Hoy en día los electrodomésticos inundan los hogares y las vidas de las gentes. Si hiciéramos una lista de los aparatos que hay en nuestra casa que funcionan con la corriente eléctrica o a pilas, nos sorprenderíamos de la cantidad de artefactos a los que estamos atados. Porque es que estamos atados, a merced de ellos. Nos dominan. Dependemos de ellos de tal forma que si un día se va la luz, nuestra vida deja de tener sentido.
Pero cuando yo era pequeño esto no era así. Yo nací a finales de los años cincuenta del pasado siglo, y recuerdo perfectamente cómo era mi casa en los primeros años de la década de los sesenta. Me acuerdo del primer y único electrodoméstico que había en ella. Se trataba de un aparato de radio de aquellos antiguos que iban con electricidad. Era un Philips, que mi padre compró, a plazos por supuesto, al poco de casarse. Allí, sentada al ladito del pequeño mueble donde estaba colocado el aparato de radio, oía mi madre las radionovelas con gran interés mientras yo jugaba despreocupadamente. Y los domingos, mientras cenábamos, mi padre subía el volumen para escuchar los resultados de fútbol.
La nevera era una caja de poco más de un metro de altura, que en la parte de abajo disponía de un cajón para meter un cuarto de barra de hielo que mi madre compraba a un señor que pasaba por mi calle todos los días con una camioneta a vender hielo.
La lavadora brillaba por su ausencia. Mi madre lavaba a mano. Para ello disponía de una madera al uso que estaba colocada a un extremo del exiguo lavadero que había en la diminuta cocina. No sería sino hasta el año 1964 cuando llegó a mi casa una lavadora marca BRU que palió algo el esfuerzo de mi madre a la hora de lavar sábanas y demás ropa pesada, pues esta lavadora, sin ser automática, le daba una pasada a la ropa, y dejaba lo más sucio en el agua. Luego, se había de cambiar el agua de la lavadora y acabar de limpiar y escurrir el agua de la ropa en el fregadero.
Calentador de agua no teníamos. Para lavarnos, mi madre calentaba agua en la cocina, y luego la metía en una tinaja. Y allí nos lavábamos.
La ropa, mi madre la planchaba con una arcaica plancha, no automática, que iba con luz eléctrica y que ella manejaba como nadie.
Para cocinar disponíamos de un hornillo que funcionaba a base de petróleo, que impregnaba la cocina de un olor muy característico a dicho carburante.
En el año 1965 entró el que pudiera considerarse nuestro primer electrodoméstico moderno. Se trataba de una pequeña cocina que funcionaba con gas butano.
Luego le tocó el turno a la nevera. Corría el año 1966. Mi padre compró un frigorífico marca IGNIS que hizo que mi madre se olvidara de tener que ir todos los días a comprar su cuarto de barra de hielo. Y ya a finales de este año, la estrella de los electrodomésticos. La televisión. Una flamante TELEFUNKEN. A partir de ahí yo noté que nuestra vida estaba cambiando. La televisión se convirtió en el centro de nuestra vida familiar.
A todo esto, estufa no teníamos, el frío lo combatíamos con un brasero. Tengo que decir que mi madre era persona diestra y entendida en el manejo de dicho ingenio, y alcanzaba resultados ciertamente satisfactorios. No sería hasta el invierno del año 1968 cuando se compró la primera estufa a gas. Marca AGNI.
Y ya en el año 1969, mi padre compró el primer transistor, que aún conservo. Con él oía la música de aquellos años y estaba al tanto de las novedades musicales. Pero la tecnología crecía a ojos vista, y como yo, ya entonces era un apasionado de la música, logré que mi padre me comprara en el año 1972 un magnetófono marca REMCO de aquellos que tenían dos bovinas de cinta independientes. Y ya, por fin, en el colmo de mis deseos logré que en el verano del año 1974 me comprara mi primer tocadiscos, marca VANGUARD. Y a partir de ahí la tecnología, poco a poco, fue introduciéndose en nuestras vidas hasta ser lo que es hoy.
