Aquel día cuando se hizo de noche, llovió. Y lo que llovía eran palabras de amor. La mayoría de la gente se limitó a abrir el paraguas y a seguir su frenética marcha sin hacer caso a la lluvia amorosa que caía sobre la ciudad. Algunos viandantes recogían las palabras y se quedaban mirándolas. Y después las tiraban al suelo. Había quien las acariciaba y después las dejaba caer suavemente. Otros las miraban y pasaban de largo. Yo no sabía qué hacer. Por un momento me sentí aturdido. Miré al cielo y vi una bóveda oscura salpicada de caracteres luminosos. Pero no distinguía bien las grafías. El eco de las palabras al levitar a través del aire húmedo parecía susurrar algo. Pero no distinguía bien las voces. La cortina de palabras acuosas me llenaba la mente de agradables y cálidas intenciones. Un niño cogió una palabra del suelo y se la llevó a la boca. Y con suave gesto empezó a lamerla. Sabía a amor. Pero él no lo sabía. Y no le dio importancia. Y la cariñosa palabra rodó por el suelo junto a centenares, miles de palabras que parecían estar buscando dueño.
Las palabras amorosas no saben hablar. Están hechas sólo para ser pronunciadas. Pero aquel día lluvioso la gente callaba. Llovía y llovía y la gente no decía nada. Y las palabras se tornaban tristes y lánguidas.
Así pasa. Que tras el chaparrón, las palabras, que han caído ufanas y ansiosas por formar frases amorosas, se secan y caen en el olvido. El viento ligero, con un soplo imperceptible, las hará volar y se las llevará consigo a otros mundos recónditos.
Hay que estar muy atento a las lluvias amorosas. Vienen despacio y en silencio. Sin avisar. Y derraman sus palabras al aire en un laborioso proceso mágico. Hay muy pocas personas que se dan cuenta de esa lluvia sutil. Y así pasa. Que el mundo está falto de estas voces amorosas que alientan nuestras vidas. Por eso, yo, cuando oigo el quedo caminar de esas gotas en forma de palabras que se desgranan del cielo ceniciento en una noche lluviosa, avivo el oído y apuro mi cuidado.
Las palabras amorosas no saben hablar. Están hechas sólo para ser pronunciadas. Pero aquel día lluvioso la gente callaba. Llovía y llovía y la gente no decía nada. Y las palabras se tornaban tristes y lánguidas.
Así pasa. Que tras el chaparrón, las palabras, que han caído ufanas y ansiosas por formar frases amorosas, se secan y caen en el olvido. El viento ligero, con un soplo imperceptible, las hará volar y se las llevará consigo a otros mundos recónditos.
Hay que estar muy atento a las lluvias amorosas. Vienen despacio y en silencio. Sin avisar. Y derraman sus palabras al aire en un laborioso proceso mágico. Hay muy pocas personas que se dan cuenta de esa lluvia sutil. Y así pasa. Que el mundo está falto de estas voces amorosas que alientan nuestras vidas. Por eso, yo, cuando oigo el quedo caminar de esas gotas en forma de palabras que se desgranan del cielo ceniciento en una noche lluviosa, avivo el oído y apuro mi cuidado.
38 comentaris:
Hay que estar atento a esos pequeños momentos llenos de ternura, que se nos escapan de las manos como la lluvia.
Me gustó.
Seguiré rondando por el blog.
Saludos.
Precioso. el amor es lo que mueve el mundo. Sin amor, nada seríamos. un abrazo
Es que es una pena que esas palabras que llegan sin avisar, se pierdan y casi nadie las aprecie. Yo creo que nos pasa a todos demasiadas veces, eh?
Besos, Miguel!
