Éramos unos chiquillos.
Diecisiete años recién cumplidos. Pero ya hacía casi un año que salíamos
juntos. Suficiente tiempo para saber que entre nosotros había algo más que una
simple atracción física.
Y llegó la primavera. Y llenó
toda la Plana
de flores de rojo, verde, azul, amarillo, blanco… y se llenaron las flores de
volanderos animalillos multicolores, y de susurrantes zumbidos… y el aire se
llenó de azahar. Daba gusto respirar…
Nosotros dos, cogiditos de la
mano, fuimos al monte. Era una tarde soleada. El monte estaba solitario. Nada
mejor que la soledad para unos amantes. Subimos por una senda de tierra reseca
y llegamos a una fuente. Un hilillo de agua salía de las entrañas de una roca.
Bebimos y nos mojamos. Y nos reímos. Y caímos al suelo de pura felicidad. Y
¡ay! su pantalón vaquero se rasgó al rozar con una puntiaguda piedra dejando
ver un puntito de sus encarnadas bragas. Rápidamente se quitó el jersey y se lo
anudó a la cintura. Nos volvimos a reír. Y abrazaditos bajamos hasta unos pinos
que ofrecían generosa y saludable sombra. Allí, sobre la hierba nos sentamos. En
una atrevida y vertiginosa mirada pude adivinar a través de los botones de su
camisa rosa el color de su sujetador. Era azul celeste. No parábamos de hablar.
Y de mirarnos a los ojos. Y de escuchar los trepidantes gorjeos de los pájaros
que revoloteaban a nuestro alrededor. La tarde era luminosa. El sol lucía con
fuerza. Casi se diría que hacía calor. Nosotros seguíamos a lo nuestro. A devorarnos
con las palabras y los ojos. A conocernos hasta lo más profundo de nuestra
alma. El azul celeste de su sujetador brillaba ahora con furia y deseo
contenido.
Y fue entonces cuando escuché una
de las frases que más hondo han calado en mi ser:
-Miguel, eres la persona a la que
más quiero en este mundo…
Que bonito ese amor de tus 15 años...un amor como no hay igual.
ResponEliminaHistoria preciosa de los primeros besos, los más bellos sin duda, los más inocentes, y con el deseo más puro.
¿Duró toda la vida? Si ¿verdad?
Besos Miguel.
Me has hecho recordar una situación muy parecida de mi adolescencia.
ResponEliminaComo aquello nada...
Saludos.
Lore: Pues sí. Aquella preciosa niña es hoy mi mujer.
ResponEliminaToro: Son tiempos eléctricos solo aptos para mentes jóvenes.
Que preciosos recuerdos, Miguel¡¡¡ Y ahora, después de tantos años, podeis seguir compartiéndolos. Eso es lo bueno. A nosotros nos pasa igual. Y cuando recuerdas te das cuenta del camino compartido, y el amor crece y se hace más profundo, verdad??
ResponEliminaTambién éramos de salir al campo cuando podíamos y de sentarnos en la hierba al lado del río o riachuelo más cercano... Tienen magnetismo esos escenarios.... Además, en aquella época éramos muy inocentes y le dábamos mucha importancia al romanticismo de las situaciones... Ahora creo que se ha perdido un poco todo esto... No son tan cándidos como nosotros... No es ni bueno ni malo. Es diferente.
Un beso, Miguel
Qué ternura...
ResponEliminaDicen que hoy no es igual, pero yo tengo mí opinión personal: que aunque haya cambiado la forma de decir las cosas:los sentimientos,los afectos, esa primera vez, esas mariposas en el estómago creo que eso nunca cambiara.Son recuerdos que se llevan siempre y, más en vuestro caso que aun los seguís alimentando con el paso del tiempo.
ResponElimina-Yo creo en el amor y el amor en mí.
Un abrazo Miguel.
Jaja peroooo..¡¡SOLE!! xD!! bragas rojas y suje azul celeste ¿querías matar a MIGUEL de un soponcio primaveral colorista? jaja espero que SOLE no te atice con la sartén por contarnos el color de su sopa interior...tú escúdate si sucede y dile que son los efluvios primaverales... que por cierto te sientan de maravilla ;))
ResponEliminaY ese final... oh!