Pero cuando yo era pequeño esto no era así. Yo nací a finales de los años cincuenta del pasado siglo, y recuerdo perfectamente cómo era mi casa en los primeros años de la década de los sesenta. Me acuerdo del primer y único electrodoméstico que había en ella. Se trataba de un aparato de radio de aquellos antiguos que iban con electricidad. Era un Philips, que mi padre compró, a plazos por supuesto, al poco de casarse. Allí, sentada al ladito del pequeño mueble donde estaba colocado el aparato de radio, oía mi madre las radionovelas con gran interés mientras yo jugaba despreocupadamente. Y los domingos, mientras cenábamos, mi padre subía el volumen para escuchar los resultados de fútbol.
La nevera era una caja de poco más de un metro de altura, que en la parte de abajo disponía de un cajón para meter un cuarto de barra de hielo que mi madre compraba a un señor que pasaba por mi calle todos los días con una camioneta a vender hielo.
La lavadora brillaba por su ausencia. Mi madre lavaba a mano. Para ello disponía de una madera al uso que estaba colocada a un extremo del exiguo lavadero que había en la diminuta cocina. No sería sino hasta el año 1964 cuando llegó a mi casa una lavadora marca BRU que palió algo el esfuerzo de mi madre a la hora de lavar sábanas y demás ropa pesada, pues esta lavadora, sin ser automática, le daba una pasada a la ropa, y dejaba lo más sucio en el agua. Luego, se había de cambiar el agua de la lavadora y acabar de limpiar y escurrir el agua de la ropa en el fregadero.
Calentador de agua no teníamos. Para lavarnos, mi madre calentaba agua en la cocina, y luego la metía en una tinaja. Y allí nos lavábamos.
La ropa, mi madre la planchaba con una arcaica plancha, no automática, que iba con luz eléctrica y que ella manejaba como nadie.
Para cocinar disponíamos de un hornillo que funcionaba a base de petróleo, que impregnaba la cocina de un olor muy característico a dicho carburante.
En el año 1965 entró el que pudiera considerarse nuestro primer electrodoméstico moderno. Se trataba de una pequeña cocina que funcionaba con gas butano.
Luego le tocó el turno a la nevera. Corría el año 1966. Mi padre compró un frigorífico marca IGNIS que hizo que mi madre se olvidara de tener que ir todos los días a comprar su cuarto de barra de hielo. Y ya a finales de este año, la estrella de los electrodomésticos. La televisión. Una flamante TELEFUNKEN. A partir de ahí yo noté que nuestra vida estaba cambiando. La televisión se convirtió en el centro de nuestra vida familiar.
A todo esto, estufa no teníamos, el frío lo combatíamos con un brasero. Tengo que decir que mi madre era persona diestra y entendida en el manejo de dicho ingenio, y alcanzaba resultados ciertamente satisfactorios. No sería hasta el invierno del año 1968 cuando se compró la primera estufa a gas. Marca AGNI.
Y ya en el año 1969, mi padre compró el primer transistor, que aún conservo. Con él oía la música de aquellos años y estaba al tanto de las novedades musicales. Pero la tecnología crecía a ojos vista, y como yo, ya entonces era un apasionado de la música, logré que mi padre me comprara en el año 1972 un magnetófono marca REMCO de aquellos que tenían dos bovinas de cinta independientes. Y ya, por fin, en el colmo de mis deseos logré que en el verano del año 1974 me comprara mi primer tocadiscos, marca VANGUARD. Y a partir de ahí la tecnología, poco a poco, fue introduciéndose en nuestras vidas hasta ser lo que es hoy.
He vivido esas dos épocas y la transición paulatina entre ellas. Quizás la mujer ha sido la mayor beneficiaria de ese mundo de los electrodomésticos. Piénsese en la lavadora, en el lavavajillas, en las cocinas de vitrocerámica, en las calefacciones integradas. Sin embargo, hoy día las mujeres -que no han sido aliviadas de sus funciones históricas más que en pequeños detalles- han de trabajar fuera de casa y seguir con sus tareas habituales. Probablemente hemos ganado mucho con la tecnología. Nuestro mundo es inseparable de ella y los electrodomésticos forman parte de nuestra vida, pero tengo la impresión de que una parte de magia se ha ido por el camino. Aquel mundo más lento, más artesano, más humano se ha perdido. Ahora nos vemos abocados a las maravillas de la modernidad, pero a la vez perdidos en el fluir frenético del tiempo que es implacable y no nos alivia como era de esperar. Nunca hemos tenido menos tiempo. Es la paradoja.
