He leído no sé dónde que la música y los recuerdos se ubican en el mismo lugar del cerebro humano. Por eso es tan frecuente que una melodía nos lleve a recordar vívidamente hechos pasados con un realismo tal que parece que los estemos reviviendo.
La música pues, está presente en nuestras vidas de forma permanente. Cualquier eco de una canción nos puede transportar hasta mundos pretéritos que nunca morirán.
Yo tengo infinidad de canciones amigas. Canciones que me trasladan en el tiempo al compás de sus sones. Y yo, que soy un nostálgico, pongo en mi equipo de música una y otra vez esas canciones mágicas. Son cientos de ellas las que conmueven mi alma y me hacen vibrar. Podría decirse que mi vida está hecha de canciones. Cada época, unas canciones determinadas. Hay que decir que yo soy muy cuidadoso con estos archivos musicales de mi mente, y los aliento y alimento para que funcione la magia de su recuerdo musical.
Hay épocas de mi vida en las que los recuerdos musicales son fecundos, suaves, venturosos… y otras, que recordar no quiero. Por eso la música la selecciono en razón al momento y a la predisposición de mi espíritu. Y así pasa que hay años que tienen un algo especial para mí y los revivo continuamente. Y las canciones son las que dirigen mis sueños. Aunque podría aburriros, me atrevo a poneros algunas canciones de esas que considero claves en mis ensoñaciones. Son las siguientes:
La canción más antigua es una del año 1964, “No tengo edad” de Cigliola Cinquetti. Siempre que la oigo pienso en mi madre que la solía tararear mientras yo jugaba y ella hacía la comida. Luego, en el año 1969 surge la canción de Los Payos “María Isabel”, que me recuerda al mes de agosto de aquel año veraneando en un pueblecito de Castellón que se llama Borriol. El invierno de 1969-70 es el de mis primeras clases en bachillerato, y aquí están las canciones de “Sugar Sugar” de los Archies, “Cenicienta” de Fórmula V, “El baúl de los recuerdos” de Karina y “El himno a la alegría” de Miguel Ríos. Este verano, el de 1970, fue el primero que mis padres me dejaron ir solo con mis amigos a pescar al puerto; aquel verano nos pasábamos las tardes en las escolleras al compás de ”Todo tiene su fin” de Los Módulos, “Canciones” de Massiel, “Un rayo de sol” de Los Diablos, o “In the summertime” de Mungo Jerry. Luego ya pasaría al año que conocí a mi mujer. El año 1975. Son mágicas las canciones “Y tu” de Claudio Baglioni, “I can help” de Billi Swan, “Para que no me olvides” de Lorenzo Santamaría, y “Hoy tengo ganas de ti” de Miguel Gallardo. Ya después vendrían las canciones que coincidieron con mi época del servicio militar. Entonces, en el año 1979-80 triunfaban “Please don’t go” de KC and the Sunshine Band, “Another brik in the wall” de Pink Floid, “Chica de ayer” de Nacha Pop, “Déjame” de Los Secretos, “Háblame de ti” de Pecos, “Woman” de Jhon Lennon. Las canciones “Me colé en una fiesta” de Mecano y “Hard to say I’m sorry” de Chicago sonaban en el verano de 1982, que es cuando me casé. Al año siguiente, las canciones “Moonlight shadow” de Mike Olfield, “Every breath you take” de Police y “La fiesta nacional” de Mecano me recuerdan al feliz momento en que aprobé las oposiciones. En el año 1984 nació mi hija, y las canciones que me llevan a aquellos días de dicha desbordante son “Una de dos” de Luís Eduardo Aute y “I want to break free” de Qeen. Después, otra época que está repleta de recuerdos musicales agradables es aquel tiempo en que mi padre y yo durante diez años –de principios de los noventa al 2002-, estuvimos redactando el libro “Memorias del Grao de Castellón”. Los discos de Eagles, América, Carpenters, Cat Stevens, Richard Claydeman, son testigos de ello. Y ya por último están las canciones de Sergio Dalma, que siempre que las escucho pienso en mi hija.
