La Semana Santa es un período del año que viene marcado por el fervor católico de una gran parte de la población española. Es una tradición. Las procesiones han llegado a ser una de las muestras más elocuentes del folclore ibérico. En muchos pueblos hay representaciones teatrales de la pasión de Jesús. Algunas de ellas tienen lugar en un teatro, pero otras salen a la calle para realzar más el realismo de la función. En Castellón tenemos dos ejemplos de estas últimas en Borriol y Torreblanca. Se han hecho infinidad de películas sobre el tema e incluso una ópera rock. Las escuelas se cierran. Es tiempo de vacaciones.
Siempre que llegan estas fechas, irremediablemente, mi mente entorna la mirada y dirige su vista hacia esos años de inocencia que constituyen nuestra niñez. Y recuerdo con toda lucidez aquellos días.
Mi padre, en aquel tiempo, cuando llegaban estos días, estaba en veda. Las barcas de arrastre habían parado. No volverían a salir a pescar hasta junio. Entonces mi padre se embarcaba al “fanal” (pesca de cerco, que se desarrolla por la noche y que captura sardina y boquerón fundamentalmente). Esto suponía que por la noche mi padre no estaba en casa, pues hacia las siete de la tarde se había ido al muelle para salir a pescar durante toda la noche. En mi casa nos quedábamos solos mi madre y yo.
Cuando llegaba la Semana Santa, mi madre me llevaba a la procesión de viernes santo. Esto era para ella un rito que cumplía religiosamente todos los años. Yo siempre iba con ella. Los dos, mezclados entre la gente, nos poníamos en el mismo rincón de todos los años, y en sepulcral silencio, asistíamos al tétrico desfile.
Mi madre, cuando veía la desolada imagen de la Virgen delante de nosotros, me levantaba y me cogía en brazos. Y muy bajito, y con toda la gravedad del mundo, me apuntaba una jaculatoria que yo repetía con candorosa fe, sin dejar de mirar con veneración la tambaleante y sagrada imagen, que en pocas palabras venía a pedirle a la Virgen María que mi padre cogiera muchas cajas de sardina y boquerón.
Después, unas tristísimas notas de la banda de música cerraban la comitiva, y en profundo silencio la muchedumbre se deshacía en mil direcciones.
Entonces yo sabía que el día se iba extinguiendo al compás de las cada vez más lejanas notas musicales que dejaban escapar de sus instrumentos aquellos oscuros músicos, cómplices de mi melancolía.
El fresco de la noche primaveral nos acompañaba hasta nuestra casa, donde nos recibían unas mortecinas luces que emitían dos solitarias farolas.
Aquella noche, después de cenar nos acostábamos inmediatamente, y yo me ponía a pensar en mi padre, que a estas horas estaría en altamar pescando sardinas y boquerones…
Siempre que llegan estas fechas, irremediablemente, mi mente entorna la mirada y dirige su vista hacia esos años de inocencia que constituyen nuestra niñez. Y recuerdo con toda lucidez aquellos días.
Mi padre, en aquel tiempo, cuando llegaban estos días, estaba en veda. Las barcas de arrastre habían parado. No volverían a salir a pescar hasta junio. Entonces mi padre se embarcaba al “fanal” (pesca de cerco, que se desarrolla por la noche y que captura sardina y boquerón fundamentalmente). Esto suponía que por la noche mi padre no estaba en casa, pues hacia las siete de la tarde se había ido al muelle para salir a pescar durante toda la noche. En mi casa nos quedábamos solos mi madre y yo.
Cuando llegaba la Semana Santa, mi madre me llevaba a la procesión de viernes santo. Esto era para ella un rito que cumplía religiosamente todos los años. Yo siempre iba con ella. Los dos, mezclados entre la gente, nos poníamos en el mismo rincón de todos los años, y en sepulcral silencio, asistíamos al tétrico desfile.
Mi madre, cuando veía la desolada imagen de la Virgen delante de nosotros, me levantaba y me cogía en brazos. Y muy bajito, y con toda la gravedad del mundo, me apuntaba una jaculatoria que yo repetía con candorosa fe, sin dejar de mirar con veneración la tambaleante y sagrada imagen, que en pocas palabras venía a pedirle a la Virgen María que mi padre cogiera muchas cajas de sardina y boquerón.
Después, unas tristísimas notas de la banda de música cerraban la comitiva, y en profundo silencio la muchedumbre se deshacía en mil direcciones.
Entonces yo sabía que el día se iba extinguiendo al compás de las cada vez más lejanas notas musicales que dejaban escapar de sus instrumentos aquellos oscuros músicos, cómplices de mi melancolía.
El fresco de la noche primaveral nos acompañaba hasta nuestra casa, donde nos recibían unas mortecinas luces que emitían dos solitarias farolas.