ResponEliminaComo Joselu y como tú, yo también he vivido ese mundo en el que la electricidad sólo servía para las bombillas, la plancha y la radio, si la había, que no todo el mundo podía tenerla. Solíamos ir a un campo que tenía mi abuela en verano donde no había ni luz ni agua corriente, y eso sí que era viajar en el tiempo; aunque yo era pequeña aprendí a sacar agua de la aljibe y a encender los quinqués de petróleo. Se cocinaba con leña siempre. En Murcia teníamos cocina de carbón, de esas que se llamaban económicas y luego llegó el gas ciudad, que valía para la misma cocina con una pequeña adaptación. El brasero, como decís, y luego el eléctrico, siempre bajo las faldas de la mesa de camilla. Yo, sin embargo, no echo de menos esos tiempos. Dice Joselu que la gran beneficiada ha sido la mujer, pero eso era porque esas tareas estaban asignadas de oficio a las mujeres, en una sociedad patriarcal con un severo reparto del trabajo. Hoy en día una lavadora o un lavavajillas beneficia a hombres y mujeres por igual. Eso nos permite tener tiempo libre después del trabajo asalariado siempre que uno se lo proponga, pues si lo utilizas para ganar más dinero, pues estamos listos. La vida ahora es como es y hay que aceptarla. También la tecnología ha traído grandes cosas, como este medio por el que nos estamos comunicando y cambiando opiniones e impresiones personales.
ResponEliminaPues fíjate, que yo, a pesar de haber nacido en mitad de los 70s, tb recuerdo haberme lavado calentando ollas de agua y llenando cubos. O de la primera tele que tuvimos, que era en blanco y negro, y yo veía a Espinete (el de Barrio Sésamo) de color gris. Todos mis compañeros decían que era rosa, y hasta que no fui a hacer los deberes a casa de una amiga, no pude comprobar que tenían razón.
ResponEliminaSí recuerdo el primer radiocassette que me compraron mis padres, y que todavía está rulando por mi casa. Y es que claro, me pasó como a ti, era tan evidente que me gustaba la música, que habría caído enferma o algo sin aparato para escucharla.
Y bueno, es lo que tú dices, se va la luz y nos da un chungo. En mi caso, por el ordenador... Y eso que sólo hace 3 años que lo tengo.
:)
Besos, Miguel!!
Joselu: Es curioso, como tú dices, los electrodomésticos nacieron para facilitarnos y hacer más fácil la vida, y a la postre, con tanta teconología (pienso en el ordenador) nos falta tiempo por todas partes. Sí, la vida es una paradoja.
ResponEliminaClares: ¡Qué entrañables recuerdos! Aquí no se trata de comparar y ver cuándo se vivía mejor, porque esto es muy subjetivo. Es simplemente una gota de nostalgia que introducimos en la eléctrica pantalla del ordenador.
Lourdes: Es verdad, antes Espinete era de color gris. Lo de la televisión en color fue todo un acontecimiento. A mí una de las cosas que más me llamó la atención al principio de la tele en color fue el verde de los campos de fútbol. Yo no sé qué haría ahora si me quitaran mi equipo de música y mi ordenador. Nos hemos convertido en adictos...
