En la barbería de Ángel se respira el cambio de estación.
Estos últimos días de mayo es lo que tienen. Ya va haciendo calorcito y los
comentarios suelen girar alrededor de este tema.
-Deja la puerta abierta Pedro, que entre un poco de aire que
aquí nos asfixiamos – le dice Ángel a un cliente que acaba de entrar en la
barbería.
-Pues sí, porque parece que ya estemos en verano…
-A lo mejor aún es pronto para poner el aire acondicionado…
Las palabras de Ángel no han tenido contestación, aunque hay
que decir que Ángel más que una pregunta lanzó un pensamiento al aire sin
esperar respuesta.
En la barbería hay tres personas. Damián, que está sentado en
el sofá rojo leyendo el periódico esperando su turno, Ángel, que está cortando
el pelo a un cliente, y Pedro, que acaba de llegar.
Pedro, exhalando un sonoro suspiro se ha sentado al lado de
Damián.
-¡27 grados marcaba el termómetro de la Puerta del Sol! Y eso
que aún no son las doce…
-Ya…
Hay a continuación un pegajoso silencio solo roto por las
metálicas notas de las tijeras de Ángel que maneja con un ritmo vertiginoso.
De pronto Damián toma la palabra.
-Mirad qué máxima más lúcida hay aquí en el periódico a modo
de chiste:
“La desgracia: ser pobre y querer vivir como un rico. La
felicidad: ser rico y querer vivir como un pobre”
Todos se quedaron pensando sin saber qué decir.