Desde que Pablo había cumplido
los cincuenta años los análisis de sangre rutinarios que se venía haciendo
anualmente no le salían bien.
El colesterol, por las nubes; la
glucosa, alta. Y otros parámetros, con ligeros desajustes.
La doctora de cabecera le daba
instrucciones facultativas para acoplar las cifras a registros normales. Y él,
esos consejos los llevaba a rajatabla. Por aquello de que la salud es lo
primero, y por ella se hace lo que haga falta. Pero ni por esas. Los resultados
seguían siendo negativos, y cada vez peor.
Pablo no sabía qué hacer. Hasta
que un día, por casualidad, encontró la fórmula. Un alumno suyo le había
falsificado las notas. Tan bien lo hizo que se dio cuenta por pura casualidad. Y
entonces pensó que por qué él no podía falsificar los resultados de sus
analíticas. Y así hizo.
Cuando, al cabo de tres meses, la
pundonorosa doctora le mandó revisar los niveles de colesterol y demás, puso en
práctica su plan.
Cogió la hoja original que le
habían dado en el laboratorio donde se había hecho los análisis, que dicho sea
de paso, reflejaban los nefastos resultados de siempre, y hábilmente manipuló
las cifras. Para ello primero hizo una fotocopia donde había borrado los
peligrosos números que molestaban, y luego lo rellenó con sumo cuidado, siguiendo
las instrucciones del tramposo alumno que le falsificó las notas. Total, que no
se notaban sus “correcciones”, a no ser que se mirara con lupa.
La doctora se alegró sobremanera
al ver la hoja de la analítica. Y le anunció que a la vista de los resultados,
podía llevar una vida normal. Y comer de todo…
…Y así hizo año tras año…
…Y fue feliz, sumamente feliz
hasta sus últimos días.
jejeje que bien¡
ResponEliminapara que veas¡ que astuto y gracioso.
Bss,Miguel
Por lo menos fué para bien y...si llega a ser para mal.Cuanto hubiera durado...?
ResponEliminaDe verdad Miguel sea verdad o mentira es un atrevimiento...Aunque tuvo suerte!
Me ha encantado!
Un abrazo.
Mar: Lo que pasa es que estos últimos días suyos no se sabe muy bien si fueron largos o cortos...
ResponEliminaBertha: No quedó claro si fue para bien, o no, por lo menos fue feliz mientras vivió.
Jajajajajajajaja! no vale hacer trampas! aunque es tedioso y feo tener que cuidarse tanto,muchas veces dan ganitas de hacer algo así pero tiene sus consecuencias,aunque el hombre fue feliz y eso no tiene precio! pues tuvo suerte al poder estar bien pese a no cuidarse,mi pregunta es llegaron pronto los ultimos días? y mi segunda pregunta es: vale la pena vivir muchissimos años fastidiado por no podre disfrutar de nada,o vivir menos años pero feliz? suongo que en cada caso es diferente,a algunos les saldrá bien y a otros no! me gustó el relato que tengas buen día Miguel!
ResponEliminaPero vivió bien y tranquilo los últimos días. ¿Qué más da los que fueran? :)
ResponEliminaBesos, Miguel!!
Mira por donde,el alumno fue el mejor médico,el que le recetó un placebo magistral.
ResponElimina:)
Si es que todo está en lamente o eso dicen.
Besos.
Hada Isol: Esa es la pregunta. Seguramente viviría menos tiempo, pero lo vivió más feliz.
ResponEliminaLou: Esa es la cuestión. ¿Es cuestión de tiempo o de calidad?
Marinel: La mente es poderosa. Y el efecto placebo existe.
Yo he optado por tomar Senvastatina para contrarrestar el peso del colesterol malo. Así puedo comer lo que me apetece mientras pueda. No entiendo que vivir más sea mejor que vivir menos. Depende. Ese depende es importante. ¿Es mejor vivir ochenta y cinco años y estar en una residencia con pañal, chocheando o es mejor vivir veinte años menos en plenitud de facultades y morir con conciencia de ello? Yo apuesto por lo último. No quiero vivir más de lo estrictamente necesario, lo imprescindible. Me lo enseñó mi suegro que murió de cáncer el año pasado a los sesenta y siete años. No renunció a sus placeres, ni a su barriga, ni a su pulpo, ni a su chorizo… No nos entendimos en un principio pero al final lo admiré. No merece la pena vivir según en qué circunstancias. Y la comida es esencial: el día en que nos digan que solo podemos comer acelgas y nueces, malo. No sé si merece la pena.
