La tarde era fría. El sol se había ido apresuradamente dejando en penumbra las calles. Nosotros tres, mis primos Juan, Toni y yo, hacía poco más de media hora que habíamos salido de la escuela. Y ahora, con la merienda en la mano íbamos, como hacíamos casi todas las tardes de este mes de diciembre, camino de la tienda de juguetes de nuestro barrio. La tienda de juguetes era una casa luminosa, que destacaba poderosamente en la oscuridad vespertina. Tenía la juguetería un esplendoroso escaparate lleno a rebosar de juguetes. Nos encantaba pasar largos ratos frente a aquel sugestivo escaparate sin hacer nada más que mirar, mirar y soñar con los maravillosos juguetes que allí había ordenadamente expuestos. Aquel mes de diciembre, con diez años cumplidos, ya éramos lo suficientemente mayores para elegir nuestros regalos de reyes. Y a esta tarea nos aplicábamos con verdadero anhelo. Lo malo era que nuestros padres siempre andaban con el cuento del condenado dinero. A mí en aquellos años me hubiera gustado ser rico. Si yo hubiera sido rico entonces, estoy seguro de lo que habría hecho. Aquel robot de plástico de color rojo que funcionaba por control remoto y que valía la friolera de ochocientas treinta y cinco pesetas, habría sido mío. Y también me habría comprado aquel tren eléctrico que no paraba de dar vueltas y más vueltas, y que iba a perderse de vez en cuando en el interior de un túnel que atravesaba una escarpada montaña con el pico manchado de nieve, y que valía mil quinientas pesetas. O el proyector de cine que había en un rincón cuyo precio no alcanzábamos a ver…
Estas cosas os aseguro que las pensaba mientras, con la nariz pegada al gélido vidrio del escaparate empañado con el vaho de nuestro desorbitado aliento, mi fantasía y la de mis primos volaba sin límites pecuniarios. A veces jugábamos al párvulo juego de pedirnos juguetes. Juguetes que hubiera allí expuestos, claro. Y lo teníamos que hacer por riguroso orden. Primero uno, luego otro y luego otro. No eran pocas las ocasiones en que te pillaban un juguete que te habías pensado y ahora, en sueños, dejaba de ser tuyo.
Soñábamos en voz alta, con aspavientos, sin medida, sin recato. Con la dulce ingenuidad de un chiquillo. Y en medio de la noche fría y húmeda contábamos los días que faltaban para el día seis de enero.
Estas cosas os aseguro que las pensaba mientras, con la nariz pegada al gélido vidrio del escaparate empañado con el vaho de nuestro desorbitado aliento, mi fantasía y la de mis primos volaba sin límites pecuniarios. A veces jugábamos al párvulo juego de pedirnos juguetes. Juguetes que hubiera allí expuestos, claro. Y lo teníamos que hacer por riguroso orden. Primero uno, luego otro y luego otro. No eran pocas las ocasiones en que te pillaban un juguete que te habías pensado y ahora, en sueños, dejaba de ser tuyo.
Soñábamos en voz alta, con aspavientos, sin medida, sin recato. Con la dulce ingenuidad de un chiquillo. Y en medio de la noche fría y húmeda contábamos los días que faltaban para el día seis de enero.
Un escrito precioso. Y dices tú que no eres poeta. Creo que te vas superando. Me he acordado de mis noches de Reyes y también de que hace unos días mi nieto me mandó un e-mail diciéndome lo que quería para Reyes.¡Cómo han cambiado las cosas!
ResponEliminaTengo la impresión de que los niños de ahora no miran las cosas con tanta ingenuidad ni imaginación como vosotros mirabais el escaparate de la juguetería, y la razón estriba en que antes los regalos eran una excepción, y la noche de reyes realmente era mágica. Ahora hay de todo en cualquier época del año y cualquier niño fácilmente lo tiene todo. Les hemos anulado el deseo. Tienen las cosas antes de haberlas deseado. El exceso también es un problema vital y ético.
ResponEliminaQue recuerdos querido Miguel...me has hecho recordar mi niñez, que al día siguiente de reyes nos dejaban llevarnos los juguetes al cole, madre mía que jolgorio en clase y a ver que le habían dejado a los demás, que felicidad solo el problema de con que juego ahora, yo por suerte tenia muchos regalos porque tenia mucha familia, una entrada preciosa Miguel, besitosss navideños...
ResponEliminahermosos recuerdoss que traes a mi memoria!!