Qué bonito, Miguel, qué gusto leerte. Ojalá llovieran de verdad palabras de amor en lugar de reproches, broncas y desacuerdos. Imagínate a los políticos bailando bajo gotas de humildad, comprensión, tolerancia, eficiencia, buenos modales, sinceridad, honestidad... Empapados de bondad, trabajarían en serio por el bienestar de los ciudadanos y no por el suyo. Calarían en ellos las sabias y profundas palabras de poetas y pensadores y promulgarían leyes justas y razonables que favorecerían la igualdad y la solidaridad en lugar de ser refugio de listos que las utilizan en su provecho.
Acaso lluevan más palabras de amor de las que creemos, ocupados como estamos con asuntos que creemos importantes. Quizá el amor pasa a nuestro lado y no nos enteramos, nos roza y lo tomamos a la ligera, pero es un asunto muy serio. Hay que dejarle paso, hacerle un hueco al menos en el devenir diario, prodigar sonrisas y buenas palabras, abrazos y besos en lugar de quejas y acusaciones. Acabar el día abrazados en silencio es garantía de feliz descanso.
Que sigas empapándote de sensibilidad. Un abrazo, colega.
Sabemos que la lluvia procede de la evaporación de las masas de agua de la tierra. Una lluvia de palabras de amor sólo tiene sentido cuando se ha sembrado la tierra de amor. Llenemos las calles de amor y volverá a nosotros caído del cielo.
Un saludo.
cuanta falta hacen esas lluvias MIguel!! Estamos tan inmersos en nuestros mundos rutinarios que no las vemos... no las presentimos...
Yo me pondría en mi balcón o en el medio de la calle para que me empapara el alma y los huesos y abriría la boca para que hasta por allí entrara...
Que linda imagen!!!
Besos amorosos!!
Bellísima reflexión que nos invita a pensar en el valor de las palabras cuando llegan sin que apenas nos demos cuenta de ello. Pero, cierto, ahi están, sobrevuelan encima de nuestras cabezas, llegan al suelo y lo vivifican, se posan en los monumentos a los que dan lustre e iluminan. Y también es verdad que no siempre se valora su presencia. Y es que sólo quienes con ellas construyen frases, ideas y mensajes son capaces de entender lo que realmente significan. Un abrazo
Recuerdos perdidos: Siempre hay que estar atento a la llegada del amor, porque entra sin avisar, y si no nos damos cuentas, igaul que viene, se va.
Fernando: Efectivamente. El amor es lo que nos da vida. Sin él la vida carece de sentido.
Lourdes: Nos pasa demasiadas veces. Es cierto. Por eso hay que estar atentos a esta lluvia amorosa.
Yolanda: ¡Qué bonito comentario! La verdad es que los comentarios enriquecen el blog. Le dan nuevas perspectivas y completan su contedido. Me ha gustado mucho tu imagen de una sociedad idílica. Esto es lo que yo he tratado de decir en esta entrada. Denunciar que la gente hace caso omiso a estas propuestas amorosas y se enfrasca en odios, venganzas y mala fe.
Antonio: Me ha gustado la comparación del proceso de la lluvia con el proveso amoroso. Efectivamente, si no sembramos la tierra de amor, luego no podrá llover amor.
Myriam: Yo lo hago muchas veces. Me siento en un sitio y me pongo a buscar esas palabras amorososas que pululan por el ambiente. Y te asegura que casi nunca salgo de vacío. Busca y hallarás, dice el refrán.
Fernando Manero: Las palabras están ahí. Sólo hay que buscarlas. Y ellas solas vienen a ti. Y ellas solas te invitan a componer mensajes amorosos. Sólo hace falta para ello tener una disposición amorosa.
Yo ya estoy cansada de tanta lluvia, porque todo en exceso no es bueno, sino el equilibrio, igual que en los sentimientos, la balanza debe estar equilibrada.
Un beso.
Estoy intentando entrar en el blog de Fernando Manero desde su perfil, pero no puedo, por eso te lo dejo dicho aquí, para ver si él consigue leerme.
