La lluvia caía rítmica y
pausadamente sobre la hierba del parque. El hombre del paraguas había salido a
dar una vuelta. La tarde estaba dando paso lentamente a la noche en medio de la
dulce cantinela de las gotas de la lluvia. El hombre del paraguas había salido
a dar una vuelta porque a él siempre le había gustado oír el soniquete acuoso que
ofrecía el breve cobijo del negro paraguas. Pensaba que tal vez fue su padre
quien le enseñó a amar la lluvia bajo el paraguas. De niño, recordaba, su padre
lo sacaba a pasear bajo la lluvia. Bajo el paraguas y cogido del pantalón de su
padre oía las historias verdaderas y alucinantes que su padre le contaba,
mientras notaba cómo las gotas impactaban ordenadamente en la tela del
paraguas. No importaba que sus zapatos, desgastados de tanto jugar, se mojaran
en los incipientes y vivos charcos. Ni pensaba que tal vez su madre le
regañara. Su padre, alto, poderoso, sabio, le llevaba por las calles del Grao
de Castellón, sin dejar de referir pareceres y cosas que embaucaban a aquel
chiquillo. Su padre, ahora lo sabe bien aquel chiquillo, tenía querencia al
puerto; al muelle donde estaba atracada su barca, la “Dolores”. Y allí que
iban. Cuando llegaban al muelle, la lluvia se confundía con la lenta respiración
del mar. Y aquel chiquillo de antaño aún hoy puede oír los lentos lamentos de
las aguas del puerto al acariciar las empedradas paredes del muelle donde
estaban amarradas las saltarinas barcas. Y hoy, el hombre del paraguas, ha
querido pensar en eso sin importarle ni poco ni mucho, que unas gotas
impertinentes se han desprendido de su ojos soñolientos…
20 comentaris:
No me entusiasma la lluvia Miguel pero de ser tú creo que la invocaría más de una tarde.
Besos.
Que bonito Miguel.
Creo que todo hombre tiene un paraguas que recordar y un pequeño mar en las retinas al traerlo a la memoria.
Tú lo demuestras con estas letras tan bonitas.
Besos.
Esos años que uno nunca olvida y más junto a un ser tan entrañable;se nota que estaban muy unidos.
La memoria es muy selecta y más cuando ya vamos perdiendo a nuestros seres queridos, siempre salen esos momentos.
Preciosos recuerdos.
Un abrazo.
Que bonito Miguel, la lluvia, maravillosa lluvia, y maravilloso recuerdo, guardado como un tesoro precioso en el corazón del niño, hoy hombre, y que por muchos años que pasen, jamás lo olvidará. Esas gotas impertinentes, lo demuestran.
Besos.
Qué bonito¡
Recuerdos a flor de piel.
Que ese hombre,siga recordando por siempre.
Bss
Hay remembranzas entrañables que provocan emociones más o menos contenidas. La tuya es de estas---
Un abrazo, Miguel
Gemma: A mí sí que me gusta la lluvia, como a mi padre.
Marinel: Tú lo has dicho, ese mar y esas lluvias me hacen soñar.
Bertha: Son recuerdos de infancia, recuerdos que nunca mueren, pese al tiempo pasado. Lo que pasa es que las personas no tenemos este don inmortal que tienen los recuerdos.
Lore: Efectivamente, los recuerdos los avivan ciertas vivencias. la lluvia es una de ellas.
Mar: El recuerdo es imperecedero. Seguro que lo recordará siempre.
Luís Antonio: Así es. Y me gusta revivir estas emociones.
A mí tb me pasa, oye. Me encantan los días de lluvia. Ay, soy como el hombre del paraguas y el chiquillo que fue.
jejejejeej
Besos, Miguel!!
Es contando estas historias pequeñitas y entrañables donde asoma tu más preciosa parte tierna MIGUEL, lo más adorable de ti en letras. Cuando leo esta menera de sentir la lluvia, como tintineos excepcionales que suenan a música de acompañamiento a recuerdos imborrables comprendo que os resulte extraño mi continua queja por la saturación que siento yo con ella. Si a mi me mojara solo de vez en vez, si la escuchara de cuando en cuando, si la asociara a personas queridas, seguro que me sería imposible no quererla. Lo malo es sentirla día y noche sin parar, que oculten bajo su cortina de agua al sol durante meses, que te impidan vivir seca más de media hora al día... supongo que si viera en el desierto me ocurriría igual con el sol.
