiendo la encarnada corola de la flor. Sus alas, grandes y vistosas, parecen reflejar el amarillo del sol. Las mariposas no saben morder. Lamen con sigilo las entrañas de las flores y a continuación extienden sus alas y levantan el vuelo. ¡Qué libres deben de ser las mariposas!
Yo continúo mi marcha bajo un sol rutilante y un viento tenue. Volanderos insectos revolotean entre las flores. Yo los obvio y los miro de soslayo. Y mientras camino dejo la puerta de mi mente abierta de par en par. La fragancia del blanco azahar penetra en mis pensamientos. El monocorde trino de un pájaro agazapado entre el ramaje de un cercano árbol alegra mis razones. No hay lugar para el desaliento. Todo está a mi favor. Es la vigorosa primavera que se ha derramado sobre la ciudad. Es abril.
Una mariposa se ha cruzado en mi camino. Es amarilla y naranja, verde y añil. Vuela y vuela y se ha posado sobre una roja amapola. Me paro y la observo. Está lamiendo la encarnada corola de la flor. Sus alas, grandes y vistosas, parecen reflejar el amarillo del sol. Las mariposas no saben morder. Lamen con sigilo las entrañas de las flores y a continuación extienden sus alas y levantan el vuelo. ¡Qué libres deben de ser las mariposas!
Yo continúo mi marcha bajo un sol rutilante y un viento tenue. Volanderos insectos revolotean entre las flores. Yo los obvio y los miro de soslayo. Y mientras camino dejo la puerta de mi mente abierta de par en par. La fragancia del blanco azahar penetra en mis pensamientos. El monocorde trino de un pájaro agazapado entre el ramaje de un cercano árbol alegra mis razones. No hay lugar para el desaliento. Todo está a mi favor. Es la vigorosa primavera que se ha derramado sobre la ciudad. Es abril.
Y el bendito aroma de azahar...
ResponEliminaEsto si que es una descripción de la primavera, que me perdonen los libros de Ciencias naturales, pero...esto es la primavera, los colores de las flores tiñiendo los suelos,los libres revoloteos de las mariposas por el cielo, los aromas fundiéndose...
ResponElimina¡Ya es primavera!
Saludos.
P.D: ¡Si algún día me hago mayor, quiero escribir como tú!
La felicidad debe de andar jugando con las pequeñas cosas. De esta tierra, sin duda, el azahar que nos emborracha los sentidos. Qué pena que cada vez haya menos naranjos...
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