María: Efectivamente, como dijo el filósofo, la virtud está en el justo medio. Y este justo medio es el que hay que buscar.
amor, amor, amor...lo que debería mover al mundo, no??
me encantó!!!
gracias por dejar tus tiernas palabras de aliento en mi casa..de a poquito voy saliendo!!
un super abrazo
Adrisol: Pues eso mismo, el amor es lo que mueve el mundo por eso tenemos que cultivarlo con todo el cariño del mundo.
Amigo Miguel, la lluvia, cuando no se desmadra, como ocurre a veces, es algo tan hermoso, una bendición tan grande sobre la tierra, que ha servido de metáfora de los dones del cielo muchas veces, y tú has hecho llover uno de los grandes dones, el amor, que se vuelve palabra para acariciar y proteger, para conducir nuestro sentimiento, para hacerlo saber. Un abrazo
Clares: ¡Qué bonito comentario! Es verdad, quiero que llueva amor, a mares...
Qué bonito texto!
Esas palabras, aunque sólo sirvan para ser pronunciadas, dicen más que cualquier otra...
Besos!
Una lluvia de palabras de amor. No sé si me gustaría un mundo tan empalagoso en que todos se quisieran y fueran tolerantes, amables, cordiales... Pienso que los seres humanos son muy complejos, capaces de lo mejor y lo peor, del acto más desinteresado y generoso sin esperar nada a cambio y del crimen más ominoso y sádico. En medio de esa dialéctica está la vida de cada uno de nosotros. A veces somos héroes y a veces somos despreciables. La literatura se nutre de esos estados ambiguos del alma humana en que se mezclan luces y sombras. Tal vez alguna vez encontramos una sonrisa tímida que nos regala una emoción en nuestro interior. Lo prefiero. Un abrazo.
Cris: Cuando se pronuncias estas palabras algo se enciende en nuestro interior. Esa llama del amor.
Joselu: Fíjate que las palabras amorosas, cuando caen, caen para todos, pero no todos las recogen. Por eso el mundo es tan diverso.
Bellísima narración. Toda ella está salpicada de esa lluvia amorosa.
Supongo que la vida cotidiana nos curte de tal manera que nos hace ser insensibles ante semejante bendición.
Cuántas palabras de esas habrán pasado de largo sin que hayamos sido capacaes de distinguirlas de las demás...
Prometo estar más atento en el futuro...
Un abrazo, Miguel
Luís Antonio: Sí. Hay que estar atento a estas lluvias. Muchas veces no nos damos cuenta de lo que nos mandan.
Hay tantos sentimientos bajo tus palabras que es prodigioso observar como se pueden agrupar en un sólo sentimiento sin dejar de causar mil escalofríos.Que llueva.
que bonito post, y muy cierto, cuantas veces no oímos esas voces, o simplemente las dejamos escapar como si nada.
Besos
Esther: Que llueva, que llueva que yo estoy esperando las gotas amorosas en el aire.
Vane: Son tantas las veces que hacemos caso omiso a las señales amorosas...
Uf, perdón por lo de antes, no sé que ha pasado...
Habrá quien, aun teniendo ante sí un bello espectáculo como el que describes, no será capaz de reconocerlo -mucho menos de apreciarlo- porque no todos contemplamos la realidad a través del mismo filtro.
Los que van por la vida esperando encontrar amor, se toparán con muestras de amor por todos lados; los que no lo crean posible verán en esa lluvia de palabras hermosas, un peligro, una amenaza, un motivo más para seguir viviendo en el miedo.
Tendremos que cambiar el ángulo desde el cual contemplamos la realidad, en vez de intentar ajustar a la fuerza la imagen en la pantalla.
A veces bastaría con inclinar la cabeza apenas un grado.
Un saludo,
janet
Me has hecho recordar una maravillosa película española en la que se decía que en el pueblo en el que transcurría la acción, a veces llovía "arroz de Calasparra" y otras veces llovía "conformidad". Sonrío.
Ya se dice que a las palabras (incluso a las de amor, Miguel) se las acaba llevando el viento.
Janet: Es verdada. Hay que estar atento a esas luvias, porque si no, el amor pasa y no nos eneteramos de su llamada amorosa.