Miguel, yo también pertenezco a esa época que describes tan bien, hace dos días, como quien dice, pero mira cómo ha cambiado todo... Esas marcas ya desaparecidas nos ayudaron a dar nuestros primeros pasos tecnológicos. Hoy somos incapaces (yo por lo menos) de manejar bien tanto cacharro, ni siquiera tengo teléfono móvil (o celular, como dicen los entendidos). Parece que te quedas atrás si no dominas todas esas modernidades. Cuando yo viví en el Sáhara no teníamos luz ni agua corriente. Al final las disfrutamos a ratos. El agua potable la comprábamos de unas cisternas que pasaban cada dos días. La televisión se veía fatal, siempre con nieve o interferencias. El calentador no funcionaba apenas porque el agua no llegaba con suficiente presión. Lo de calentar agua en grandes pucheros, como recuerda Lourdes, era, pues, habitual. La primera televisión en color que compró mi padre en Canarias fue una Philips auténtica que funcionó estupendamente durante casi treinta años. Hoy fabrican los electrodomésticos con materiales de chichinabo (con perdón) "programados" para vivir apenas cinco o seis años, vamos, con fecha de caducidad como los yogures (o como el replicante de "Blade Runner"), ni siquiera se toman la molestia de arreglarlos en muchos casos porque no merece la pena, así que en cuanto fallan van directamente al punto limpio, con un poco de suerte.
ResponEliminaCon tantos avances se nos va la luz y no podemos ni calentar un café para desayunar. Yo recuerdo la fresquera, y la nevera de hielo, y la cocina de carbón... En las zonas más frías siguen usando la gloria para calentarse. Con eso y la cocina a todo trapo desde primera hora siempre están a gusto. Mi marido entiende mucho de coches y dice que ahora son tan complicados que un simple tornillo mal ajustado causa un desastre, y ha de ser buen mecánico el que lo encuentre. ¿Y si falla el sistema eléctrico? Pues no puedes ni abrir las ventanillas. Y así todo.
No soy una nostálgica de aquello, aunque tenía su encanto. Reconozco que muchos de los inventos actuales son fantásticos, pero otros son superfluos. Por ejemplo: ¿hace falta una cafetera que casi parece un ordenador para hacer un buen café? ¿Y la famosa Thermomix? Yo no la tengo, pero sí la olla a presión, que es una maravilla. Hoy he hecho caldo gallego (a mi estilo, bien contundente) y lo he tenido tres horas haciendo chup-chup, a la antigua, para desgrasarlo luego.
Y aunque me salga del tema, ¿no es una locura levantar un edificio de casi un kilómetro de altura, por muchos adelantos que hayan aplicado? Demencial. No quiero ni pensar en una avería que se pueda complicar estando a ochocientos metros del suelo...
Y, como bien apunta Joselu, nunca hemos tenido menos tiempo para disfrutar de tanta comodidad, sobre todo las mujeres, siempre con doble jornada. Podemos tener cien contactos en Facebook, pero cuesta Dios y ayuda encontrar un par de horas para charlar con un amigo cara a cara. Y eso no se paga con nada.
Vaya, creo que me he extendido mucho. Un abrazo, colega. Que te sea leve la vuelta al cole. Yo aún tengo hasta el lunes. Y con el frío que hemos tenido y la ola polar que se avecina el lunes tendré que ir con manta y la bolsa de agua caliente bajo el abrigo...
también he vivido el progreso..
ResponEliminaa veces por la falta de dinero, ya que en el mercado había muchos electrodomésticos...
igual nos arreglabamos con lo que había..
hoy en día no pasa igual, cómo han crecido con todo,el día que se rompe algo,los jóvenes se ahogan en un vaso de agua!!
abrazossssssssssssss
Ufff que recuerdos querido amigo has hecho que vuelvan a mi mente...me acuerdo de las primeras imágenes de una tele en color, fue Tom Jones cantando Dilaila me parece que se llamaba la canción jejeje que tiempos, pasarían algunos años hasta que mi padre la comprara para casa...todo un mundo de color que emoción fue para mi mas grande y pensar que ahora tienen de todo, pienso que es por eso que la juventud que lo tienen todo no valoran las cosas como lo hacíamos nosotros...en fin preciosa entrada Miguel, un abrazo con mucho cariño...
ResponEliminaBueno, mi padre decía que el anti-progreso había entrado en el momento en que en lugar de cambiar el tornillo de una pieza estropeada de un aparato o un coche, se empezó a cambiar la pieza entera.
ResponEliminaBesitos.