ResponEliminame gusta que dejes salir tu pasta de poeta..
gracias..
un abrazo
Preciosa descripción! me ha encantado! recuerdo a mi padre contándome historias parecidas, con lo fácil que lo tienen ahora los niños!
ResponEliminaBesitos y a seguir con esa misma ilusión que entonces!
Entonces (en aquel diciembre yo apenas tenía seis meses) el día de Reyes si que era el climax de estas fiestas navideñas. nada que ver con lo devaluada que anda ahora esa fecha por culpa de la influencia yanki.
ResponEliminaFelices fiestas, paisano.
Clares: Gracias por tus elogios, viniendo de quien vienen, me hacen mucha ilusión. Así que ahora los reyes reciben las cartas por e-mail... nada es igual. Todo ha cambiado.
ResponEliminaJoselu: Tienes razón. Yo nunca tuve juguetes fuera del día mágico, que era el 6 de enero. Y ahora... pues ya ves...
Arwen: Entrañable comentario. En mi época no nos los dejaban llevar a la escuela los juguetes, pero habría estado bien poder compartir los regalos con los compañeros de clase.
Adrisol: Me alegro que esta entrada haya removido tus recuerdos y te haya llevado a pensar en aquellos tiernos años de infancia.
Vane: Es verdad. Antes los juguetes eran algo mágico, algo inaccesible que sólo los Reyes Magos eran capaz de hacernos accesible. Ahora es distinto.
Raúl: Tienes razón. Las cosas están cambiando. La magia de aquel 6 de enero ahora se ha devaluado un tanto con la llegada de Papá Noel. Eran otros tiempos.
Y si... el sueño de los niños, tan puro, tan real...
ResponEliminaSi pudiéramos soñar así, y perdir con todas las ansias lo que tanto deseamos hoy... pero nos falta la inocencia y la fe, para creer que algún día puede cumplirse el deseo.
Yo lo he recuperado viendo a mi niña pequeña, deseando y soñando con ella.
Felices Fiestas Miguel y tu familia. Un beso muy grande para tu niña!
Me ha encantado, Miguel.
ResponEliminaMe has hecho acordarme de cuando mis primos, mi hermano y yo salíamos corriendo a ver los anuncios de la tele para pedirnos los juguetes que anunciaban. -"Eso pa mí!"-. Y el otro:-"Que no, pa mi!"-. Y al final, siempre terminábamos tirándonos de los pelos por pedirnos unos juguetes que todos teníamos claro que no tendríamos nunca...
jeje
Muchos besos!!!
Ay, Miguel, y no sólo es por email por donde llegan las cartas de Reyes, es que encima me pide cosas que yo no sé ni lo que son, como una R-4, que dice que la venden en el mediamarkt, jope. Si alguien sabe lo que es una R-4, que lo explique. Para que veas cómo está el patio.
ResponEliminaMiriam: No estaría mal un poco de inocencia en nuestras vidas de adultos. Tan serias, tal reales, tan sujetas a las obligaciones.
ResponEliminaLourdes: Te pasaba como a nosotros, que todos queríamos el mismo juguete, aunque al final, el juguete no era para nadie. Pero la ilusión de aquellos días de diciembre era mágica.
Clares: ¿Una R-4? en mi vida lo he oído. No tengo ni idea de qué es eso, pero si dicen que se puede comprar en Mediamark presumo que será alún aparatejo de esos parecido a las playstations. En fin, querida Clares, que la frenética velocidad que lleva esta vida, por momentos, nos supera.
Sí, eran los mejores momentos. Cualquier escaparate que pusiera luces y tuviera cuatro juguetes, por cutre que fuera, era un paisaje paradisíaco para mis ojos. Todo brillaba más, como nuestros ojos...
ResponEliminaUn abrazo.
Precioso y entrañable, Miguel. Un abrazo amigo, y felices fiestas.
ResponEliminaVerónica: Efectivamente. Era el mejor sitio y el mejor momento para ponernos a soñar.
ResponEliminaChiriveque: Lo mismo te deseo. Que tengas unas felices fiestas.
Has relatado muy bien lo que sienten muchos niños antes, ahora y siempre por los Reyes Magos. Un abrazo.
ResponElimina¡¡Qué bonita era aquella ilusión con la que todos esperábamos la noche de reyes!!
ResponEliminaAl menos en mi casa, cuando éramos pequeños, nosotros somos cuatro hermanos, nos pasábamos la noche de reyes zascandileando por turnos a ver quien pillaba a los reyes...¡¡Se lo poníamos dificilísimo a mis padre!! que tenían que esperar a que cayéramos rendidos, para poner los juguetes bajo el árbol.
