Aquel hombre tenía la extraña y
estrafalaria costumbre de suicidarse cada dos por tres. Su nombre figuraba en
el libro Guiness de récords como el hombre que más veces se había suicidado. Y
es que tenía esa manía. Porque aquello era una manía.
Un día, su mujer, preocupada por
sus múltiples suicidios, que dicho de paso, llegaron a poner en serio peligro
su vida, le convenció para que le viera un psiquiatra.
-¿Por qué se suicida usted
tanto?-le preguntó el doctor después de las presentaciones.
-Porque es que no tengo otro
remedio doctor. No hay más que leer los periódicos, ver la tele, escuchar la
radio… todo son desgracias.
-¿Pero usted no ve que la gente
no se suicida, simplemente se cabrea y ya está?
-Sí, pero yo es que tengo
debilidad por el suicidio. Me encanta quitarme la vida. Ya lo he probado casi
todo. La sobredosis, la horca, el gas, cortarme las venas, tirarme por el
balcón…
-No siga, no siga -le cortó el
doctor- no es bueno regodearse en sus manías.
-Doctor- ahora era su mujer quien
intervenía- ¿cree que tiene cura mi marido?
-Es un caso difícil, señora, pero
no imposible de curar.
-Yo quiero curarme, doctor. Yo no
quiero suicidarme más. Los vecinos me miran con cara de burla. En el trabajo,
cada vez que me suicido se ríen de mí. No lo soporto. Yo soy una persona seria,
y si me quito la vida, yo bien sabré por qué, y a nadie le importa. ¡Ya está
bien! Un día de estos cogeré una pistola y… no sé lo qué haré…
-Bien. – dijo el doctor- tomaré
cartas en el asunto.
-Gracias doctor- dijo la mujer
con un hilo de voz- a ver si mi marido no se suicida más y podemos vivir
felices el tiempo que nos queda de vida.
-Mi enfermera les dará hora para
la próxima semana- sentenció el doctor a modo de despedida.
Se dieron la mano y salieron del
despacho. La enfermera les dio cita para la semana próxima y les extendió la
factura de la consulta.
Cuando aquel hombre que tenía esa
extraña querencia al suicidio la vio, no pudo evitarlo. Sacó una pistola del
bolsillo y allí mismo se pegó un tiro.
Así acabó sus días el hombre más
proclive al suicidio que nunca vio la Historia.
Qué, angustia vivir con esta obsesión y, que frustración las veces que lo intentó.La despresión es una lacra que esta invadiendo a mucha gente ,la impotencia de ver que se cierra ese tunel... que no vas a ver la luz...
ResponElimina-Para pegarse un tiro y que esta vez fuera certero, tuvo que ser una factura de recibo... digo yo...?
Tal cómo esta entrando el desencanto la gente se deprime y, el suicidio es lo primero que se les pasa a muchas personas-Según los entendidos en la materia hay personas que tienden al suicidio por las razón que séa y al final lo consiguen.Porque según se dice no tiene, por que haber motivos para llegar hasta esta determinación...que fuerte, por el depresivo y, sobre todo por la persona que vive con un depresivo...Dios nos libre!
Feliz finde Miguel.
Aunque nadie lo sepa, yo me suicido dos por tres, pero creo que no lo hago bien.
ResponEliminaMe ha gustado Miguel. Pobre esposa, además de los gastos del funeral tendrá que cargar con la factura de la consulta.
Un abrazo
Buenísimo el relato Miguel, creo que el suicida no era muy valiente... pero en fín,llegado el momento... la factura, la enfermera, el médico, la esposa...un espectáculo, vaya.
ResponEliminaBesitos Miguel y un abrazo.
Bertha: Si es que siempre hay razones para eso, por eso hay que aprender a vivir con estas lacras sociales que tenemos en este mundo.
ResponEliminaVivianS: Sí, sí, la factura la tuvo que pagar, y también el funeral. Y es que suicidarse hoy en día sale más caro de lo que parece.
Lore: Le faltó valor.
