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La campanita


Mi tío Miguel se murió tras una larga y terrible enfermedad, ahora hace cuarenta años. Aquella enfermedad había ido minando sus facultades vitales hasta dejarlo postrado en una silla de ruedas. En sus últimos años de vida perdió la capacidad de hablar. Mi tía le compró una campanita, que él hacía sonar cada vez que necesitaba ayuda. En su casa estaba continuamente sonando la campanita. Y un día la campanita calló. Mi tío Miguel se murió en silencio. Y todos lloramos su marcha. Especialmente triste estaba mi padre, pues habían sido inseparables amigos desde la infancia. Mi tía y mi padre sé que lloraban juntos muchas veces. Porque mi padre continuaba yendo a su casa casi a diario. La silla de ruedas mi tía la donó a un centro especializado. Tal vez a alguna persona necesitada le fuera de utilidad. Pero la campanita quiso quedársela. La dejó en la mesita al lado de donde dormía mi tío. Pasaron los días. Y al cabo de una semana mi padre me contó una cosa que me puso los pelos de punta. Me dijo que mi tía de vez en cuando oía el tañido de aquella campanita cuando estaba sola en casa. Mi padre me tranquilizó diciéndome que eso era normal, que se trataba de alucinaciones, que era lógico, pues en los últimos días de vida de mi tío la campanita estaba sonando todo el día. Y mi tía aún tenía metido este sonido en su cabeza. Eran simplemente imaginaciones de mi tía. Yo me tranquilicé. Y me olvidé del tema.
Al cabo de unos días mi padre nos dijo a mi madre y a mí que quería contarnos algo. Resultó que mi padre estaba en el comedor de casa de mi tía hablando con ella y con un comerciante que había venido de Madrid para ultimar unas compras, pues mi tía tenía una pequeña zapatería en la parte delantera de su casa. Y de pronto, procedente de la habitación se oyó el claro y nítido tañido de la campanita de mi tío. Mi padre y mi tía, como movidos por un resorte, y ante la estupefacción de aquel señor, se levantaron y se quedaron mirando impávidos. Aquel señor les preguntó que qué pasaba. Y diciendo esto volvió a sonar limpio y metálico el repique de la campanita. Los tres se quedaron callados y miraron instintivamente hacia la vacía habitación donde estaba la campanita. La expresión inquiridora de aquel señor hizo que mi tía se le dirigiera abiertamente y le preguntara si había oído el sonido de una campanita. Claro. Dos veces, dijo que la había oído. Y qué había de malo o misterioso en ello preguntó. Entonces entraron los tres a la habitación de donde provenían los tañidos y los tres pudieron comprobar que la habitación estaba totalmente vacía.
Después de aquello la campanita calló para siempre.

24 comentaris:

La Vero ha dit...

Valla miedito, menos mal que lo he leido a las 21h que sino... si que da un poco de mala espina.

Esos detalles que siempre se quedan contigo de los que se van no tienen precio, son tan especiales.

Besos y abrazos

Lourdes ha dit...

A mí tb se me han puesto los pelillos de punta, joé.
Pero, vaya, que yo creo que esas cosas pasan más de lo que nos queremos creer, eh?


Besos, Miguel!

Yolanda ha dit...

Miguel, una de fantasmas tenemos... Qué miedo oír sonar una campanilla inerte, ni me lo imagino... Me gustan las historias de miedo y misterio bien contadas, como ésta. ¿Recuerdas "El miedo", de Valle Inclán? Y la historia que nos ha contado Clares en tres entregas nos ha tenido en vilo varios días, y eso que ya pasaron las ánimas de noviembre. Ahora se lleva el carnaval, que no me gusta nada. Me gusta su historia y su tratamiento en literatura, no las charangas baratas que se montan en los colegios, en el mío al menos, paa perder una tarde de clase, con la falta que nos hace. En fin, es lo que hay...
Los muertos queridos siguen entre nosotros, estoy segura, no se van mientras los recordemos. Yo a veces sueño con la voz de mi madre y no la olvidaré nunca. Somos de donde y de quien venimos, no podemos renunciar a nuestros orígenes. Esa campanilla que sonó era una llamada de atención, eh, que sigo aquí, no me olvidéis. Yo no soy miedosa, pero si me ocurriera algo así no sé, no sé...
Un abrazo, colega. ¡Mañana es viernes! Y a juzgar por la predicción del tiempo va a ser muy casero, so pena de tropezar con algún pingüino despistado...

