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Aquellos años...


Yo sueño muchas veces que puedo viajar al pasado. Me gusta soñar con eso. El momento no importa. Puede ser mirando la televisión, o paseando, o cuando voy en coche, o escuchando música, o cuando me acuesto a dormir y no tengo sueño.
Las ensoñaciones pueden llegar a ser casi reales. Y los recuerdos llegan límpidos y lozanos hasta mí. A veces soy yo quien manejo la situación, y entonces enfoco mi mente hasta un determinado lugar en el tiempo y lo rastreo por ver si encuentro alguna imagen que poder soñar. Otras, son los recuerdos los que afloran en mi subconsciente, y me incitan a soñar en aquellos añejos días de mi infancia, o mi adolescencia, o mi adultez.
Cuando viajo al pasado, todos mis cuidados quedan al margen; la vida, esa frenética vida que pasa vertiginosamente ante nosotros casi sin darnos tiempo a vivirla, se ralentiza y se toma un respiro. Es magia lo que brota de esta situación, no me cabe la menor duda, pues entonces, en estos momentos asombrosos en que sueño, puedo acariciar los minutos y los segundos que se desgranan ante mí sin miedo a perder el tren de la vida.
Anoche mientras veía un aburrido e intrascendente partido de fútbol soñé con mis años de estudiante en el instituto. Fueron siete años. Desde otoño de 1969 hasta la primavera de 1976. Entré en el instituto “Francisco Ribalta” de Castellón imberbe y vestido de pantalones cortos. Y salí hecho un adolescente que ya se afeitaba y que lucía sus preceptivos pantalones “Levis Strauss” de aquella época.
Fueron años intensos, llenos de emociones y de logros. Recuerdo los primeros años, en que, todavía con el ánimo vivo de un chiquillo, me pasaba los recreos jugando al fútbol con una pelotita de plástico. Y siempre con la ilusión y el temor de las notas. Luego vino el tiempo de los amoríos. Lo malo era que aquel instituto no era mixto. Sólo había chicos. Por eso estos primeros escarceos amorosos no tenían lugar en el instituto sino en otros sitios, como por ejemplo en el autobús que cogíamos todos los días desde el Grao de Castellón para ir al instituto. Allí viví mi primer amor. Que no pasó del intento. Después, ya en sexto de bachillerato empezamos a frecuentar otros sitios, como bares y discotecas. Y en una discoteca conocí al comienzo del COU a la que hoy es mi mujer.
Me vienen a la mente aquellos profesores y profesoras de aquellos tiempos. Y mis compañeros. Y los bedeles, que eran militares retirados. Recuerdo especialmente a un bedel que le llamábamos “El tío coño”, que fue un sargento chusquero en su anterior vida profesional. Y que dominaba la entrada principal del instituto. Menudas broncas nos pegaba. Y cómo le temíamos.
Estos años fueron años de formación y despertares. Años clave en mis memorias. Años de profundas emociones y de mucho estudio, todo hay que decirlo. Y como el final fue un final feliz, un final que supuso el inicio de mis estudios superiores y por ende, de alguna manera, el primitivo comienzo, las raíces, de mi vida profesional actual, una sonrisa de nostálgica fruición se dibuja en mi interior…

30 comentaris:

Sarashina ha dit...

Me admira, Miguel, que busques lo recuerdos y que consigas traerlos a ti con esa lucidez. Eso es señal de una larga práctica introspectiva. Se ve que yo he indagado en otros aspectos, porque introspectiva soy, pero no de recuerdos. A mí los recuerdos me asaltan o me vienen cuando quieren, sin buscarlos y entonces tengo la capacidad de entretenerme con ellos o rechazarlos, según estado de ánimo. Luego me admira que los expreses tan bien por escrito y los expongas con esa maravillosa sencillez, que no suele ser sencilla, en el sentido de que hay que tener una gracia especial para ello. Precioso que quieras compartirlos con nosotros.

Joselu ha dit...