En realidad, al contrario que tú, yo no recuerdo haber soñado con tener ningún juguete en especial, en realidad lo que a mi me encantaba era la sorpresa de ver que era lo que nos habían dejado.
Ahora, tienen tantas ocasiones y tanto de todo, que es lo que más pena me da, ver que esa ilusión casi ha desaparecido y en realidad, eso es y será lo mejor de todo esto.
Espero que pases en compañía de tu familia una muy feliz Navidad y que 2.010 te traiga todo lo que desees, desde luego, mereces lo mejor.
El miércoles me voy, y ya no regreso hasta el 2 de Enero. Donde voy a pasar las Navidades, no hay conexión a internet, así es que por eso, aprovecho ahora...
MERRY CHRISTMAS EVERYONE
Muchos besos, Miguel.
Fernando: Pues eso es lo que hoy y ayer pasa en estas fechas próximas a los regalos. Lo que pasa es que hoy se reparten entre Papá Nolel y Reyes Magos. Antes todo lo monopolizaban lols Reyes Magos.
ResponEliminaMaría: Yo sí que soñaba con algún juguete en particular. La felicidad completa. Pero luego, aunque no era este juguete el que me traían los reyes, era igalmente feliz. Era un día mágico.
Uy, creí que te había dejado un comentario hace unos días, veo que no ha salido. :(
ResponEliminaEso que comentas lo veo ahora en mi hijo. Pero lo mejor es que se entusiasma con todo, desde lo más caro a lo más simple y barato.
Besos.
Cris: A mí me pasaba algo parecido cuando mi hija era pequeña. Y esto me recordaba al entusiasmo que tenía yo de pequeño.
ResponEliminaCasualidades vitales.
ResponEliminaA pesar de la diferencia de edad tu texto evoca en mí recuerdos de hace algunos años ,no tantos pero sí lejanos. Las tardes de la mano de mi madre, Benicàssim en invierno no era tan frío al parar en el escaparate de aquello que para una niña era un mundo aparte,la juguetería del pueblo. Habían allí tantas ilusiones en cartón y plástico que recuerdo perfectamente mi mente insegura incapaz de escoger el juguete que una noche de enero unos misteriosos seres dejarían en el salón. En aquel escaparate sentía la emoción más pura de las ilusiones navideñas. La juguetería se conviritó en un banco.
Un abrazo
Miguel! que lindo recuerdo,me hiciste recordar a un tren a pilas que yo quería y que mi mamá no me quiso regalar nunca nosotros le pedíamos al niñito Dios y a los reyes magos asi que el 24 de diciembre a la noche esperaba mi tren y como no llegaba lo esperaba en reyes pero tampoco solo me traían juguetes aburridos de niña,es que no me escuchaban pensaba yo,no leerán mis cartas que no me traen lo que pido me preguntaba,jejejeje,hoy
ResponEliminase que era capricho de mi mami,jejeje!
que lñindo es soñar,hoy en día los niños tienen casi todo en casa y poco espacio dejamos para los sueños,cuando era chica si hubiera sido rica creo que comparaba las mismas cosas que tu! los juguetes de varones son por lejos mas divertidos! amigo mio vengo a desearte una feliz navidad y un prospero año nuevo,que estés lleno de dichas y cariño,le deseo lo mismo a toda tu familia esta navidad dale un abrazo extra a Marta dile que la quiero mucho! un abrazo!
Feliz Navidad y próspero año nuevo!
ResponEliminaQue disfrutes de estos días y el 2010 venga cargado de cosas buenas, risas y muy buenos momentos!
Besos con aroma navideño
hola miguel!!
ResponEliminapaso por tu casa para agradecer las palabras que dejaste en la mía!!
gracias a estas y a otras muchas,estoy empezando de nuevo, de apoco, con fuerzas....
te deseo lo mejor para estas fiestas!!
que el nacimiento del niño Jesús,te encuentre junto a los tuyos en paz y armonía...
miles de besosssssssssssssss
miles de graciassssssssssss
Esther: Precioso comentario. Al final los sueños se rompieron y la juguetería se convirtió en un banco.
ResponEliminaIsol: Entrañables las cosas que cuentas. Feliz Navidad te deseo también a ti.
Vane: Lo mismo digo. Feliz Navidad.
Adrisol: Seguro que todo se arregla. Feliz Navidad