Joselu ha dit...

No sé si pasó exactamente lo que creyeron, pero con este material se puede crear una hermosa leyenda que encantaría a mi hija pequeña. Se la contaré. Un cordial saludo.

Sarashina ha dit...

Estamos últimamente muy misteriosos, Miguel. No sé si es este mes de febrero, que a mí me parece el más invernal de todos, el tiempo en que antiguamente se contaban las historias con fastasmas o no, en torno al fuego. Dice la Yourcenar que el azar tiene sus leyes, pero que no las conocemos. Lo mismo podríamos decir de estas cosas misteriosas que pasan y que no podemos explicar. Seguramente hay muchas cosas que se escapan de nuestra comprensión, pero que ahí están para recordarnos que no somos tan sabios ni tan racionales. Preciosa historia, amigo, que habla del amor a las personas que se van para siempre y de su permanencia en nuestro recuerdo.

Cris ha dit...

Y ahora cómo interpreto yo esto... Sugestión nno puede ser al haberlo escuchado también alguien ajeno. De hecho, es gracioso que le preguntaran al vendedor si él también lo habái escuchado, jaja. Viento quizás? Un gato en casa? En todo caso, una forma de no olvidar al tío.
Besos.

Raúl ha dit...

Joder, Miguel... con qué cuerpo me has dejado.

Anònim ha dit...

se me han puesto los pelos de punta con la historia, sé que hay mucha gente incrédula hacia este tipo de cosas, pero... yo sí que me las creo.
Besitos

Miguel ha dit...

Vero: A lo mejor esa campanita es un detalle que alguien quiso que se quedara para siempre con nosotros.

Lourdes: Yo, después de esto, tengo mis serias dudas. Porque explicación mundana no tiene. O por lo menos, a mí no se me ocurre.

Yolanda: Vaya, es cierto, también Clares contó una de miedo. Parece que este frío inspira esas cosas.
Los muertos queridos, querida Yolanda, de una manera u otra, siguen entre nosotros.

Joselu: Esta historia da para una leyenda, pero con el añadido de que es real, que pasó de verdad. Que no son historias inventadas.

Clares: Ya leí tu historia, también de miedo. Parece que estos fríos nos inspiran estos relatos. Verídicos, aunque no lo parezcan. Y seguramente tendrán una explicación estos fenómenos, pero como tú muy bien apuntas, no la conocemos.

Cris: Mi padre siempre me decía que mi tío quiso demostrarnos a mi tía y a él, que él estaba ahí, y que buscó un testigo para que nos lo creyéramos.

Raúl: Yo, cunando lo recuerdo aún me quedo raro, sin saber qué pensar.

Vane: Yo también creo que hay algo, pero no sé explicarlo.

fernando ha dit...

ufff que miedo ufffff

un abrazo.

Miguel ha dit...

Fernando: Pues esto pasó de verdad. Por eso, creo da miedo.

LOLI ha dit...

Como me gustan estas historias!!!
Mira de adolescente teniamos una vecina muy mayor y hablaba de su marido ,yo pensaba que estaba vivo hasta que charlando una noche de verano en la calle ,resulta que no que hacia años que habia muerto pero cada noche iba a con su mujer a dar un paseo,le deciamos que lo soñaria pero decia que no y que la muestra era que ella cuando se acostaba dejaba las zapatillas al lado de la cama y cuando volvian del paseo las dejaba al lado de la puerta.
Me gusta esas historias porque aunque a veces de miedo quiere decir que no se deja nunca de existir que hay algo mas allá.