Es sorprendente porque nosotros vivimos un bachillerato de seis años más el COU. A los nueve era el ingreso de bachillerato y a los diez empezábamos un sistema que era bastante duro y que me costó mucho esfuerzo sacarlo. Ahora tenemos un bachillerato de dos años tras una ESO demoledora para alcanzar un nivel aceptable por la diversidad que existe. No era un bachillerato ideal porque, tal como recuerdo, no leíamos libros de literatura, pero teníamos un esquema de su historia. Estudiábamos latín y sintaxis por un tubo. Yo estudié bachillerato de ciencias aunque luego me desvié hacia la Filología. Yo no recuerdo con agrado aquellos años pues estuve en un colegio de curas bastante repelente. Creo que empecé a vivir, a relacionarme con chicas, cuando llegué a COU. Pero no suelo recordar esas etapas. MI vida más apasionante comenzó más tarde. Hermosa evocación en la que te sumerges con deleite y te abstraes de la realidad circundante. Un cordial saludo.

Lourdes ha dit...

Es verdad, los años de instituto fueron geniales, para mí tb. Aunque, bueno, yo sólo tenía 3 años de bachillerato, y luego COU. Vamos, que en el insti sólo estábamos 4 años.
Inolvidables tb, dicho sea de paso. Sí, porque yo soy capaz de recordar profesores, compañeros (con nombres y apellidos) y el sinfin de anécdotas que todavía recuerdo y me parto de risa yo sola.
Ea, es que en aquellos años todavía éramos unos criajos...
jejej

Besos, Miguel!

Yolanda ha dit...

Miguel, yo no creo a pies juntillas eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Yo hice el mismo Bachillerato que tú, mi promoción fue la primera en experimentar el COU, y, desde luego, era mucho mejor que el sistema actual. Los padres de ahora creen que sus retoños son demasiado niños para ir a los IES, pero nosotros entrábamos a los diez años, tras un duro examen de acceso, y nadie se compadecía de nosotros. No había adaptaciones curriculares, ni profesores de apoyo, ni actividades extraescolares. Pero aprendimos mucho, muchísimo. ¿Nos educaron bien? En mi caso, quizá con excesivo rigor. Mi instituto era mixto a partir de 5º. Antes íbamos los chicos por la mañana y las chicas por la tarde o al revés, según los años. Teníamos notas mensuales y exámenes trimestrales y finales, una tortura, y las Reválidas, qué seriedad en los examinadores... Hemos pasado de un extremo a otro, sin quedarnos con lo bueno. Entonces sólo estudiaban unos pocos y se repetía cuantas veces hiciera falta, nada de pasar de curso con suspensos. Yo tenía compañeros en 4º y 5º que iban a la mili y uno de COU era un sargento casado y con tres hijos. La enseñanza obligatoria hasta los 16 es un logro social, pero siempre ha carecido de los medios prometidos. Creo que hoy la enseñanza se ha humanizado a costa de perder rigor y contenidos.
Yo no echo de menos aquellos años, salvo momentos concretos. No me recuerdo como una adolescente feliz porque viví experiencias bastante duras. Si tengo que marcar un suceso realmente importante sería cuando conocí a mi marido,a los 27 años. Lo anterior fue un aprendizaje necesario pero no siempre feliz. Pero así es la vida, una sucesión de hechos, cruces, luces y sombras. Hoy he superado mis traumas y he aprendido mucho de todo lo anterior. Creo que por fin soy buena maestra y eso me satisface.
Vaya, menuda confesión me ha salido...
Un abrazo,colega.

Raúl ha dit...

La fotografía bien pareciera sacada de aquella hermosa película "Últimas tardes con Teresa", tras la novela de Marsé.
Sonrío.

Yo fui al Penyagolosa.

Miriam ha dit...

Lindos recuerdos, la base de ese hombre que sos.
El mismo niño, con mas años, pero seguro que con los mismos sueños y anhelos, algunos cumplidos y otros todavía deseados.
Hermosos recuerdos con amor.
BEsos

Anònim ha dit...

Que bonita forma de describir estos años de adolescencia y como se va encaminando la vida. Me ha encantado!
Besitos

Cris ha dit...

Conociste a tu mujer con 18 añitos y estás todavía con ella??? Qué orgullo el haber encontrado a la mujer de tu vida en los tiempos que corren, no?

Besos a ls dos.

Miguel ha dit...

Clares: Pues la verdad es que tengo bastante facilidad para recordas vivencias. Y me gusta. Y a veces me gusta compartirlas con vosotros y vosotras.

Joselu: Yo creo que nada es bueno o malo porque sí. Todo es fruto de las circunstancias como dijo el filósofo. Por eso, aquel bachillerato hoy sería obsoleto.

