En estos días se cumplen setenta y nueve años de aquel 14 de abril de 1931 en que se instaurara por aclamación la II República en España. Y los adictos al republicanismo lo han celebrado, y los otros, lo han recordado. Es ésta una fecha señalada que no puede pasarse por alto, y que a nadie deja indiferente. Más importante que aquel lejano 11 de febrero de 1873 en que se proclamara la I República española. Hoy pocos se acuerdan de la fecha y de la esencia de aquella decimonónica, primigenia y efímera I República española que pasó como de puntillas por la Historia de España. En cambio, el 14 de abril es otra cosa. Porque aquí aún existe entre un elevado número de españoles la nostálgica y firme adhesión a los principios renovadores y revolucionarios que supuso aquella República. Un nuevo régimen que surgió como de la nada en la ancestral España de aquellos años treinta del pasado siglo, un innovador régimen que pretendía con toda la buena intención del mundo curar en un pispás todos los males de la España de entonces.
Hagamos un poco de Historia. Estamos iniciando la tercera década del siglo XX. En España han pasado casi de largo las revoluciones liberales del siglo XIX. En 1812 se promulga la Constitución de Cádiz, pero con la vuelta de Fernando VII se queda en nada. Luego aparece el teniente coronel Riego que da paso al trienio liberal, de 1820 a 1823, cuyo himno, el de Riego, será el oficial de la II República, y que dicho de paso, desbarató, otra vez, “El Deseado”; más tarde tiene lugar la revolución de 1854, el llamado “bienio progresista”; y después, el sexenio revolucionario (1868-1874) que introdujo en nuestro país las prácticas democráticas y nos dotó de un par de Constituciones con vocación liberal. Pero la España profunda, la España atávica no sufrió modificación alguna. Las revoluciones están pues, pendientes. La figura del rey prácticamente no se ha tocado, a pesar de que se habla en los textos constitucionales de que la soberanía recae en el pueblo.
Así pues, cuando empiezan los años treinta del siglo XX nos encontramos con una España que acaba de salir de una dictadura (con la aquiescencia del Rey) y que ahora está siendo gobernada por la llamada “dictablanda”. Es una monarquía decrépita en la que el rey no sabe tomar las riendas del Estado. Los intelectuales y el movimiento obrero están sedientos de cambios. Hay que modernizar España. Son ideas revolucionarias para aquella anquilosada y caciquil sociedad que representaba la monarquía de Alfonso XIII.
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dan mayoría en las grandes ciudades a los partidos republicanos. La gente, dos días más tarde, se echa a la calle y los acontecimientos se precipitan. Se proclama la República, y el rey tiene que hacer las maletas. Se ha producido un cambio de régimen sin derramamiento de sangre.
Pero la proclamación de la República iba mucho, muchísimo más allá del hecho de que ahora el jefe del Estado fuera el Rey o fuera el Presidente de la República. La salida del rey en barco desde Cartagena era vista como la marcha de todos los males que aquejaban a España en aquel momento y que la gente personificaba en la figura del monarca.
Una vez proclamada la II República hay una explosión de libertad. De derechos. De romper con todo lo antiguo. De construir una nueva España. Enseguida se convocan elecciones, se convocan Cortes Constituyentes, pronto está lista la nueva Constitución; se acometen las reformas agrarias, la reforma del ejército, hay un impulso como nunca en la educación, el asunto religioso es tema de debate… España hierve… Tanta libertad y tantos derechos en tan poco tiempo acabaron por atragantársele a los españoles (unos por demasiado y otros por demasiado poco). Total, que aquella situación de efervescencia estalló, y como todos sabemos, un golpe militar truncó de raíz todos los proyectos republicanos que tan sólo hacia un lustro se habían puesto en marcha. Después de una dictadura que borró por completo todo el ideario de la República llegó la transición (para unos, modélica, y para otros, incompleta) que nos llevó hasta la actual democracia en la que los mismos derechos y libertades que se plantearon hace casi ochenta años, hoy se han hecho realidad.