UN BESAZO GRANDE

Miguel ha dit...

Loli: La verdad es que esas historias nos dan un poco de miedo, pero nos dan qué pensar. Y a lo mejor es que sí que hay algo una vez morimos.

Miriam ha dit...

Leí esto hace unos días... no podia dormir, y me vine a sentar en la compu. Allí apareció este relato, todo estaba oscuro y en silencio, era de madrugada. Pronto se me fueron enfriando las manos y un temblor me recorrió el cuerpo... por un momento me pareció sentir la campanilla...
Buen relato Miguel, me hizo estremecer.

Miguel ha dit...

Miriam: Lo mejor de este relato es que es algo que pasó de verdad.

María ha dit...

Siempre he pensado que los que se van, no se van del todo...

Quizá, tu tío, necesitaba que tu padre supiera que no eran alucinaciones de su esposa y tras conseguir eso, se fue en paz o la menos, no necesitó hacer evidente su presencia...¿Quien sabe? ;-)

Me ha encantado esta historia Miguel...

Uno no sabe si es real o sólo fruto de tu imaginación, sea como sea, perfecta para una noche fría frente al fuego jaja


Muchos besos, Miguel.

Miguel ha dit...

María: Precisamente esto, que mi tío quería que mi padre supiese que no eran aluncinaciones de mi tía, era lo que siempre argumentaba mi padre cuando lo contaba.

Marinel ha dit...

Sabes que mientras leía me ha recorrido la piel un intenso escalofrío?
Dicen que cuando esto ocurre,es que contigo se encuentra alguien que ya no vive físicamente entre nosotros...
Creo en esas cosas,aunque me de mucho repelús...
No sé si es el poder de la mente, que nos juega malas pasadas o que nos quieren llamar la atención...
Cuando mi padre murió, yo acababa de cumplir los diecinueve, y al volver del instituto por la noche, cuando entraba al comedor, un par de veces me pareció verlo sentado en su sofá favorito mirando por la ventana,afición que había tomado en sus últimos tiempos...
No sé...quizá es su forma de despedirse?
Me ha impactado hoy tu bonita y triste historia,lo reconozco.
Besos,Miguel.

El rincón de Chiriveque ha dit...

Espeluznante y entrañable, amigo, me has dejado sin palabras. Un caso para el finado Jiménez del Oso, jeje...
Un abrazo amigo, que sepas que a mí me gustan esas campanitas...

Miguel ha dit...

Marinel: Yo no sé qué pensar. Puede que sea nuestra imaginación, pero a veces la cosa parece tan clara que da qué pensar.

Chiriveque: La verdad es que esto que yo cuento es más común de lo que parece. Siempre son cosas que pasan a los demás, hasta que te pasa a ti.

María ha dit...

Parece cosa misteriosa ¿verdad? lo que pasa que en la vida hay tantas cosas misteriosas...

En realidad, parte de las personas que se van, quedan con nosotros, y así las sentimos interiormente y exteriormente a través de sus objetos cercanos.

Saludos, Miguel.

Esther ha dit...

Nos da tanto miedo todo aquello que no somos capaces de explicar que a veces incluso nos asfixiamos entre las sábanas...

Perséfone ha dit...

Te prometo que ahora soy yo la que tiene los vellos como escarpias... Siempre he sentido muchísimo respeto ante este tipo de sucesos.

Claro que no tienen por qué ser nada, sino más bien, todo lo contrario.

Un saludo.

Miguel ha dit...

María: Alguna parte de las personas que se va, se queda. Por lo menos eso es lo que parece.

Esther: A lo mejor si supiéramos la verdadera explicación del caso lo tomaríamos con naturalidad.

Perséfone: A mí estas cosas me ponen los pelos de punta y creo que es porque no le encontramos explicación.

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