Lourdes: Pues sí, éramos unos críos. Y yo, particularmente, aquellos años los recuerdo con gran alegría.

Yolanda: Muy bueno tu comentario. Poco más que añador. Sólo que aquellos eran otros tiempos. No sé si mejores o no. Simplemente diferentes.

Raúl: Así que al Penyagolosa. En mi época esto era el instituto femenino.

Miriam: Es bonito recordar que allí donde había un niño o un adolescente era yo. El mismo. Es curioso.

Vane: Me alegra que te haya gustado compartir mis recuerdos.

Cris: Fíjate, desde los 17 años que estoy con mi mujer. Y ahora tengo 52. Y no me arrepiento. La verdad es que es una mujer maravillosa.

El rincón de Chiriveque ha dit...

Pues Miguel, si yo tengo que encontrar a mi media naranja en una discoteca me pueden salir barbas por las orejas antes...jeje... Muy buena descripción y preciosa, entrañable como siempre. Un abrazo.

Miguel ha dit...

Chiriveque: No te creas que es que las frecuentaba mucho. Simplemente fue una casualidad del destino.

Toni Solano ha dit...

Tus palabras me han provocado un escalofrío de nostalgia. Cambian los tiempos, pero la evocación de la juventud siempre tiene algo sobrecogedor.

Miguel ha dit...

Antonio: Yo vuelvo a ella siempre que puedo. Nunca me olvido de mis vivencias. Forman parte de mi ser.

RAMPY ha dit...

Yo la verdad es que tengo muy buenos recuerdos de mi niñez, sobre todo de la época del instituto, donde pasé los mejores años de mi vida, y los recuerdo con cariño y con nostalgia.
Miro ahora esos mismos sitios por donde yo pasé y siento un poco de tristeza por ver cómo ha cambiado todo.
Es ley de vida.
Un abrazo.

Miguel ha dit...

Rampy: A mí me pasa lo mismo. Y es que el tiempo todo lo cambia y no tenemos más remedio que amoldarnos a ese cambio.

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO ha dit...

que sería de nosotros sin nuestros recuerdos...

un abrazo.

LOLI ha dit...

Que envidia sana,eso de tener un pasado feliz,mi vida comienza cuando conozco a mi marido de ahí hacia atras mejor no recordar.
Enhorabuena por encontrar a la mujer de tu vida en eso si que coincidimos en la suerte,jajajaja.
UN BESAZO

Miguel ha dit...

Fernando: Los recuerdos nos laimentan el presente.

Loli: Pues es cierto, yo tuve la suerte de tener una infancia muy feliz. Y siempre que puedo me gusta recordarla.

eseferrer ha dit...

Las vivencias de la juventud, son unicas y unipersonales. Vienen determinadas por una serie de circunstancias a las que estamos sujetos por motivos a los que nadie ha invitado y causas que están ahí, por eso por que te tocan, tanto si quieres como no. Nuestra juventud, y me refiero a la de tu padre y la mía, fué la que entonces teníamos que pasar, queramos o no, ¿mejor?, ¿peor?, nada de eso, simplemente diferente.
Fuimos a la escuela, cuando pudimos, mientras pudimos, mientras las condiciones bélicas nos lo permitieron. Nuestros juquetes eran de lo más arcaico y elemental; con una caja de zapatos, un cordel y un mucho de imaginación, igual teníamos un camión, que una barca de arrastre. Asi, de esta forma nos acostumbramos a que no nos faltase de nada, ya que si poco o nada teníamos, la ilusión nos lo facilitaba todo.
Vaya si teníamos que echar fantasía. Pero de esta forma, siempre hemos dispuesto de coraje, empuje, y decisión el resto de nuestra existencia. Tu, en tu casa tuviste una muestra y experiencia. Y si hay alguien que lo dude que me lo pregunte. ¡A estas edades! Que ¿cuantos años tengo? Miguel lo sabe a ciencia cierta. Preguntadselo.-
Una abrasada,
¡Micalet,amunt!
¡Tot per el Grau!

eSeferrer

Miguel ha dit...

Sergio: Gracias por ilustrar estos comentarios con tu experiencia, con tus ochenta años de experiencia, y gracias por recordarme que estas vivencias pasadas nunca mueren, ahí están para que usemos de ellas cuando la ocasión lo requiera.

María ha dit...

