Estamos en invierno. Hace frío.
Es lo que toca. Pero no en todas partes hace el mismo frío. Yo vivo en una zona
(Castellón de la Plana)
donde a penas hace frío. Puedo contar con los dedos de una mano los días al
cabo de un año en los que ha hecho frío. Entendiendo por frío llegar a los 3,
2, o incluso, en el colmo de la ola de frío, cero grados. En Castellón no nieva
nunca. La última vez que nevó fue en el año 1946. Ha llovido mucho
desde entonces, pero no ha nevado nada.
En Castellón, para los que no estén al corriente, diré que hay un
microclima que permite temperaturas muy suaves durante todo el año. Pero nunca
ha estado bien aireada esta circunstancia. La gente, en general, no sabe el
tiempo que hace en Castellón. Y es que Castellón está en una estrecha franja
plana (de ahí el apelativo de Castellón de la Plana) de apenas cuatro o cinco kilómetros de
anchura. Por el Este, el mar. Por el Oeste las estribaciones montañosas del
Sistema Ibérico. Total, que puede estar nevando y haciendo un frío de mil
demonios en un pueblo que esté situado a unos veinte o treinta kilómetros de la
capital, y en Castellón, no enterarnos prácticamente de nada. Castellón es una
de las provincias más montañosas de España. Pero la capital, Castellón, está en
la Plana, entre
el mar y la montaña, y esto proporciona un clima extraordinario. Ni frío en
invierno, ni excesivo calor en verano.
Pero últimamente en Castellón se
ha puesto de moda poner calefacción central. Todos los pisos nuevos ya la
llevan. Pero el mío, que se construyó en 1974 no tiene calefacción central. O
sea que quien quiera, tiene que instalársela por su cuenta. En mi finca solo
hay un vecino que lo haya hecho. El resto seguimos con nuestras estufas,
nuestros batines y nuestras mantitas. Como toda la vida, vamos.
Pero como decía más arriba, hay
mucha gente que se ha apuntado a la calefacción central en su casa. Entre ellos
mis cuñados y mis suegros. Total que cuando vienen a mi casa en invierno (como
ahora que hay una ola de frío) no paran de quejarse del frío que hace en mi
casa. Y además se meten conmigo porque llevo batín. “¿Qué te pasa, que estás
enfermo?” “Pareces un viejo con este batín”. “Nosotros en casa andamos en manga
corta…”
O sea, que ahora, debo entender,
el batín y la mantita para ver la tele son usos anacrónicos. Lo que se lleva es
ir en casa como en verano. Pues no. No estoy yo por la labor. La verdad.
A lo mejor seré un antiguo, pero
yo, con mi batín, mi mantita y en situaciones extremas (este año aún no hemos
tenido necesidad) la estufa, pues vamos capeando el breve invierno
castellonense. Pero como pasa con todo, no diré de esta agua no beberé, y no
descarto yo la posibilidad que en un futuro pongamos la calefacción central.