A mi me parece que este pobre hombre tuyo MIGUEL, como la mayoría de los suicidas frustrados, lo que de verdad deseaba con sus intentos era que le prestaran atención, que se esforzaran en comprender lo mucho que sufría, sentir ese cariño que la gente que se siente rota por dentro no es capaz de percibir aunque se lo intenten dar los que le rodean, no saben como estar mejor y ... hacen eso, aunque este jajaja se pasó de ensayos:-)
ResponEliminaUn suicida convencido, hace lo que hizo él al final, sin opción a fallos, sin vuelta atrás... ¡¡blaang!! y se terminó... si yo fuera su psiquiatra y me ocurriera una cosa así... yo iba detrás...¡¡qué horror!! jamás podría vivir con algo así... (mentira, yo jamás me mataría, pero sufriría muchísimo, eso seguro)
Ayyyy MIGUEL, vaya cosas se te ocurren jajaja
Que no... que las noticias son las que son, pero la vida también existe fuera de ellas:-)
Muuuchos besos y muuuuy feliz finde... tú, sigue enfocando a lo bueno tal cual haces, ese es el mejor antídoto ante tentaciones suicidas ( que sé que jamás tendrás:-)... siempre hay bueno si se busca..aunque sea muuuy al fondo, está.. ojalá todo el mundo tuviera paciencia para buscar... naadie sería capaz de suicidarse... salvo locura, claro.
Claro, todas las demás veces se suicidaría "donde no cubre", y claro, no le salía bien.
ResponEliminaPero eso sí, desde luego... Facturas de médico ya son, como poco, pa pegarse un tiro.
:)
jejejeje
Besos, Miguel!!
María: Lo malo, lo realmente extraordinario de ese caso es que aquel hombre no es que se intentaba suicidar, no, es que se suicidaba de verdad. De ahí lo raro del caso. Un tanto kafkiano me ha salido el relato ¿verdad...?
ResponEliminaLou: Se pegó un tiro y se acabaron los suicidios.
Cuando un suicida está decidido a suicidarse de manera determinante, acierta a la primera. No avisa. No suele dejar notas... Todo lo demás es un intento de llamar la atención. No digo que esté mal eso, desde luego. Es una llamada de auxilio. Pero el verdadero suicida directamente se pega el tiro.
ResponEliminaUn beso, Miguel
Novi: La factura, desde luego, fue determinante.
ResponEliminaEl suicidio es un misterio sobre el que no se publican noticias ni estadísticas. Hay un pacto de silencio en la prensa para no divulgar casos diarios de suicidio por el efecto contagioso que tienen, lo que es una política totalmente contraria a los crímenes por violencia de género que son divulgados con amplitud.
ResponEliminaEntiendo que haya pulsiones suicidas, forma parte de la naturaleza humana …
Eso sí, el histrionismo sobre el tema es algo que me perturba profundamente. Creo que el tema es tremendo. Una vez estuve trabajando sobre estadísticas ocultas de suicidio para un proyecto teatral. Las cifras que leí desmentían cualquier entramado de tópicos al respecto y ciertamente se suicidan más los pobres que los ricos, y más las personas de la tercera edad o próximos a ella que los jóvenes, más los hombres que las mujeres …
Un tema terrible y misterioso. Aunque igual el misterio es por qué se continúa viviendo según en qué circunstancias … Eso me da qué pensar.
Un abrazo.
Si se suicidó todas las veces que comentas.. quiere decir que tras pegarse un tiro al final, tampoco conseguiría terminar con su vida y eso a la única conclusión que nos lleva es que tu protagonista era... inmortal, MIGUEL:-)
ResponEliminaDesgraciadamente he vivido el suicidio en mi entorno más cercano, demasiadas veces a lo largo de mi vida, se han suicidado tres primos míos de 17, 21 y 32 años, un tío de 62 y un amigo de mi hija de 15 años.
Todos diferentes económica, social y culturalmente, naaada en común ahí...pero tooodos coincidían en dos cosas, eran hipersensibles y tratada o sin tratar, sufrían depresión...creo que solo en ese estado aparecen las pulsiones suicidas. Es decir, cuando desaparece el instinto de supervivencia que se impone siempre, salvo ahí.
Muuchos besos MIGUEL y feliz domingo...tras tu explicación, tu relato aún es más increíble, graacias.
Joselu: Siempre la vida antes que todo. Aunque a veces, esta premisa se tambalea por las circunstancias.
ResponEliminaMaría: Sí. Es inmortal. Es un grito a la inmortalidad este relato. Has adivinado el fondo del tema. Y habrás adivinado que no morir es algo atroz...