Me ha encantado que nos trajeras tus recuerdos, es bonito recordar alguna vez, gracias por compartirlos con nosotros.

Eran otros tiempos distintos, yo recuerdo que no había prisas, que los tiempos eran más lentos, y ahora en cambio, los niños y jóvenes, viven ya acelerados.

Cuando yo estudiaba existía FP, y BUP y COU, los estudios me parece que no eran tan difíciles como ahora, a mi me parece que se les exige mucho a los alumnos, yo lo veo por mi hija, que todos los días tiene controles, además de muchísimos ejercicios, y luego trabajos extras que les mete el profesor, la verdad es que me parece demasiado.

Saludos.

Miguel ha dit...

María: Lo de que ahora se trabaja más que antes depende del profesor que te toque. Hay de todo. Pero tienes razón, antes el tiempo era más lento. Se vivía con menos prisas.

Luis Antonio ha dit...

La memoria tiende a conservar los buenos recuerdos, obviando los demás. Por eso sentimos cierta nostalgia al evocarlos...
Un abrazo

Hada Isol ♥ ha dit...

Los primeros libros que tuve entre mis mnanos fueron corazón y juvenilia,hoy me sentí como leyendo uno de ellos,incluso mejor,sin duda en ese pasado que recorres es que se ha afianzado la persona maravillosa que eres,a menudo yo hago lo mismo y vuelvo a ver en mi mente al mundo enorme desde unos pequeños ojos,disfruto revisar entre los tesoros que guarda mi corazón,me gustó mucho esta entrada Miguel,te mando un abrazo amigo mio!

Miguel ha dit...

Luís Antonio: Puede que sea cierto. La memoria es muy selectiva y es muy positiva. Yo, desde luego tiendo a olvidar los malos recuerdos.

Isol: Gracias por tu comentario. Eres un sol.

Sirena Varada ha dit...

Años de profundas emociones y mucho estudio, así los recuerdo también yo.
Acaso, como decía Keepling, no sólo éramos felices, además lo sabíamos.

Una entrada felizmente evocadora.

Un saludo.

Miguel ha dit...

Sirena varada: Efectivamente, no sólo éramos felices, sino que lo sabíamos. Y ahora al recordarlo, también soy feliz.

María ha dit...

JAJA, MIGUEL,

yo fíjate, casi nunca viajo al paso en mis sueños, siempre al futuro o en pleno presente me voy volando... Lo de soñar, es algo que creo que tenemos muy poco explotado y a veces, como tú dices es tan real, como la realidad misma.

Tu regreso al pasado, por lo que cuentas, son los cimientos de lo que hoy es tu vida ¿la fotografía sois tú y tu esposa? tal mente como en las pelis ¿eh? Y ese bedel, jajaja, como sabían cual debía ser el carácter para lidiar con la ganadería que a veces existe en los Institutos. Sin embargo, yo recuerdo con muchísimo cariño, a uno, que conocí cuando estudiaba, COU, porque el BUP, lo hice en un colegio de monjas, que por cierto a diferencia de la mayoría también recuerdo como una de las épocas más felices.

Pues eso, nuestro bedel era un cielo, tal mente como un Papá Noel, siempre dispuesto a echarte una mano...¡¡Qué tiempos!!

Bueno, no obstante, prefiero seguir en la época que estoy, tienes razón, lo de las notas y los exámenes era un sin vivir...


Muchos besos, Miguel.

Marinel ha dit...

Qué bonito es mecerse en los recuerdos,¿verdad Miguel?
Y si como tú,se llega a este presente con una sonrisa de felicidad colgada entre los labios...
¡Qué maravilla!
Es mágico sin duda traer a la actualidad ese pasado cargado de sensaciones y experiencias.
Es un conjugar verbos pretéritos con el presente y unirlos para formar un futuro que está por venir y aún es misterioso.
Hermosa foto,donde te intuyo a ti y a la dama de tus sueños :)
Cuando te pones,te pones,¿eh?
Bueno,la verdad es que siempre me encantan tus escritos.
Siempre.
Besos.

Miguel ha dit...

María: Nosotros temíamos a los bedeles. Los considerábamos casi como policías. Pero la verdad es que ladraban pero no mordían.

Marinel: A mí me gusta conjugar los tres tiempos: pasado, presente y futuro. Porque, no creas, a veces viajo al futuro.

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