Bueno, y ahora, en estas fechas, es momento de honrar a aquellas gentes que supieron dar unos aires modernos y democráticos a una España aún anclada en muchos aspectos en el Antiguo Régimen. Y es momento también, de plantearnos el eterno dilema: Monarquía o República. Yo no lo tengo claro. En su momento la monarquía representaba toda la esencia de los planteamientos del Antiguo Régimen, y descabezada la monarquía, se veía claro un nuevo régimen de cariz democrático. Pero hoy en día la monarquía no representa esto. Algunos países en donde la democracia y los derechos civiles son más firmes tienen una monarquía, luego el rey no tiene por qué suponer ningún obstáculo para la democracia (aunque hay países que todos conocemos en que esto no es así). Entonces, ahora, en España, la cuestión ya no es la de antaño en la que el rey dificultaba las libertades democráticas. Si quitamos al rey de España, pondremos a un presidente de la República. El mismo perro con distinto collar. Antes no lo hubiera dudado, habría enarbolado la bandera tricolor, pero ahora, casi me da igual que el jefe del estado sea un rey o un presidente de la República. Sólo hay una cosa que me inclina un poco hacia el republicanismo, que es la argumentación de que el rey es impuesto y el presidente es elegido. ¿Qué opináis vosotros y vosotras?
Hagamos un poco de Historia. Estamos iniciando la tercera década del siglo XX. En España han pasado casi de largo las revoluciones liberales del siglo XIX. En 1812 se promulga la Constitución de Cádiz, pero con la vuelta de Fernando VII se queda en nada. Luego aparece el teniente coronel Riego que da paso al trienio liberal, de 1820 a 1823, cuyo himno, el de Riego, será el oficial de la II República, y que dicho de paso, desbarató, otra vez, “El Deseado”; más tarde tiene lugar la revolución de 1854, el llamado “bienio progresista”; y después, el sexenio revolucionario (1868-1874) que introdujo en nuestro país las prácticas democráticas y nos dotó de un par de Constituciones con vocación liberal. Pero la España profunda, la España atávica no sufrió modificación alguna. Las revoluciones están pues, pendientes. La figura del rey prácticamente no se ha tocado, a pesar de que se habla en los textos constitucionales de que la soberanía recae en el pueblo.
Así pues, cuando empiezan los años treinta del siglo XX nos encontramos con una España que acaba de salir de una dictadura (con la aquiescencia del Rey) y que ahora está siendo gobernada por la llamada “dictablanda”. Es una monarquía decrépita en la que el rey no sabe tomar las riendas del Estado. Los intelectuales y el movimiento obrero están sedientos de cambios. Hay que modernizar España. Son ideas revolucionarias para aquella anquilosada y caciquil sociedad que representaba la monarquía de Alfonso XIII.
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dan mayoría en las grandes ciudades a los partidos republicanos. La gente, dos días más tarde, se echa a la calle y los acontecimientos se precipitan. Se proclama la República, y el rey tiene que hacer las maletas. Se ha producido un cambio de régimen sin derramamiento de sangre.
Pero la proclamación de la República iba mucho, muchísimo más allá del hecho de que ahora el jefe del Estado fuera el Rey o fuera el Presidente de la República. La salida del rey en barco desde Cartagena era vista como la marcha de todos los males que aquejaban a España en aquel momento y que la gente personificaba en la figura del monarca.
Una vez proclamada la II República hay una explosión de libertad. De derechos. De romper con todo lo antiguo. De construir una nueva España. Enseguida se convocan elecciones, se convocan Cortes Constituyentes, pronto está lista la nueva Constitución; se acometen las reformas agrarias, la reforma del ejército, hay un impulso como nunca en la educación, el asunto religioso es tema de debate… España hierve… Tanta libertad y tantos derechos en tan poco tiempo acabaron por atragantársele a los españoles (unos por demasiado y otros por demasiado poco). Total, que aquella situación de efervescencia estalló, y como todos sabemos, un golpe militar truncó de raíz todos los proyectos republicanos que tan sólo hacia un lustro se habían puesto en marcha. Después de una dictadura que borró por completo todo el ideario de la República llegó la transición (para unos, modélica, y para otros, incompleta) que nos llevó hasta la actual democracia en la que los mismos derechos y libertades que se plantearon hace casi ochenta años, hoy se han hecho realidad.
Bueno, y ahora, en estas fechas, es momento de honrar a aquellas gentes que supieron dar unos aires modernos y democráticos a una España aún anclada en muchos aspectos en el Antiguo Régimen. Y es momento también, de plantearnos el eterno dilema: Monarquía o República. Yo no lo tengo claro. En su momento la monarquía representaba toda la esencia de los planteamientos del Antiguo Régimen, y descabezada la monarquía, se veía claro un nuevo régimen de cariz democrático. Pero hoy en día la monarquía no representa esto. Algunos países en donde la democracia y los derechos civiles son más firmes tienen una monarquía, luego el rey no tiene por qué suponer ningún obstáculo para la democracia (aunque hay países que todos conocemos en que esto no es así). Entonces, ahora, en España, la cuestión ya no es la de antaño en la que el rey dificultaba las libertades democráticas. Si quitamos al rey de España, pondremos a un presidente de la República. El mismo perro con distinto collar. Antes no lo hubiera dudado, habría enarbolado la bandera tricolor, pero ahora, casi me da igual que el jefe del estado sea un rey o un presidente de la República. Sólo hay una cosa que me inclina un poco hacia el republicanismo, que es la argumentación de que el rey es impuesto y el presidente es elegido. ¿Qué opináis vosotros y vosotras?
