He mirado una flor y me ha sonreído. Su dulce aroma me ha susurrado algo al oído, pero no he logrado entenderlo. La flor me ha mirado y me ha vuelto a sonreír. El rojo de su vestido envolvía en una arrebatadora revolera todo su perfumado cuerpecillo. Yo, tímidamente, le acaricié los encarnados pétalos y me quedé escuchando su atroz silencio. La flor me miraba descaradamente. Su altivez me asustó. Pero ella seguía callada. La corola, que desprendía rayos fulgurosos de un superlativo color carmesí, parecía decirme algo, pero yo no lograba entenderlo.
Abracé con mis dedos la flor y la acuné en mi mano. Le canté muy bajito una tonada antigua que hacían servir las madres para dormir a sus hijos, y la sigilosa flor se inclinó levemente hacia mí, y se quedó dormidita entre mis dedos…
La arropé para que no tuviera frío y pudiera descansar, pero una vocecita de color irisado despertó a la durmiente flor. Ya no soñaba mi pequeña flor. Ahora miraba las voces de mil colores que inundaban nuestra silenciosa conversación sin decir nada.
Podré hablar con las flores parlanchinas el día que pierda la cordura. El día que salga a la calle a soñar y las flores del jardín, y las otras, las silvestres, entonen una canción al aire y yo me una a su canto. El día que nada sea imposible y las máquinas de matar en vez de escupir balas exhalen flores… ese día hablaré con las flores largo y tendido y me quedaré soñando en los brazos de una rosa roja.
Abracé con mis dedos la flor y la acuné en mi mano. Le canté muy bajito una tonada antigua que hacían servir las madres para dormir a sus hijos, y la sigilosa flor se inclinó levemente hacia mí, y se quedó dormidita entre mis dedos…
La arropé para que no tuviera frío y pudiera descansar, pero una vocecita de color irisado despertó a la durmiente flor. Ya no soñaba mi pequeña flor. Ahora miraba las voces de mil colores que inundaban nuestra silenciosa conversación sin decir nada.
Podré hablar con las flores parlanchinas el día que pierda la cordura. El día que salga a la calle a soñar y las flores del jardín, y las otras, las silvestres, entonen una canción al aire y yo me una a su canto. El día que nada sea imposible y las máquinas de matar en vez de escupir balas exhalen flores… ese día hablaré con las flores largo y tendido y me quedaré soñando en los brazos de una rosa roja.
A mí me fascinan los hibiscos. Un verano dediqué un reportaje fotográfico a su belleza efímera de un día. Hermoso diálogo con la flor que revela tu sensibilidad. Un cordial saludo.
ResponEliminaLas balas también abren flores en pechos ajenos, flores para las que nadie guarda palabras.
ResponEliminaHay que saber hablar a la naturaleza, hay que saber sentirla y comprenderla. Una humilde flor es un prodigio de sencillez y frescura, pero nadie se para a pensar todo lo que significa y lo que le cuesta llegar a ser como es. Regalamos flores como muestra de cariño y también llevamos flores a los muertos. Algo tan pequeño como tu flor te ha inspirado un post precioso. Enhorabuena.
ResponEliminaJoselu: lo efímero es bello precisamente porque su belleza es inmediata y tremendamente pasajera. No puedo evitar atrapar ese instante.
ResponEliminaAntonio: Preciosas palabras las tuyas Toni, aunque el fondo sea atroz y desolador.
Yolanda: Hermoso comentario. Es cierto. Llevamos flores en el nacimiento y en el entierro. Algo tendrán las flores. Principio y fin.
Ojalá ese día llegase muy pronto porque creo que, de ser cierto que las flores hablasen. tendrían un montón de cosas que contarnos.
ResponEliminaPreciosa entrada.
Un abrazo.
Qué diálogo tan apasionante! Se te ve un escribir muy delicado cómo si acariciases cada pétalo. ¡Muy tierno!
ResponEliminaBesitos. Me encantan las flores rojas!
Perséfone: yo sé que las flores hablan, lo que pasa es que no las sabemos escuchar.
ResponEliminaAlu: precioso comentario...
Miguel!que hermoso!y tan significativo,ojalá llegue ese día en que en vez de balas lancen flores,en el blog mi paseo por el paraiso verás las flores que yo encuentro en mi camino,y es verdad Miguel ellas no hablan no en nuestro idioma,pero siempre algo nos dicen,tienen un mensaje subliminal,para mi ellas que adornan mis salidas me dicen que viva,que llene mi vida de colores,que busque mi paz y mi dicha porque eso se vé en la image de uno entonces adornaré el camino de quien se cruce conmigo como si yo fuera una flor,yo admiro las pequeñas cosas,la perfección y sencillez de una flor es maravillosa,me hacen amar la naturaleza sorprenderme ante lo sutil,ante lo pintoresco de un paisaje con puntitos de colores ,con laderas floridas,la belleza del mundo está para embellecer nuestra alma eso creo yo,por eso me saturo de flores.
ResponEliminaEn mi casa no tengo cautiva ninguna flor en una maceta me gusta ver las plantas en el campo,en la tierra creciendo a su antojo,y lo que más me encanta es ver un campo de flores amarillas,eso es la gloria para mi.
Mira Miguel las bonitas imagenes que trajiste a mi cabeza,mientras te escribo recuerdo muchas flores gracias,me llenaste de colores el alma,y de admiración por tus letras ,como escribes de bien!!!!!!
HADA ISOL: con tu comentario se ha llenado de flores el blogg...
ResponEliminaun saludo