Acabo de llegar con mi mujer y mi hija de Dublín. Hemos pasado una semanita en esta preciosa ciudad irlandesa y me vuelvo a incorporar a la actividad bloggeril.
Me gustaría contaros algunas cosas de este pequeño viaje.
En primer lugar os diré que lo que me ha llamado poderosamente la atención (aunque ya lo sabía) es su clima. Nada que ver con el de España, y menos con el de mi tierra (Castellón, en la costa mediterránea). Todos los días que estuvimos allí las nubes reinaron en el cielo dublinés. De vez en cuando le daba por llover. Y los chubasqueros y las chaquetas no nos las pudimos quitar en todo el viaje, porque allí, en pleno verano hace frío. Los romanos, dicen, desecharon la idea de conquistarla precisamente por eso, por su eterno invierno, según los romanos explican en sus crónicas. No resultaba una isla interesante para poder asentarse a vivir con la tranquilidad del clima al que estaban avezados los romanos. Pero bueno, esto forma parte de su encanto, y así hay que tomarlo. De todas maneras tengo que decir que para visitarla, de maravilla, pero para vivir allí, no sé si me adaptaría a estar días y días sin ver el sol.
Dublín es una ciudad muy bonita y práctica. Llena de amplias avenidas y calles peatonales. Dotada de todos los servicios (bares, tiendas, etc.) que uno se pueda imaginar. Y, aunque suene a tópico, la gente es acogedora y amable. Las calles dublinesas respiran un ambiente pacífico y cordial.
Me gustó mucho la zona que ellos llaman el “Temple bar”. Es un distrito de la ciudad repleto de pubs. Los típicos pubs irlandeses, llenos de gente bebiendo su “guinness”, escuchando una estupenda música, ya sea en vivo o en disco, pero siempre de una calidad tremenda, que a uno le invita a entrar, relajarse y tomarse una cerveza… después de otra… (la verdad es que allí se bebe mucho)
Un día hicimos una excursión a un condado cercano a Dublín (Wicklow). Una guía muy diligente, atenta y simpática, nos llevó por lo que es la Irlanda profunda. Verde, verde y verde a rabiar. Precioso. Nos contó algunas cosas interesantes de los irlandeses, un pueblo marcado por las invasiones (normandos, vikingos), por el dominio inglés, y olvidado en cambio, por las grandes culturas antiguas (griegos, romanos, árabes). Respecto al sometimiento a Inglaterra hay que apuntar que Irlanda perteneció a la corona inglesa hasta el año 1948, y aún hoy existe, como todos sabéis, el IRA que reclama para Irlanda la zona de dominio inglés de Irlanda del Norte.
También nos habló de las constantes invasiones de normandos y vikingos. Que no hacían más que saquear a los pobres irlandeses. Tanto les saquearon entre unos y otros que el idioma irlandés (el autóctono) aunque es oficial en Irlanda, no lo habla más que un cinco por ciento de la población. El resto habla inglés, como es sabido. Por eso Irlanda está en esta época del año repleta de estudiantes de ESO que van allí a pasar unas semanas con una familia irlandesa para perfeccionar el idioma de Shakespeare.
Otra de las cosas interesantes que nos contó nuestra guía fue que los vikingos no llevaban un casco con cuernos. Yo ya lo había leído en algún sitio, pero lo que no sabía es que la expresión de “llevar los cuernos” tiene su origen en una costumbre vikinga. Nos contó que el jefe vikingo tenía la potestad de acostarse con la mujer que él quisiera (aunque estuviera casada, lo cual, lejos de ser un oprobio, constituía un orgullo para el marido, pues su mujer había sido elegida por su belleza por el jefe), pues bueno, cuando el mandamás ponía el ojo en una chica, lo que hacía era colgar un cuerno en la puerta de la vivienda de la mujer nominada. El marido ya sabía que aquella noche su mujer se acostaría con el jefe. Y de ahí viene la expresión llevar los cuernos o ser un cornudo. Bueno, yo tengo otras versiones, pero ésta me gusta más.
En otro orden de cosas, me llamó la atención que en Irlanda el agua es gratis. No hay recibo del agua; hay tanta, que es gratis. Esto está muy bien, pero por el contrario, ya no me gustó tanto saber que allí no tienen seguridad social, que siempre que uno va al médico tiene que pagarse de su bolsillo la consulta, que por cierto, no es barata.