28 comentaris:
Pues opino más o menos como tú.
A veces veo la monarquía un tanto pasada de moda y un tanto añeja. Y la considero más bien como algo figurativo, algo representativo de un país pero que en el fondo ni te quita ni te pone.
Pero el caso es que me gusta que nuestro país avance (que todos los países avancen) así que prefiero que quien esté a la cabeza lo hayamos elegido nosotros.
Un beso y espero que hayas tenido buena vuelta!
Qué chula la clase de Historia, eh?
Cómo se nota!! jejeje
Y bueno, yo creo que el Rey es un representante del Estado y poco más. Vamos que tampoco es que se dedique el hombre a mandar ni a gobernar. Que para eso ya tenemos a algunos por ahí "dando guerra"...
:)
Besos, Miguel!!
Más o menos, me siento como tú en esa afirmación final. Sin embargo, creo que falta un debate político al respecto. Hemos olvidado que los reyes lo son por gracia divina (o por estirpe de sangre), algo totalmente trasnochado y fuera de lugar en el siglo XXI. Lástima que los políticos elegidos democráticamente ofrezcan un panorama tan desalentador como esa gracia divina, pues sus gracias son divinas en otro sentido.
Yo he sido juancarlista no monárquico. El papel de la monarquía ha sido positivo y en algunos sentidos podemos decir que estamos en una monarquía federalista aunque algunos quieran negarlo. Está bien. Pero ver a la familia real al completo en el palacio de Marivent me suele enervar. ¿Qué es esta banda para mí? Nada. Respeto y mucho a Sofía. Pienso que en ella está una buena clave de todo lo bueno que ha pasado en este país y que ha centrado al rey, escarmentando de la experiencia griega. Pero ¿qué narices representa la monarquía hoy en pleno siglo XXI? ¿Hay alternativa? Pienso que no la hay pero la monarquía tiene escaso calor popular. Fue impuesta por Franco y eso lo sabemos. Nunca hemos tenido opción de elegir. Y que no me digan que la Constitución que votamos en 1979 suponía la aceptación de la monarquía porque entonces fue una jugada de trileros. Además yo no la voté. Agradezco a Juan Carlos que se comportara lealmente el 23 de febrero de 1981, pero también hay que puntualizar muchos peros porque es muy posible que él alentara -consciente o inconscientemente- aquel intento de golpe.
¿Merece la pena un cambio de régimen? Pienso que no. Pero ni la monarquía ni su bandera ni su himno son motivos para mí ni para mucha gente de orgullo ni de satisfacción.
Estamos huérfanos.
Hemos coincidido en el título del post que yo publicaré mañana. Se complementan.
Un cordial saludo.
Cactus girl: Esa creo que es la clave: que el rey nos fue impuesto.
Lourdes: Sí, el rey no gobierna "reina". Lo malo es que no se sabe muy bien qué es eso de reinar.
Antonio: Sí, yo creo que falta un debate serio en este sentido. Una vez superado esto se verían las cosas de otra manera.
Joselu: Bueno, espero a que publiques tu post. Allí, seguramente podré comentarte mejor. Pero En defintiva ya anticipas algo en este comentario. Sí, hay que reconocerlo, esas estampas de la familia real significan algo caduco.
Yo soy republicano pues me parece que las Monarquías se han quedado obsoletas, además de ser por sí mismas antidemocráticas. un abrazo.
Es que a estas alturas la existencia de un puesto vitalicio y hereditario me parece un poco obsoleta...
(además, para mí el 14 de abril es el día en que se celebra el aniversario de mis padres, de toda la vida! :)
Besitos!
Fernando: Las monarquías, en su origen, efectivamente, eran antidemocráticas, pero ahora, en algunos lugares, se han tranformado y conviven con la democracia.
Cris: Totalmente de acuerdo contigo que ese puesto vitalicio está fuera de lugar.
Pues verás, casi estoy de acuerdo contigo.Yo no soy muy política,aunque sí veo y siento lo que acontece a mi alrededor y me pesa,además me toca muy de cerca,sobre todo la crisis...