ResponEliminaEstamos obsesionados con la vida sana. Nos hacemos revisiones, análisis, practicamos algún deporte, controlamos el tabaco y el alcohol, tomamos las pastillas necesarias para mantener alejados esos asteriscos que denuncian alguna irregularidad... Más de media humanidad se muere de hambre mientras otros debemos hacer régimen para vivir más años. Estamos en un mundo loco, loco... Creo, como Joselu, que es preferible vivir menos pero más a gusto, sin soportar ni hacer soportar a los demás la dolorosa decadencia. Envejecer según y cómo es una putada. Nos aferramos a la vida a veces de manera absurda. Qué demonios, hay que disfrutar mientras se pueda y saber decir "basta" a tiempo, así que, ¿por qué no falsificar unos resultados que nos van a hacer seguir una dieta aburrida y nada gratificante? Lo malo es que es mi médico quien primero los recibe, no yo, así que no puedo engañarle. Prefiero tomar alguna pastilla en vez de seguir un régimen estricto. Estar bien, en cualquier caso, es carísimo. Echa cuentas: la fruta está por las nubes, y las verduras, el pescado ni te cuento, las legumbres han dejado de ser comida de pobres, la carne más barata es la más grasa, los gimnasios tienen unas tarifas de lujo... Nada, al final las patatas fritas saladas y aceitosas son lo más barato para aplacar el hambre. ¿O vas a agarrarte a una pobre manzana para aguantar hasta la comida? Hace poco vi una foto de la famosa supermodelo Ester Cañadas irreconocible, con bastantes kilos de más. No sé si es por enfermedad o porque al fin se ha librado de la tiranía de la delgadez impuesta a toda costa, como dicen algunos, pero me alegré del cambio. Nos dan tanta envidia esos cuerpos esbeltos, nos machacan tanto con la cantinela de la comida sana y el ejercicio... ¡Fuera sacrificios absurdos! ¡Me apunto a la idea de la falsificación!
ResponEliminaUn fuerte abrazo, colega.
Clarooooooo!!!
ResponEliminaVoy a hacer lo mismo.
Jajajjaja
Saludos.
Joselu: Permíteme que te conteste con un chiste: Un paciente después de oír toda la retahíla de restricciones que le mandó su médico, le contestó: ¿Y está usted seguro que siguiendo estas indicaciones viviré más tiempo? A lo que el médico le contestó. Vivir vivirá más o menos lo mismo, pero se le hará más largo.
ResponEliminaYolanda: Decir toda la verdad, a veces, puede resultad muy molesto. Y una mentirijilla de las llamadas piadosas no hacen daño a nadie.
Toro: Seguro que no te arrepentirás.
¿Qué sentido tiene engañar al médico? ¿Qué poder tiene sobre nosotros como para falsificar los análisis? Lo gracioso de esto es que es cierto. Tengo un amigo que una semana antes de hacérselos toma Actimel y le dan perfectos. ¿A quién quiere engañar más que a sí mismo?
ResponEliminaInteresante historia.
Besos.
Perdón, no era Actimel, era Danacol.
ResponEliminaEn Madrid, en el metro, ecuché a una chica decirle en alto a su madre por teléfono: "Mamá, la primera cita con el psicólogo y le mientes".
ResponEliminaPodemos engañar a los demás, pero engañarnos nosotros mismos es muy triste. Lo de la salud creo que hayy un margen amplio para vivir. Es verdad que cuidarse extremadamente y contenerse no merece la pena. La vida es para disfrutar (¡maldita religión!); pero entre una cosa y otra hay término medio: combinar un poco de deporte con todo tipo de comidas, incluso algún abuso de vez en cuando, es factible.
Un abrazo
Angie: El autoengaño tiene su aquel, no creas...
ResponEliminaDiego: Todo tiene un límite. El cuidarse, la salud, también. Por eso hay que buscar, como dijo el filósofo, el justo medio.
No cabe duda que este profe fue un gran alumno de su alumno, seguro que al revés, no fue así:-)
ResponEliminaPero me temo que estoy con ANGIE, estos autoengaños son más que peligrosos. Porque lo malo de falsificarlos no dan en absoluto una vida más feliz, aunque sí más corta, lo malo es que te puede dar una trombosis, una embolia o un ictus cerebral, te quedas hecho un calamar, comiendo papilla por una pajita y encima vivo....
Espero que al menos a tu Pablo, le diera un infarto y le compensara los chuletones que se comió antes de él:-)
Muuuchos besos MIGUEL, seguro que tú de colesterol, como del resto vas de maravilla.
Feliz semana, mañana/hoy.
María: Pues la verdad es que para el colesterol me tengo que tomar una pastillita, que eso sí, me tiene a raya al colesterol. El resto va bastante bien. Pero yo nunca haría lo que hizo Pablo, el autoengaño es una solemne tontería.
ResponEliminaCreo que la doctora era consciente del engaño. De hecho, ella misma había utilizado un truco parecido para conseguir el título de medicina :)
ResponEliminaToni: Ya ves, aquí el que no corre, vuela...
ResponEliminaDesde luego lo mejor que pudo hacer si un subidón de azúcar no le empeoró la visión, o el ácido úrico lo mató de dolor, o el colesterol taponó alguna de sus arterias, le dio una embolia cerebral o vaya usted a saber.
ResponEliminaYo creo que no podría haberlo hecho, pero si vivió feliz como describes, bien por él!
Besos, Miguel.
Me acabas de dar una idea. Llevo desde julio con análisis locos y no saben ni por qué. Durante un mes me tuvieron en vilo con la posibilidad de una enfermedad terrible y cincuenta por cien mortal. Ahora han pasado a otra cosa, pero seguimos sin saber por qué salen esas extrañas cifras en los análisis. Como esto continúe y yo siga encontrándome bien, les falsifico los papeles, vaya que si lo hago. Y viviré feliz, muy feliz has mis últimos días.
ResponEliminaV: El caso es que vivió feliz. Hasta que la felicidad se acabó. Como se acaba todo.
ResponEliminaClares: La verdad es que con la salud no se juega. Yo nunca haría lo que hizo el protagonista de este ficticio relato.
¡jajajajaja y funcionó proque se creyó lo que la doctora le dijo! ES que el poder de la mente.... :-)
ResponEliminaBesos