Yolanda: ¡Qué comentario más jugoso y entrañable! te doy la razón en todo. No siempre lo pasado fue peor.
ResponEliminaAdrisol: Pues sí, hoy en día los jóvenes están a merced de la tecnología y cuando ésta falla, se derrumba todo.
Arwen: La televisión en color fue un hito en la moderna tecnología. Yo me pensaba que una vez la tele fuera en color ya no habría nada más que inventar, y ya ves...
Verónoca: ¡Qué razón tenía tu padre! Yo aún me acuerdo cuando mni madre apedazaba los pantalones de mi padre y los míos. Hoy es impensable ponerse ropa apedazada, pero es que con una lavadora o un frigorífico o una televisión, o lo que sea, pasa lo mismo. Pieza rota, aparato nuevo. Será el antiprogreso.
ResponElimina¡¡Me has dejado impresionadísima MIGUEL!!
ResponElimina¿¿Cómo eres capaz de datar con tanta precisión la entrada de cada unos de los electrodomésticos y sus respectivas marcas en tu casa?? ¿¿es increíble??
Yo, casi ni sé la marca de los que tengo ahora en la mía ja,ja,ja.
La verdad es que yo ya nací con la tele, la lavadora y esas cosas puestas. Supongo que al final es verdad que no sé si nos ayudan o nos hacen dependientes. En mi casa hoy, si de va la luz, morimos como ratoncitos, por que todo absolutamente todo es eléctrico. Es como los PC.
Antes se escribía y punto, sería más lento pero no desaparecía como ahora, ni le entraban virus ni desgracias del estilo de las que nos atormentan ahora... Debió ser una época dura, pero a la vez precisa, segurísimo que hablabais muchísimo más entre vosotros y había tiempo para todo...
A veces pienso, que no sé si vamos al revés y para atrás en todo.
Muchos besos MIGUEL.
Es verdad, cuanto ha cambiado todo! ahora no seríamos nada sin todos estos aparatos, si ya no podemos salir ni a por el pan sin llevar el móvil encima!
ResponEliminaBesitos
María: Pues sí. Antes, a salvo de la tiranía de los aparatos, había más contacto humano. No sé si aquello era mejor o peor. Simplemente, era distinto.
ResponEliminaVane: Ahora no soy capaz de salir sin el móvil. Y si alguna vez me lo olvido (que me lo olvido muchas veces) estoy todo el rato pensando: Y si pasa algo...no me voy a enterar. Estoy más seguro con el móvil. Estoy atrapado.
La verdad es que tienes razón:estamos atados a los aparatos irremisiblemente.Es la evolución,querido Miguel...
ResponEliminaYo nací cuando tu madre tuvo su primera lavadora y sinceramente no recuerdo(quizá porque no me he preocupado de ello)cuándo fuimos adquiriendo más y más aparatos.
Sí que recuerdo la plancha sin vapor que mi madre nos obligó a utilizar a las tres hermanas, o la tele Radiola con dos canales en blanco y negro al principio...
Las radionovelas como "Lucecita" o "Cumbres Borrascosas" que mi madre adoraba. Y el tocadiscos de mis hermanos mayores,cuyos discos escuchaba yo una y otra vez hasta memorizar las canciones...
Qué tiempos!
Ahora tenemos tantos aparatos, que dudo mucho que nuestros hijos los recuerden algún día.
Por cierto,me han regalado una cafetera de última generación,que hace un café exquisito,ja,ja,ja
Besos,Miguel.
Y Felicidades por tu cumple que creo que ha pasado ya,¿no?
Marinel: Pues mira, mi cumple es hoy. Gracias por tus felicitaciones. Yo creo que aunque ahora nos parezca mentira, después de cuantenta años, también nos parecerán arcaicos los aparatos que hoy utilizamos.
ResponEliminaBuenas tardes Miguel! Ahora nos toca pelearnos con los sintonizadores de TDT!! Por si había pocos mandos...