Raúl: Es curioso tu facilidad para asaociar todo a las películas. Sí, las palabras, por desgracia, se las acaba llevando el viento.
Preciosa reflexión sobre la lluvia y el eco personal que deja en ti, amigo Miguel. Un abrazo.
Chiriveque: Gracias por compartir conmigo esa sensación de ver caer palabras de amor.
Precioso, MIGUEL...
¡¡Cada día te encuentro más poético!! Debe ser que no haces más que ser empapado por esa lluvia de palabras de amor de la que hablas...Es verdad, que demasiadas veces, las palabras de amor, caen al suelo, sin que nadie se percate de ello...Y quizá por eso, este mundo esté tan falto de amor...Las palabras son absorbidas por la tierra, salvo cuando forman charcos y son lamidas por los perros, quizá por ello, siempre son tan cariñosos. ;-)
Mira Miguel, quería aprovechar para pedirte disculpas porque el otro día, sin querer me salté tu comentario, y ahora me parece un poco raro contestarte. Sea como sea te diré que yo estoy contigo, ni he pertenecido, ni creo que nunca perteneceré a una tribu de esas, ni de ninguna...
Nunca me han gustado las etiquetas, fundamentalmente porque casi siempre se colocan equivocadamente y sólo por las meras apariencias.
Así es que, mejor sin etiquetas...
Esperaré a ver si tengo suerte y pillo una lluvia de estas preciosas tuyas...Yo también estaré atenta...
Creo que en tu blog,
ya me han caído unas gotitas. ;-)
Muchos besos Miguel y de nuevo, discúlpame por favor.
Que tierna entrada,y aunque metafórica es real,porque hay miles de palabras amorosas que no se dicen por distracción,timidez,olvido,apuro etc.
Las palabras tienen mucho valor,las miradas hablan es cierto pero no conducen a nada si no son acompañadas de palabras.
Sabes algo? a mi cuando llueve me encanta caminar bajo la lluvia,y chapotear como cuando era niña,si fuera una lluvia de palabras de amor me empaparía de ellas!!!!!!
He de estar atenta para cuando ellas lleguen por aqui así no se me escapan.
Un abrazo amigo mío,hiciste un post precioso!
María: Gracias por tu atento comentario. Y sí, hay que dejarse empapar por esas lluvias (a veces imperceptibles) que nos propones amor.
Isol: La lluvia es una metáfora de tantas cosas... y todas positivas... me encanta ver llover y dfigurarme cosas...
Me permite usted que me quite el sombrero,caballero?
Como se diría en francés:Chapeau.
Adoro esa lluvia de palabras amorosas que pasa desapercibida para muchos seres que caminan errantes sin mirar más allá de lo visible o aparente.Sin sentir la voz melosa de las palabras acuosas que caen mansamente y con ternura a nuestro alrededor...
Ya imaginarás lo mucho que me ha gustado,¿verdad?
Un besazo.
Pues sí, hay que estar atentos para no dejarlas evaporar en una época en la que la sequía de palabras de amor se hace demasiado patente en la vida de muchas personas.
Un saludo.
Marinel: Gracias por tu comentario. Ya sé que tú no pasas indiferente frente a una lluvia a morosa.
Perséfone: Pues sí. Hay muchas personas que no se dan cuenta que hay palabras de amor que se ofrecen en el aire, y pasan de largo.
Y como suele pasar cuando deje de llover esas palabras de amor será cuando las echemos de menos y sentiremos no haberlas disfrutado y usado.
Muchas gracias por tus palabras en mi blog,pero todo va bien mientras se pueda curar ;)
UN BESAZO
Loli: Efectivamente. Entonces, cuando acaben de manar palabras de amor será cuando las echaremos en falta, por eso hay que aprovechar esos momentos mágicos.
hola descubri tu blogs y me aporto mucho, que genial q puedas ser reflexivo y poetico, gracias por las palabras.
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