Aquí me has hecho sentir cariño por ella, de verdad gracias, necesito una dosis grande de Mediterráneo, este Atlántico me tiene harta con tanto chorreo jaja ya no aprecio la música de lluvia, mi oído de se me ha enmohecido:))
Muchos muuchos besos, mi querido MIGUEL.
A mí también me fascina la lluvia, pero no tengo en la memoria un padre al que unirla en un cálido y entrañable recuerdo. En este relato hay dos cosas que se funden: la impresión de la lluvia que despierta en la conciencia una sensación de placer en sí misma. Es la lluvia la misma siempre, la de la infancia y la de la adultez, y así se identifican los dos tiempos, el del ahora y el evocado en un continuo que es siempre igual, atemporal. Y en esa emoción recuperada de la lluvia de la niñez, aparece el segundo elemento que es el padre. Los momentos pasados con el padre bajo esa lluvia. Y ese padre enseñó a ese muchacho que ya no es muchacho a amar la sensación melancólica y ucrónica de la lluvia. La lluvia y la relación con el padre se funden emotivamente, y así siempre que aparece la lluvia tal vez hay una evocación de ese tiempo mágico con el padre, ese tiempo que vuelve a hacerse presente. Se podría decir que el procedimiento de creación de la emoción tiene mucho de machadiano especialmente en los poemas de "Soledades, galerías y otros poemas" de 1907 o 1903. Me recuerda el poema en que Machado mayor vuelve al huerto de su infancia y ve en la fuente el reflejo de los limones redondos que se hunden en el agua. Cuando era niño metió la mano en la fuente para atrapar esos limones que eran solo reflejo. Machado mayor recupera ese momento de magia, en que todavía existía la magia, y la trae a su adultez, haciendo que exista una emoción profunda, tal como en tu relato que el agua de la lluvia se funde con las lágrimas del recuerdo de otro tiempo mágico en que se podía conversar y caminar junto al padre bajo la lluvia. Sencillo y hermoso.
Lou: Es que cuando algo que ya de por sí le gusta a uno, se une con un recuerdo agradable, hace de ese momento algo sublime.
María: A mí me pasa todo lo contrario que a ti. Y es que en mi tierra llueve poco. Por eso, desde pequeñito (esto me lo enseñó mi padre) he aprendido a apreciar y a valorar la escasa lluvia que cae por esos soleados lares mediterráneos. De ahí que el recuerdo cobre en este caso especial emoción.
Joselu: Bueno, para empezar te diré que me ha encantado tu comentario. No es que pueda compararme al gran Machado, pero humildemente, te diré que sí, me siento influenciado por esas soledades, galerías y sueños de nuestro poeta sevillano, a quien admiro profundamente. No es que le imite (eso es imposible) pero confieso que sus poemas me atrapan y no puedo evitar que mi mente discurra por sus galerías o sus sueños.
Me hiciste escuchar el mar y la lluvia. Sentirlos, olerlos... casi hasta compartir la misma emoción del hombre del paraguas.
Muy bonito
Un beso
Directo al corazón.
Un abrazo.
A mí me gusta mucho pasear bajo la lluvia con el paraguas.
Alis: Me alegro de que te haya hecho sentir estas emociones.
Toro: Es que es una delicia pasear bajo la lluvia.
Ese paraguas es una especia de burbuja hacia el pasado, un cobijo de nostalgia, Miguel.
RaúL. Así es. Bajo el paraguas surgen diáfanos los recuerdos....
Profundo y sonoro como la lluvia. Aprendí a amarla tanto como tú, aunque desde la ventana de casa. No tuve la suerte de un paraguas tan sabio y cobijador como el tuyo. Enhorabuena y un abrazo.
Guadagauffin: Siempre es buen momento para aprender a amar los buenos momentos.
Aquesta evocació tan tendra i sincera forma part del particular rebost on cadascú guardem, i de vegades cerquem, els màgics moments viscuts. Els que ens acompanyen, malgrat les dures batalles de la vida, i són el bàlsam necessari per a seguir endavant.
Sole: M'ha agradat molt el teu comentari. Cada vegada me n'adone més de la teua gran sensibilitat. Saps utilitzar paraules tan roents i a la vegada tan delicades com la passió...
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