-Damián, el otro día me acordé de
ti.
-¿De mí?
Damián se siente orgulloso cuando
alguien le dice algo así.
-Sí, Damián, me acordé de aquella
conversación que tuvimos hace unas semanas, supongo que te acordarás. Que sí de
dónde venimos, que si a dónde vamos…
-Sí, sí, ya me acuerdo…
-Pues un cliente, que me decía
que si alguna vez me he preguntado eso.
-Y tú le contestaste que venías
del vientre de tu madre y que ibas a la caja de madera.
-Exacto.
-¿Y que te contestó el cliente?
-Ca…que eso era una razón muy
simplona. Y que si uno lo piensa bien, descubrirá que hay algo más…
¡fantochadas! ¡ya sabes como pienso yo…! Pero le dejé hablar. Y me dijo que él
tiene pruebas concluyentes de que hay un más allá,
-¡Toma del frasco Carrasco!
-Sí, sí, así de claro.
-¿Y te aportó las pruebas…?
Damián hablaba sin mirar a Ángel.
Damián estaba, sin saber bien por qué, absorto en el proceso de su corte de
pelo que miraba a través del espejo.
-Sí. Me enseñó una foto de un
hombre sentado al lado de la cruz de una tumba de esas que hay en la entrada
del cementerio viejo de Castellón.
-Bueno, y ¿qué tiene eso de
extraño?
-Eso mismo le dije yo. Y eso que
el hombre de la foto, la verdad, era un poco raro, porque iba vestido así como
muy antiguo, y llevaba un sombrero negro de aquellos de antes; no sé, algo
raro, ya te digo. Y además, tenía una sonrisa que me pareció inquietante. No
sabría explicarlo… Total, que me dijo que aquel hombre que estaba viendo
sentado junto a la cruz de piedra, no estaba allí cuando él hizo la foto.
-¿Qué me dices…?
-Espera, que la cosa no queda
aquí. Al día siguiente fue al cementerio con la foto y se puso a indagar en
aquella tumba. Se acercó y leyó el epitafio. Allí yacía un tal Emeterio García
Granell. Que se murió con cincuenta años, creo recordar que dijo que en el año
1940. Y también había allí una pequeña foto un tanto raída. Se fijó bien en
ella. Sacó la foto de su cartera. Comparó las dos fotos, y descubrió que el que
salía en la foto que él hizo era la misma persona que había allí en la foto de
la tumba. Hasta llevaba el mismo sombrero y todo…
Se quedaron los dos callados. Uno
esperando respuesta, y el otro sin saber qué decir.
Pero Damián pensó que cuando llegan estas fechas de todos los santos, muchos creen que las ánimas se retuercen en sus tumbas. Pero
no quiso decir nada.