En cuanto a lo de la república,pues he de confesar que alguna que otra discusión se forma en casa,porque mi marido y mi hijo están por la república, y yo,exceptuando esa imposición real y ese mantenimiento también impuesto de todos los miembros de la familia real,que cuestan dinero de nuestros bolsillos, y todo ello sin elegirlo...
Pues como que me da igual,porque no creo que las cosas cambiasen mucho.Siempre habrá quienes nos absorban, nos manipulen, nos contenten y qué se yo...
Ya ves que la política no es lo mío...
Besos.
Por cierto...como se nota que eres profesor de historia,¿eh?
Je,je,je
Muy buena clase,profe.
Marinel: Gracias por tu comentario. Me alegra de que coincidamos en este punto. Yo tampoco, la verdad, soy muy político, pero este tema es un tanto especial.
La monarquía es anacrónica. Los puestos públicos no pueden heredarse. Hay que ganárselos. El rey no puede tener más privilegios que el común de los mortales. Los pactos que tuvieron sentido en aquel momento histórico, ahora no lo tienen. La Constitución, sin negarle eficacia, debe reformarse y someterse a referéndum...
Un abrazo, Miguel
Estupenda lección de Historia, Miguel, conviene recordarla de vez en cuando para saber por qué estamos como estamos y hacemos lo que hacemos. Hoy, como le he dicho a Joselu, habría que recuperar algunos de los valores de la República, pero no veo el panorama preparado para ello. Nos hemos vuelto acomodaticios y conformistas. Criticamos, sí, pero sin demasiada convicción y nulo entusiasmo. Nos preocupan más otras cosas. Si nos parece mal la Monarquía es porque viven a todo lujo a nuestra costa, no por su relevancia política, más bien nula. Son decorativos, nada más. No resultan ejemplares en ningún sentido. ¿Sería preferible un Jefe de Estado elegido periódicamente, como en Francia? Pues la verdad es que no lo sé, no creo que cambiara nada sustancialmente. El equilibrio siempre es delicado, ahora más o menos nos vemos estables, pero en cuanto profundizamos en alguna cuestión vemos que no es así. ¿Triunfaría hoy una revolución en toda regla? Creo que no.
Recuerdo haber escuchado el Himno de Riego hace muchos años en una obra de teatro, "De San Pascual a San Gil", sería por el año 80, más o menos, y todo el teatro la coreó y acompañó con los pies. Qué cosas recuerda una...
Un abrazo, colega.
Yo estoy contigo, el último escollo del franquismo es el rey, pero bueno, ya hicieron entre todos una muy buena campaña de publicidad para que cayeran bien...
Besicos
Uff que debate!! La monarquía ahí está... hace su papel... o no?? no se bien, no sigo estas cosas, no porque no me puedan interesar, sino porque no las comprendo bien, pero las respeto siempre.
Siempre un placer pasar a leerte
Recibe un relajante y cálido abrazo
Beatriz
gracias por darme tanto conocimiento!!!
siempre está bueno aprender algo más..
un abrazo
Una entrada interesante.
Ya me gustaría tener más conocimientos, y memoria -olvido lo que leo-, para asimilar la historia española de los dos últimos siglos. Una historia que creo compleja, sobre todo por el subjetivismo de nuestros historiadores, que a veces me lían más que aclararme.
¿La monarquía? Ahora con la crísis pienso que podría venir muy bien el dinero de la casa real para invertir en la economía española. Lo malo es que si no existiese la familia real, ese dinero acabaría en las manos de los políticos y no sé que es peor.
Encantada de pasar por aquí.
Luís Antonio: La verdad es que la monarquía está fuera de lugar. En su momento (cuando murió Franco) nos sirvió mucho, la verdad, para que el cambio no fuera tan brusco, pero ahora, creo que ya va siendo hora de plantearse un debate serio sobre el tema.
Yolanda: Yo opino como tú. El Rey es una figura obsoleta, decorativa y además, impuesta. Pero si la elimináramos tendríamos que poner a alguien en su lugar. Y esto creo que no cambiaría mucho el panorama. Lo único, sí, que aquel presidente o presidenta sería alguien elegido por el pueblo.
Belén: Tienes toda la razón del mundo. No debemos olvidar que fue el mismo Franco quien nos lo impuso. Aunque, como he dicho, cumplió su misión importante en la transición.
Beatriz: A mí, cuando mis alumnos me preguntan por la misión del monarca, la verdad es que no sé que contestarles. Porque se limita a representar a España. Pero no hay que olvidar que el rey está ahí porque le puso el dictador.