ResponEliminaYo soy de unas cuantas generaciones posteriores a la tuya. Me tocaron algunos años de televisión en blanco y negro, con lo cual el color fue el "no va más". Recuerdo que con los vídeos teníamos aquel girigai de Beta, 2000 o VHS. Cuando todo se aclara llega el DVD! Bueno, ¿y las películas super 8? Teníamos que habernos dedicado a fabricar y vender adaptadores universales!! De disco a cd, de cinta a cd, de super 8 a dvd...y todo, todo, todo, metido en un lápiz USB de 5 teras!!! Un abrazo!
Fidelio: Bueno, pues ahora, se podría hacer un libro, una enciclopedia con todos los apartatos que hay. Y yo, te confieso que estoy perdido enmedio de tanta tecnología. Ya sé que esto teóricamente está inventado para hacernos la vida más fácil? pero, me pierdo...
ResponEliminaMiguel, qué recuerdos tan entrañables... Yo aún recuerdo la telefunken cuando era pequeño y bueno debo decirte que ni tengo microondas, ni vitrocerámica, ni lavaplatos ni aspirador, ¿qué te parece?...
ResponEliminaUn abrazo.
Chiriveque: Yo era de los que decía que jamás tendría móvil, y ahora no puedo salir de casa sin el móvil. Todo llega amigo, todo llega tarde o temprano.
ResponEliminaA mí me queda lejos todo esto como les quedará lejos a los que lleguen todo lo que ahora tenemos. Al fin y al cabo no es más que una muestra clara de lo que hace ya sus siglos conocieron los griegos, el mito de Prometeo, al hombre se el dio el fuego, el progreso, ya que en él basaría su existencia, el ciclo de renovación continuo, a veces constructivo y otras destructivo..
ResponEliminaUn abrazo y gracias por todas tus palabras.
Esther: Pues sí, Esther, la vida no es más que ciclos que van pasando y lo que ahora es nuevo, después será viejo.
ResponEliminaFelicidades atrasadas!!!!
ResponElimina!!Estoy supercontenta pues creo que eres el profesor que dio clases a Aaron junto con Maria Dolores a que si?si no me equivoco creo que fue en primero o segundo y le dabas valenciano.
Los electrodomésticos!!!Pues creo que como ya han comentado yo alucino como hacen para que duren 5 años,ni mas ni menos ...y todos mueren a la vez,jajaja
También he tenido la tele en blanco y negro ,la mesa camilla con su brasero,el tocadiscos,guaaauuu que tiempos!!!
En mi casa en cuanto se va la luz (que es en cuanto cae 4 gotas de lluvia)nos lo pasamos pipa,sacamos las velas ,una linterna y a jugar a las cartas o al parchis.Aaron aun hoy se lo pasa genial cuando se va la luz(sobretodo desde que se compro no se que aparato para el ordenador que hace que le de tiempo para apagar decentemente su adorado portátil )
Un besazo grandísimo
Estoy deseando que me confirmes que eres tu ;) que alegría se va a llevar Aaron porque de ti y de Maria Dolores no se ha olvidado nunca y hace 14 años.Tengo mi correo en el perfil.
Primero o segundo de primaria(Anda que si te acuerdas con las d alumnos que has tenido...);)
ResponEliminaOtro besazo!!!
Loli: ¡Qué pequeño es el mundo! ahora resulta que te conozco a ti y a tu hijo. Me acuerdo perfectamente de cuando le daba clases de valenciano a Aarón en la clase de María Dolores, en Oropesa, y después, ya en Benicàssim le volví a dar clases de Sociales a Aarón en segundo de ESO. Me acuerdo perfectamente de él.
ResponEliminaY nosotros de ti!!! Jajajaja,vaya que alegría de encontrarte.
ResponEliminaMe gustaría tener tu correo y así poder mandaste fotos y vídeos. Si encima me dices que estas en contacto con Maria Dolores ya seria un día redondo porque ella quería los vídeos y creo que al final se fue sin ellos.
Un besazo muyyyyy graaaaande.
Parece mentira que esto fuera lo normal hasta hace apenas unos años, verdad? Es como si la humanidad existiera desde hace millones de años pero ha sido en los últimos 50 cuando hemos revolucionado todo.
