Ayer tuve clase por segunda vez
con el 1º C de ESO. Son niños y niñas de once y doce años.
Yo doy clases de Sociales
(Geografía e Historia). Y las doy en el aula que se me ha asignado este año
(Planeta Blau) que en castellano es Planeta azul.
Los alumnos vienen aquí, a mi
aula, cuando tienen clase de Sociales. Y luego se van al aula de matemáticas, o
a la de Naturales etc. Es decir que son los alumnos los que van a las distintas
aulas cada vez que cambiamos de sesión.
Ya hace cuatro años que en mi
instituto funcionamos así, y la verdad es que la experiencia está siendo
positiva. Más que nada porque los profesores pueden tener el material didáctico
en sus aulas. Y las clases están personalizadas, y cada una tiene un nombre
diferente que hace referencia a la materia que allí se imparte Eso sí, entre
clase y clase hay un río de alumnos por los pasillos y las escaleras en busca de
su nueva clase; pero eso, he comprobado, que lejos de ser un inconveniente, es
una ventaja, porque los alumnos en este peregrinar cogen aire para la nueva
sesión…
Pues bien, el otro día, a última
hora (de 1 a
2) como decía al principio, tenía clase con 1º C. La clase transcurrió con
total normalidad. Y cuando sonó la música que señala el fin de la sesión,
ordenadamente los niños y niñas fueron saliendo de la clase rumbo a sus
respectivos domicilios. Yo, de pie con mi cartera preparada y las llaves en la
mano para cerrar la puerta, esperaba a que saliesen todos. Pero había una niña
que, hurgaba y hurgaba en su mochila. Y no acababa de preparar sus cosas para
salir. Le pregunté si había perdido algo. No, lo que pasaba es que estaba
buscando una cosa que estaba en el fondo de la mochila y no acertaba a
encontrarla. Yo, paciente, esperaba. Empezó a sacar cosas y las dejaba en el
suelo. Y al final se le iluminó la cara. ¡Ya había encontrado lo que buscaba! Entonces
cogió lo que parecía un muñequito de plástico azul y me lo enseñó al tiempo que
me decía: “Mira este podría ser la mascota de la clase. Es un pitufo dormilón.
Espera que ahora encuentro la hamaca en la que está durmiendo.” Yo,
sorprendido, le dejaba hacer. Por fin apareció la hamaca. Y Gal·la, que así se
llama la niña, lo cogió con una mágica infantil suavidad y lo colocó en la
hamaca. Y entonces me dijo: “Está durmiendo. ¿Dónde lo podríamos colocar?” Miré
a mi mesa y vi que estaría la mar de bien encima de uno de los bafles del
ordenador. Y allí le pusimos.
Hoy, cuando han entrado los
alumnos de las otras clases han conocido la mascota del Planeta Blau. ¡Y a
todos les ha gustado!
Qué linda la criatura¡
ResponEliminaBueno y el pitufo¡¡¡ me gustaban mucho esos dibujos
Buen comienzo de curso
BSS
Mar: Gracias. Esos pequeños detalles hacen la vida escolar más llevadera.
ResponElimina¿Ves que maja?
ResponEliminaSi es que son niños, pre- adolescentes con muchos vestigios aún de infancia y brotes preciosos de ella.
La mascota genial.
Mi hija ha entrado este año a primero también y le comentaré lo de las clases temáticas, le dará envidia seguro.
:)
Besos.
Ooh! pero si vuestra mascota es azul, como todo lo que me gusta ( mi blog es azul por eso :-) ...así que vuestro Pitufo podría servirme a mi también y encima tb ando medio dormida jaja
ResponElimina¡Entrañable la anécdota MIGUEL! como todo lo que cuentas aquí, a juego contigo.
Muy feliz principio de curso y muchos besos.
Los críos, su mundo, nuestra vida...
ResponEliminaMarinel: La infancia es magia. Magia pura. Y hay que dejarla que se exprese en toda su dimensión. Los profesores tenemos que ser cómplices de ello.
ResponEliminaMaría: Había una canción francesa a mediados de los sesenta que se titulaba "el amor es azul". Y a lo mejor es verdad, el azul tiene algo especial. De momento la mascota está triunfando entre el alumnado. Hay algunas niñas que cuando lo ven le acunan, y le duermen...
Raúl: Tú lo has dicho. Hay que escuchar a los críos, porque nuestra vida es una infancia con vestido de adulto.
Qué arte tienen los chiquillos!
ResponEliminaY tú tb, por dejarla hacer, y explicarte, y decirte...
:)
Un beso, Miguel!!
Lou: Pues sí. Yo creo que este es el camino...