Adrisol: Me alegro de que por América sigan las vicisitudes de España. Siempre es un placer verte por aquí.
Recuerdos Perdidos: Efectivamente, los políticos ya harían lo posible por ajenciarse todo el dinero. Si es que con los políticos, no hay manera.
Yo no tengo ninguna duda a este respecto, Miguel.
La monarquía me parece un anacronismo, un lujo y un poder que se ha impuesto y que no ha sido elegido democráticamente y que encima es hereditario.
Un abrazo.
Las monarquías son antidemocráticas pues se eligen sus miembros sino que vienen impuestos.
que buen resumen de la historia de España! me ha encantado esto de recordar conceptos!
Pues yo, al igual que tú, también me inclino hacia el republicanismo.
Besines
Cristal: Estamos de acuerdo. La monarquía es un anacronismo.
Fernando: Esto precisamente es lo que me inclina a pensar más cerca del republicanismo que de la monarquía. En que es impuesta.
Vane: Me alegra que te haya gustado este resumen de la compleja historia contemporánea de España.
Quizás peque un poco de ignorante, pero tengo la impresión de que la nuestra es una monarquía puramente simbólica que ha perdido todo su sentido. Aparte, eso del Rey y 'El poder por la gracia de Dios' me suena algo arcaico ya para los tiempos que corren.
Por cierto, confieso que me hubiese encantado saber cómo hubiera sido la II República si no la hubiesen matado antes de tiempo.
Un saludo.
Perséfone: Bonita reflexión. ¿En qué hubiera derivado la II República...? Esto es para mí una gran incógnita. Los de derechas te dirán que hubiera acabado en un marxismo a la rusa. Y los de izquierdas que se habría asentado una democracia con todas las garantías constitucionales. Cada cual que se quede con la opción que quiera.
No sé lo que opinar sobre lo que planteas MIGUEL.
Efectivamente, la monarquía española es un apaño, urdido por la dictadura, pero no es menos cierto, que probablemente por su existencia, España ha sobrevivido a las numerosas convulsiones, que la han sacudido.
Creo que el coste y la intranquilidad que generaría un cambio como el que planteas, no sé si compensaría los movimientos sísmicos que dicho cambio generaría.
Así es que ya sabes eso que dice, Madrecita, que me quede como estoy, pues eso, más vale, lo malo conocido que lo bueno por conocer, no si si la tercera república duraría más o menos lo mismo que las anteriores y eso, asusta y mucho.
Muchos besos y feliz noche.
Pues yo vivo en una republica y estoy acostumbrada a elegir quienes nos gobiernan,no me imagino con un rey impuesto,de todos modos no nos vá tan bien como debería,el unico consuelo es saber que esa persona es producto del deseo de la mayoría,otra cosa no.
Para mi es raro ver que se mantiene al rey y su familia,no es algo con lo que haya convivido y me cuesta entenderlo,por lo que me inclinaría por la republica.
Sé que el rey no gobierna,pero nunca me queda claro que es lo que hace el rey,es que cada vez que lo veo o a su familia es de paseo en un barco a todo lujo,de vacaciones etc,fotos de revistas y nada más,por lo que ni idea tengo.
Te mando un abrazo querido Miguel y te deseo un bello domingo!
María: Yo pienso como tú. Franco lo dejó todo "atado y bien atado" y una de esas ataduras era la monarquá. Lo que pasa es que le salió rana. Y ahora tenemos algo que aunque es de herencia franquista, no es como Franco lo hubiera querido. La verdad es que la monarquía, en su momento, hizo una importantísima labor.
Isol: Claro, allí en tu país nunca tuvisteis monarquía. Por eso nunca exitirá el debate que puede haber aquí. Yo pienso que en el fondo es lo mismo, pero da un poco de no sé qué eso de ver a la familia real como si fueran los amos de la nación.
Desde la admiración a vuestro blog os dejamos este regalo en http://benilitterae.blogspot.com
Buenas tardes Miguel, aunque un poco a deshora, he querido dejar un breve comentario sobre tu entrada porque me ha encantado. Lástima no podamos abundar en los matices con uno o dos cafés (mejor cervezas). Mi postal de la República es un poco más recatada porque la figura femenina aparece vestida (claro que al amor sacro, Tiziano lo representaba desnudo...). De todos modos, los derroteros que tomó la II República ya los conocemos, por desgracia. No quiero dejar pasar el tono regeneracionista que das a tu repaso del siglo XIX. También me ha encantado. Un abrazo!
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