ResponEliminaYo nací en el 80. Mis grandes recuerdos sobre tecnología son:
-Un video vhs panasonic, cuando tenía yo unos 8 años, con el que nos regalaron un reportaje sobre la cordillera Panamericana que vimos al menos 50 veces sin dejar de flipar (tanto pro el video como por la cordillera).
-Un micoondas, cuando tenía unos 13-14 años. No tenía plato giratorio. Nos parecía algo mágico. Recuerdo que cuando lo compramos y lollevamos a casa desde la tienda, mi papá se iba parando en las papeleras para apoyarse un momento porque pesaba muchísimo (no teníamos coche).
-Cuando mi hermana hizo la comunión (año 95, creo), mi tío le regaló un ordenador de sobremesa. Pasamos años sin tener muy claro para qué servía, y lo usábamos como máquina de escribir o para jugar al solitario o al pang.
Besitos.
Loli: La verdad es que no tengo contacto con María Dolores, no la he visto desde que me vine a Benicàssim.
ResponEliminaCris: Esto demuestra que todo es relativo. Las cosas que ahora vemos como técnica arcaica, cuando yo era pequeño, era prácticamente ciencia-ficción.
Vaya pues me gustaría saber de ella se portó muy bien conmigo,tal día como hoy se suicido mi madre y su ayuda y su apoyo no se me olvidara nunca.
ResponEliminaAaron te da un beso muy grande,está en el ciclo superior de informática ,quiere ir a la universidad.
Un besazo muy grande.
Vaya repaso más bonito por el tiempo gracias a los electrodomésticos. Para los que no hemos conocido esos tiempos, nos resultaría difícil de creer si no nos lo contaran nuestros padres.
ResponElimina¡Un saludo!
Loli: No sabía nada de lo de tu madre. Lo siento. Por otra parte me alegro de que le vaya bien a Aarón.
ResponEliminaJuliii: Es cierto. Si no fuera porque lo contamos no os lo creeríais. Dentro de un tiempo, seéis vosotros quienes contéis la tecnología actual, que ya habrá pasado de moda.
Qué interesante lo que comentas. Y qué memoria...cómo recuerdas las marcas. Yo, aunque no vivía en esa época que retratas , al ser de pueblo, donde entonces se vivía como a cámara lenta, y con bastante menos modernidades que en las ciudades, si recuerdo electrodomésticos y costumbres que parecen ahora prehistóricas: la lavadora parecía de juguete, de lo primitiva y ruidosa que era; la máquina tricotosa con la que muchas madres hacían jerseys a sus hijos; el brasero de cisco, que se encendía en el patio, quemando alcohol y soplando con un cartón, y que dejaba un impregnante e incofundible olor que sólo mitigaba el puñado de alhucema, con ese olor antiguo y envolvente sin nada que ver con los ambientadores ni humidificadores de ahora...
ResponEliminaAunque entiendo que el progreso ha traído avances, y que, afortunadamente, las mujeres de ahora ya no son las de entonces, miro con nostalgia, con los ojos de la niña que fui, aquella época.
Besos. Y feliz cumpleaños con retraso, ;)
Bueno,puntualizo: sí viví en esa época (nací en el 66), pero era muy pequeña...
ResponEliminaMarian. Y es que nuestra vida, en cierta manera está marcada por la tecnología. Dentro de unos años, las modernidades de ahora, nos parecerán aparatos entrañables y nostálgicos. Muy bonito tu comentario.
ResponEliminaLa primera tele (en blanco y negro) de casa fue Telefunken, con sus tres botones de baquelita. El color llegó con Vanguard. Me encanta esta intrahistoria de los electrodomésticos que estás construyendo.
ResponEliminaAntonio: Tú lo has dicho: intrahistoria. A través de ella podemos ver cómo vivíamos en aquellas épocas.
ResponEliminaMe inundaste con recuerdos de mi infancia al leerte.
ResponEliminaGracias!!!!
Un verdadero placer leerte.
Salvadorpliego: Gracias por acercarte a este blog. Me alegro de que te hiciera recordar tiempos pasados.
ResponElimina