Espero que esta minúscula crónica de nuestro viaje os haya resultado amena. Y si alguien no ha estado en este país, le recomiendo que lo visite, es, sencillamente, diferente, encantador.
Me gustaría contaros algunas cosas de este pequeño viaje.
En primer lugar os diré que lo que me ha llamado poderosamente la atención (aunque ya lo sabía) es su clima. Nada que ver con el de España, y menos con el de mi tierra (Castellón, en la costa mediterránea). Todos los días que estuvimos allí las nubes reinaron en el cielo dublinés. De vez en cuando le daba por llover. Y los chubasqueros y las chaquetas no nos las pudimos quitar en todo el viaje, porque allí, en pleno verano hace frío. Los romanos, dicen, desecharon la idea de conquistarla precisamente por eso, por su eterno invierno, según los romanos explican en sus crónicas. No resultaba una isla interesante para poder asentarse a vivir con la tranquilidad del clima al que estaban avezados los romanos. Pero bueno, esto forma parte de su encanto, y así hay que tomarlo. De todas maneras tengo que decir que para visitarla, de maravilla, pero para vivir allí, no sé si me adaptaría a estar días y días sin ver el sol.
Dublín es una ciudad muy bonita y práctica. Llena de amplias avenidas y calles peatonales. Dotada de todos los servicios (bares, tiendas, etc.) que uno se pueda imaginar. Y, aunque suene a tópico, la gente es acogedora y amable. Las calles dublinesas respiran un ambiente pacífico y cordial.
Me gustó mucho la zona que ellos llaman el “Temple bar”. Es un distrito de la ciudad repleto de pubs. Los típicos pubs irlandeses, llenos de gente bebiendo su “guinness”, escuchando una estupenda música, ya sea en vivo o en disco, pero siempre de una calidad tremenda, que a uno le invita a entrar, relajarse y tomarse una cerveza… después de otra… (la verdad es que allí se bebe mucho)
Un día hicimos una excursión a un condado cercano a Dublín (Wicklow). Una guía muy diligente, atenta y simpática, nos llevó por lo que es la Irlanda profunda. Verde, verde y verde a rabiar. Precioso. Nos contó algunas cosas interesantes de los irlandeses, un pueblo marcado por las invasiones (normandos, vikingos), por el dominio inglés, y olvidado en cambio, por las grandes culturas antiguas (griegos, romanos, árabes). Respecto al sometimiento a Inglaterra hay que apuntar que Irlanda perteneció a la corona inglesa hasta el año 1948, y aún hoy existe, como todos sabéis, el IRA que reclama para Irlanda la zona de dominio inglés de Irlanda del Norte.
También nos habló de las constantes invasiones de normandos y vikingos. Que no hacían más que saquear a los pobres irlandeses. Tanto les saquearon entre unos y otros que el idioma irlandés (el autóctono) aunque es oficial en Irlanda, no lo habla más que un cinco por ciento de la población. El resto habla inglés, como es sabido. Por eso Irlanda está en esta época del año repleta de estudiantes de ESO que van allí a pasar unas semanas con una familia irlandesa para perfeccionar el idioma de Shakespeare.
Otra de las cosas interesantes que nos contó nuestra guía fue que los vikingos no llevaban un casco con cuernos. Yo ya lo había leído en algún sitio, pero lo que no sabía es que la expresión de “llevar los cuernos” tiene su origen en una costumbre vikinga. Nos contó que el jefe vikingo tenía la potestad de acostarse con la mujer que él quisiera (aunque estuviera casada, lo cual, lejos de ser un oprobio, constituía un orgullo para el marido, pues su mujer había sido elegida por su belleza por el jefe), pues bueno, cuando el mandamás ponía el ojo en una chica, lo que hacía era colgar un cuerno en la puerta de la vivienda de la mujer nominada. El marido ya sabía que aquella noche su mujer se acostaría con el jefe. Y de ahí viene la expresión llevar los cuernos o ser un cornudo. Bueno, yo tengo otras versiones, pero ésta me gusta más.
En otro orden de cosas, me llamó la atención que en Irlanda el agua es gratis. No hay recibo del agua; hay tanta, que es gratis. Esto está muy bien, pero por el contrario, ya no me gustó tanto saber que allí no tienen seguridad social, que siempre que uno va al médico tiene que pagarse de su bolsillo la consulta, que por cierto, no es barata.
Espero que esta minúscula crónica de nuestro viaje os haya resultado amena. Y si alguien no ha estado en este país, le recomiendo que lo visite, es, sencillamente, diferente, encantador.