Muuuuchos besos para los dos y mil gracias por estas letras con olor a primavera.
¿Y era cierto o sólo la primavera?
ResponEliminaUn beso, Miguel.
Novi: Aquellos años son mágicos. La inocencia de entonces no se tiene ahora. Ahora se tiene experiencia y madurez. Y amor. Pero la emoción de entonces es incomparable.
ResponEliminaRaúl: Pues sí. me he puesto tierno.
Bertha: Esa primera vez tiene una fuerza emocional inigualable. Y si además te pilla en la más tierna juventud, pues te diré que es maravillosa.
María: Lo de los colores, María, es de lo que más me acuerdo. Por eso no podía dejar de mencionarlo. Ya he dejado claro que se tapó enseguida con el jersey. Y lo del sujetador, pues fue una furtiva mirada lasciva...
Pero pasó así. De verdad.
V: Cierto, cierto... aunque la primavera también ayudó lo suyo.
Tan lluny en el temps i tan present en la memòria. Els olors, els rumors ,els colors i la sencilla calma amb la que anavem avançant en la nostra particular història. I tot ensucrat i fantasiejat pel teu esclat primaveral. Uf!
ResponEliminaSole: Potser hi haja quelcom "d'esclat primaveral" en els meus somnis, és de veres... però això que conte és ben cert. Com cert és que tu te'n recordes tan com bé com jo d'aquell dia. Començava a prendre la foguera...
ResponEliminaOoooohhhhhh, Miguel, falta la música de violines, qué bello comienzo para esta recién estrenada primavera... Qué hermoso es el inicio del amor, sobre todo si es en plena adolescencia, con el mundo apenas atisbado, lleno de incógnitas y seguramente de peligros, tal como vaticinaban nuestros padres. Enamorarse es descubrir un nuevo planeta, un mundo desconocido, sólo el que lo ha experimentado lo sabe, como bien escribió el poeta. En esos años creo que éramos más ingenuos y sinceros, al menos lo que yo veo en mis alumnos, que no pasan de los doce años, es algo diferente. Son relaciones efímeras y con frecuencia causan no pocos conflictos. Entre los mayores es peor, por lo que tengo entendido. Abundan los casos de malos tratos, exceso de control, celos... y, por lo que sé, cuanto más cabrón es el tío más se cuelga la chica de él. Ahora dicen que van a poner en Primaria temas de igualdad, respeto, convivencia... que ya estaban en la extinta Educación para la Ciudadanía, que tanta prisa se dieron en quitar porque desde el principio tuvo furibundos detractores, ignorantes y prepotentes, como nos demuestran a diario.
ResponEliminaPero qué forma de estropear tu lindísimo relato, lo siento, colega. Algún día te contaré cómo nos conocimos mi marido y yo, pero ya no éramos precisamente adolescentes. Me alegro un montón de la fortaleza de vuestro cariño, creo que la elección de pareja, para bien o para mal, es la más importante decisión que debemos tomar. Seguid disfrutando de vuestro cariño durante muchos años, sin olvidar los colores... Un fuerte abrazo.
Pura química, pájaros a tu alrededor y mariposas en el estómago. Adolescencia pura y dura y luego ese ambiente bucólico y el buen tiempo...todo se confabula para que las sensaciones sean maravillosas y trascendentes forever and ever.
ResponEliminaBesos.
Ves? Lo que yo escribía el otro día: Esas cosas se dicen cuando te salen del corazón y del alma. Y ella no pudo evitarlas en ese momento.
ResponElimina:)
Precioso, Miguel!
Un beso!!
Yolanda: Me ha gustado mucho tu comentario. Y no, no olvido los colores.
ResponEliminaAngie: Así pasó. La primavera, aquel año llegó fuerte y feliz.
Lou: Así es. Eso es lo que tú decías en tu post. Pero a ella le salió de lo más puro de su ser.
Me asombra la solidez de esa primera relación que todavía se mantiene vigente. Qué dure por los siglos de los siglos...