ResponEliminaEsa inocencia con que llegan los niños a primero de ESO, el año pasado me sorprendió gratamente. No había dado nunca clase a niños tan pequeños y me gustó. Este año los sigo en segundo pero probablemente ya no será lo mismo. Han perdido el candor inicial de llegada al instituto y su pubertad y adolescencia han seguido adelante. Dicen que segundo y tercero de ESO son los cursos más complicados. El detalle del pitufo BLAU es significativo de ese candor. Lo más sorprendente es que tú continúas con el tuyo al contarlo, y es como si en alguna manera tú todavía vivieras en el alma de uno de esos niños pero obligado a ser profesor por tu condición de adulto. No sé quién tenía más candor si Gal·la o Miguel al contar esta historia de la clase. Yo no sé responderla.
ResponEliminaUn abrazo.
Miguel, yo trato desde hace años con niños como esos alumnos que recoges al empezar la ESO, aún niños inquietos e infantiles pero al mismo tiempo despiertos y maduros. Ya han ido varios a contarme cómo han empezado, se acuerdan del colegio y están tan asustados como excitados por las novedades.
ResponEliminaEl curso pasado los pitufos encerrados en los huevos Kinder hicieron furor. Mis chavales los coleccionaban con pasión. Me hacía una gracia tremenda verles tan entusiasmados con algo nada novedoso. Ya ves, una cosa tan pequeña e insignificante, sin cables, pilas ni pantallas les encanta, no me digas que no es llamativo... Te voy a copiar la idea de la mascota, a ver si a los de 5º les gusta.
En mi colegio hemos puesto en práctica varias veces lo del traslado de los alumnos y da buen resultado. Ahora lo hacen los pequeños de 1º y 2 y no hay problemas. Yo prefiero que no se muevan los míos porque ya hay suficiente jaleo en el colegio. Todos los profes vamos de una clase a otra, de 3º a 6º incluso, de edificio en edificio, así que gastamos zapatilla que no veas... Esto del bilingüismo es una milonga de cuidado.
Entre cambios y reformas no podemos relajarnos, así que esperar un curso tranquilo es una utopía, pero haremos lo que podamos, como siempre. Un fuerte abrazo, colega.
Como dirían los míos; que buena onda...Es una edad tan bonita y confusa si encima tienen este desparpajo y los estimulas, son un encanto.No es gratuito; que la enseñanza si no se tiene vocación es mejor pasar página.
ResponEliminaEste cambio o reforma no se da en el Centro donde imparto.Pero si, que estoy de acuerdo que entre pasillo y pasillo en los cambios de aula se coge un poco de ánimo.
Me encanta y sabes que me repito mas que el ajo esa forma de buscar el lado conciliador que tienes.Te felicito y, que suerte tienen tus alumnos también.
Un abrazo Miguel.
Joselu: Yo te respondo: Miguel tiene el candor de Gal·la. Y soy consciente de ello. Y soy feliz al reconocer que es así. Mi parte de adulto se muestra satisfecha de ello. Y yo no quiero que muera nunca (mientras haya vida)
ResponEliminaYolanda: Querida colega, este año todas las buenas intenciones que llevábamos nos las ha derritido este inusual calor que azota la costa levantina. En las aulas no se puede dar clase. Los alumnos se han rebelado y el viernes abandonaron las clases. Para el jueves hay convocada una huelga de alumnos para protestar.
El único que está sereno y firme en su lugar el el pitufo dormilón.
Yo, por mi parte, te diré que todos los días cuando vengo del instituto me voy a la playa a refrescarme. Esto no hay quien lo aguante. Veremos en qué queda todo esto. Lo malo es que esta singular situación del calor ha disparado los resortes políticos y las sentadas y las marchas de protestas llevan banderas... ¡Malo... cuando se confunde la velocidad con el tocino!
Bertha: Gracias por tu comentario. Tus palabras me animan para seguir aquí, al pie del cañón frente a oleadas de calor y otras cosas...
:)
ResponEliminaTernura pura.
Saludos.
Toro: Eso es. Viva por siempre la ternura.
ResponEliminaYa estamos de vuelta de vacaciones, y yo comenzaba a echarte de menos.
ResponEliminaQue bonita historia, que cielo de niña, tan inocente, y pura, es enternecedora. ¡Los niños!!! Son un punto y aparte, lo mejor del mundo. Y claro con un profesor así, ¿no van a sentirse felices de ir cada día al cole?
Besos Miguel.
p/d. Esta entrada no vi.
Lore: Pues sí. Los niños son algo especial. Hay que escucharles y enseñarles a ser felices. Y trabajando también se puede ser feliz.
ResponEliminaA mí me gusta también eso de tener las cosas de cada asignatura en un aula y que se trasladen los alumnos. En el instituto donde trabajo ahora no es así y, de todas formas, entre clase y clase hay un río de gente bajando y subiendo escaleras para ver a sus amigos de otras clases o para ir al aseo, así que, más nos valdría tener el aula-materia.
ResponEliminaMuy maja la niña. A disfrutar de la mascota de la clase.
Amelche: La mascota se ha convertido en algo sagrado. Todos la cuidan. Y el pitufo dormilón duerme tranquilamente su siesta.
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