Como veis, podría llenar hojas y hojas de canciones. Sólo he puesto unas pocas y unos pocos años, pero os aseguro que todos mis años están repletos de canciones…y vosotros ¿también tenéis canciones mágicas…?
La música pues, está presente en nuestras vidas de forma permanente. Cualquier eco de una canción nos puede transportar hasta mundos pretéritos que nunca morirán.
Yo tengo infinidad de canciones amigas. Canciones que me trasladan en el tiempo al compás de sus sones. Y yo, que soy un nostálgico, pongo en mi equipo de música una y otra vez esas canciones mágicas. Son cientos de ellas las que conmueven mi alma y me hacen vibrar. Podría decirse que mi vida está hecha de canciones. Cada época, unas canciones determinadas. Hay que decir que yo soy muy cuidadoso con estos archivos musicales de mi mente, y los aliento y alimento para que funcione la magia de su recuerdo musical.
Hay épocas de mi vida en las que los recuerdos musicales son fecundos, suaves, venturosos… y otras, que recordar no quiero. Por eso la música la selecciono en razón al momento y a la predisposición de mi espíritu. Y así pasa que hay años que tienen un algo especial para mí y los revivo continuamente. Y las canciones son las que dirigen mis sueños. Aunque podría aburriros, me atrevo a poneros algunas canciones de esas que considero claves en mis ensoñaciones. Son las siguientes:
La canción más antigua es una del año 1964, “No tengo edad” de Cigliola Cinquetti. Siempre que la oigo pienso en mi madre que la solía tararear mientras yo jugaba y ella hacía la comida. Luego, en el año 1969 surge la canción de Los Payos “María Isabel”, que me recuerda al mes de agosto de aquel año veraneando en un pueblecito de Castellón que se llama Borriol. El invierno de 1969-70 es el de mis primeras clases en bachillerato, y aquí están las canciones de “Sugar Sugar” de los Archies, “Cenicienta” de Fórmula V, “El baúl de los recuerdos” de Karina y “El himno a la alegría” de Miguel Ríos. Este verano, el de 1970, fue el primero que mis padres me dejaron ir solo con mis amigos a pescar al puerto; aquel verano nos pasábamos las tardes en las escolleras al compás de ”Todo tiene su fin” de Los Módulos, “Canciones” de Massiel, “Un rayo de sol” de Los Diablos, o “In the summertime” de Mungo Jerry. Luego ya pasaría al año que conocí a mi mujer. El año 1975. Son mágicas las canciones “Y tu” de Claudio Baglioni, “I can help” de Billi Swan, “Para que no me olvides” de Lorenzo Santamaría, y “Hoy tengo ganas de ti” de Miguel Gallardo. Ya después vendrían las canciones que coincidieron con mi época del servicio militar. Entonces, en el año 1979-80 triunfaban “Please don’t go” de KC and the Sunshine Band, “Another brik in the wall” de Pink Floid, “Chica de ayer” de Nacha Pop, “Déjame” de Los Secretos, “Háblame de ti” de Pecos, “Woman” de Jhon Lennon. Las canciones “Me colé en una fiesta” de Mecano y “Hard to say I’m sorry” de Chicago sonaban en el verano de 1982, que es cuando me casé. Al año siguiente, las canciones “Moonlight shadow” de Mike Olfield, “Every breath you take” de Police y “La fiesta nacional” de Mecano me recuerdan al feliz momento en que aprobé las oposiciones. En el año 1984 nació mi hija, y las canciones que me llevan a aquellos días de dicha desbordante son “Una de dos” de Luís Eduardo Aute y “I want to break free” de Qeen. Después, otra época que está repleta de recuerdos musicales agradables es aquel tiempo en que mi padre y yo durante diez años –de principios de los noventa al 2002-, estuvimos redactando el libro “Memorias del Grao de Castellón”. Los discos de Eagles, América, Carpenters, Cat Stevens, Richard Claydeman, son testigos de ello. Y ya por último están las canciones de Sergio Dalma, que siempre que las escucho pienso en mi hija.
Como veis, podría llenar hojas y hojas de canciones. Sólo he puesto unas pocas y unos pocos años, pero os aseguro que todos mis años están repletos de canciones…y vosotros ¿también tenéis canciones mágicas…?