ResponEliminaUn abrazo
Hay recuerdos que no lo son, en realidad son sensaciones muy difíciles de expresar. Hoy compartes esas sensaciones tan intimas y personales, que a la vez todos hemos vivido alguna vez. Y lo haces cargado de ternura, como si fuera ayer...
ResponEliminaGracias por dejarnos conocerte un poquito mas Miguel.
Un abrazo amigo
Los narradores del Levante tenéis una intensa atracción por la luz que impregna vuestros relatos de color y tonalidades cromáticas así como efluvios del aire. Te leo y me viene Manuel Vicent a la mente. Recuerdo su Tranvía a la Malvarrosa lleno de luz también y que recrea también esos encuentros amorosos en plena adolescencia. Sorolla fue el pintor de la luz del Levante y sé que es muy apreciado por ti. Yo no había experimentado este efecto de la luz hasta que este verano llegué a Valencia y me vi inundado de esa luz especial que envuelve la ciudad. Fui por supuesto a la Malvarrosa y paseé por su orilla. Hubiera querido ver la casa de Blasco Ibáñez que estaba cerca pero me enteré después que tenía su hogar en el Cabañal.
ResponEliminaEsos colores de esas prendas íntimas son solidarios con la luz del aire. Fíjate que dices azul celeste y el sol lucía luminoso. Los dos colores de sus prendas codiciadas eran los mismos que los de la luz que envolvía la escena. No eras consciente al escribir pero has logrado una síntesis hermosa. Como colofón esa confesión de cariño y afecto, estallando como estalla el aire, el sol y la primavera en vuestros corazones adolescentes.
Un abrazo.
Entrañable, lleno de luz y cariño. Una suerte que te digan esa frase en primavera.
ResponEliminaUn saludo
...y sonaron cohetes, y no era precisamente el castillo de la Magdalena :)
ResponEliminaPrecioso.
Luís Antonio: Gracias por tus deseos. Espero y deseo que así sea.
ResponEliminaClara: Así lo cuento, porque así lo siento. Como si hubiera pasado ayer. Porque hay recuerdos que ya no lo son, como tú muy bien dices, sino que han formado ya parte de nuestro ser.
Joselu: Me encantan tus comentarios. Y es que llegas hasta el fondo de lo que quiero transmitir. La luz mediterránea ha inspirado a todos estos artistas que tú mencionas y a los que yo admiro y adoro. Cuando leo comentarios como el tuyo me haces sentirme orgulloso de ser hijo del Mediterráneo.
Recuerdos perdidos: Una suerte. Una dicha. Un regalo infinito esto es lo que oír esta sincera frase.
Toni: ...Pero aún estaba en nuestro ser intacto el olor penetrante de la pólvora de las recientes "mascletaes."
No sé yo si uno logrará evitar el cargo de conciencia cuando te dicen que te quieren y tú tienes la mente fija en el sujetador azul, jajaja.
ResponEliminaQué tierna estampa adolescente. ¡Y qué rápido pasa!
Un beso
Alís: Pasa, pero queda para siempre en la mente.
ResponEliminaJo,Miguel, me había perdido esta entrada tuya tan conmovedora como apasionada y sobre todo, preciosa con ese amor adolescente refulgiendo como el mismo sol, ardiente de sentimientos encontrados.
ResponEliminaY esa frase como colofón...que bonito es escuchar algo así,¿verdad?
Me ha encantado.
Besos y felicitaciones, porque imagino que aún seguís mirándoos y sintiéndoos con la misma pasión y ternura.
:)
Q bonitoooo!!!! Ainssss...
ResponEliminaMarinel: Gracias por tus palabras. Gracias a Dios, después de casi cuarenta años, aún podemos decirnos la frase que servi de colofón.
ResponEliminaLoli: Me alegro volver a verte por aquí. ¿Cómo va todo...?
El final también a mí me ha calado hondo :D
ResponEliminaEnhorabuena por todas las primaveras!!
Besos
Gemma: A mí también me caló hondo. Y es que las primaveras tienen esto...
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