Un hombre con determinación consigue siempre lo que quiere.
ResponEliminaQue le vaya bien.
Saludos.
Toro: Dicen que la voluntad mueve montañas...
ResponEliminaResucitando una y otra vez...no tiene mérito suicidarse. Así, cualquiera.
ResponEliminaJajaja...
Hablo en tono jocoso, porque es un tema que me aterra y procuro eludirlo como sea.
Un abrazo
Luís Antonio: Ese precisamente es su gran mérito. Lo que le hacía diferente al resto de las personas.
ResponEliminaQué escalofrío he sentido al leer tu post, colega... Hace apenas dos semanas nos enteramos del suicidio de un conocido, incluso amigo, de 46 años, casado y con dos hijos. Se ahorcó en el hotel donde trabajaba. No sabemos más detalles, si hubo avisos, notas o similares, o si pasaba por una etapa especialmente difícil o estaba sumido en la depresión. Todo son conjeturas, pero casi prefiero no saber nada. Mi marido aún está conmocionado, dice que algo así te hace pensar mucho, que nadie está a salvo de nada, y es verdad. ¿Cómo se le dice a un niño que su padre se ha matado? ¿No lo vivirá como un terrible abandono? ¿Llegará a entenderlo? Una muerte súbita siempre es difícil de encajar, pero esto es peor aún.
ResponEliminaMe ha gustado el humor negro de tu relato, a pesar de todo. Me ha recordado ciertas historias de La Codorniz, o de Álvaro de Laiglesia. Al paso que vamos no va a ser extraño que más de uno decida cortar con todo y desaparecer, aunque ya podrían hacerlo los responsables de tamaño desastre y no los sufridos españolitos de a pie. Eso sí, que devuelvan todo lo robado, y con intereses, y que les corten algo que de verdad les duela...
Un abrazo, Miguel.
Lo que pretendía era precisamente poner una gotita de humor inquietante. El tema del suicidio está ahí, siempre ha estado ahí y siempre estará. Pero esta visión kafkiana que he pretendido dar solo pretendía poner una sonrisa en el rostro del que lo leía. Aunque sé que si a alguien le ha tocada de cerca este problema maldita la gracia, pero uno cuando escribe escribe para todos, ya se sabe...
ResponEliminaEsto confirma una verdad muy verdadera: que los psiquiatras no curan estas cosas.
ResponEliminaSiempre he creído que no existen médicos para la cabeza.
Besoss
Vanessa: Es cierto. Y no menos cierto es que sus facturas son de espanto.
ResponEliminaJ'envie votre capacité à publier merveilleux article sur benigeo.blogspot.ru voulait simplement dire que j'aime ça!
ResponEliminaDe humor macabro, ¿eh? Es divertido tu relato, si no fuera por el trasfondo de drama humano que tiene.
ResponEliminaComo dicen tus comentaristas y tú mismo, la vida ante todo. Y es una tragedia que la vida ponga a los seres humanos en el límite de la desesperación hasta llevarlos al suicidio. Te recomiendo que leas, aunque seguramente ya lo habrás hecho, "Prohibido suicidarse en primavera", de Casona, en esta misma línea de humor macabro.
Me he reído también con los repetidos suicidios del hombrecillo, porque mi madre le decía a mi padre:"Si no fuera por mí, te habrías muerto veinte veces", y los hijos le decíamos que sólo se habría muerto una, en la primera. Mi padre era descuidado con las medicinas y las visitas médicas.
Clares: Eso es una hipérbole y paradoja del sentido de la vida. Que te hace pensar en lo ridículo e inútil que es quitarse la vida, con lo bella que es.
ResponEliminaEs una manera de atajar el asunto...
ResponEliminaEl médico le aseguró que tomaría cartas en el asunto,¿no?
Pues qué mejor carta que dispararle una factura de escándalo que le incite a morir de una vez?
Caso resuelto,pase el siguiente,ja,ja,ja
Yo por si acaso,no pienso intentarlo si quiera,oyesss
Lo de suididarme,digo.
:)
Besos
Marinel: La factura fue letal. Y definitiva. Pero como tú dices, mejor no intentarlo.
ResponElimina¡jajajajaja lo malo no era el suicido permanente.... lo malo era que resucitaba cada vez!
ResponElimina(Es que no todos saben suicidarse como Dios manda jajajajajajjajaa)