Aquella noche, después de cenar nos acostábamos inmediatamente, y yo me ponía a pensar en mi padre, que a estas horas estaría en altamar pescando sardinas y boquerones…
33 comentaris:
A mi la semana santa también me recuerda cuando era más pequeña, cuando iba con mi padre a ver todas las procesiones, todos los días durante la semana que hay más o menos. Me gustaba ir porque los papones me daban la mano jeje
Ahora voy, a menos, pero porque desfilan muchos de mis amigos y les gusta que valla a verles.
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Saludos
Tienes los recuerdos muy frescos. Se nota que lo sentías mucho. Yo iba a procesiones de niño, pero me aburría como una ostra. Un abrazo.
Espero que estes disfrutando de la Semana Santa y de todas las procesiones, en cada lugar, hermosas sus procesiones. Precisamente, ayer cuando vi la procesión, me acordé de cuando era niña que me daban miedo de los capuchones jaja.
Un beso y feliz tarde.
Pues yo de pequeña no fui a ninguna procesión, me daban miedo, ahora de mayor me encanta verlas y he acudido ha alguna. Ayer como siempre llore con la de Jesús el Pobre de aqui de Madrid es la que más me emociona.
Un beso
La Vero: Veo que las procesiones también te traen recuerdos de cuando eras pequeña.
Fernando: La verdad es que sí que sentía algo dentro de mí. Algo así como una tristeza enorme.
María: En las procesiones que se hacían por aquella época en el Grao de Castellón no salían capuchones. Hoy queríamos ir a ver la procesión de Castellón, pero está lloviendo y se ha suspendido.
Angelosa: Las procesiones imponen respeto y pueden llegar a emocionarnos.
Yo quiero mona! Menos mal que mi amiga Verónica se ha acordado de mí y me hará una. Eso sí, yo he de poner el xocolate... Que ilu!
Yo recuerdo que mi yayo Miguel (o sease tu papi) me compraba una mona de cocodrilo que llevaba un huevo duro en la boca. Luego, el lunes de Pascua mis abuelos me llevaban al pinar. Me comía la mona ilusionada con un trocito de chocolate, pero lo que más me gustaba era el: "Ací me pique, ací me cou i ací te tenque la closca de l'ou" y plof! le extrellaba a mi yayo el huevo en toda la frente y jajaj. Luego a jugar por el pinar correteando con mi yayo. Que felicidad tu!!
Y ahora prácticamente nada! unos escasos días de fiesta, que para colmo está todo cerrado y ya está.
Petonets!
P.D: por lo menos hoy hemos comido lo de todos los viernes santos: potaje, albóndigas de bacalado y torrijas!
Mira Miguel ,que maravilla esto de internet he aprendido lo ceremoniosa que es la semana santa en España realmente es encantador ver tamañas procesiones,aqui no es así,también aprendí que es una mona,ignoraba esto,de las torrijas si sabía porque mi abuela las hacía,mi bisabuela me contaba de semana santa en Andalucía,pero no imaginaba todo asi como en realidad es,tambien he podido saber de ti,de tu niñez,del esperar que tu padre tenga buena pesca,de ti y tu madre en Viernes santo y lo he imaginado,casi me ví allí,me llenó de ternura eso! gracias por compartirlo,estoy fascinada con este post!!!!!!!
un abrazo!
Marta: Es tradición aquí en Castellón que los abuelos regalen una mona para la pascua de resurrección. Yo también me acuerdo de aquellos años... por cierto, para seguir del todo la tradición hubiéramos tenido que ir a la procesión, pero la lluvia fastidió el evento.
Hada Isol: La Semana Santa aquí en España es algo muy especial. Las procesiones son una muestra de la devoción que las gentes sienten por la pasión y muerte de Jesús.
Los recuerdos de niñez tienen una fuerza luminosa. La semana santa guarda en mi memoria una fuerza plástica muy potente. Es revelador ese detalle de pedir a la virgen que tu padre aquella noche cogiera mucha sardina y mucho boquerón. Es lo mejor de tu relato. Y lo importante en los relatos no es lo que se cuenta sino cómo se cuenta. Y en este caso tu narración ha sido muy expresiva. Un saludo de sábado en que ya no hay procesiones.
Es un recuerdo muy emocionante. Podía imaginarlo todo conforme lo leía, y no puedo comparar mucho con mis recuerdos infantiles y juveniles de semana santa, porque aquí en mi tierra las cosas van de otro modo. Hay algo en común, pero no todo, no es nada tan solemne. Se ve que somos algo peculiares, y no sé por qué será. Tierra de conversos, me imagino.
Muchas gracias por compartir este precioso recuerdo. Me ha impresionado y me ha enternecido lo de tu padre en el fanal, mientras tu madre y tú veíais la procesión.
Hola Miguel me ha gustado mucho como describes la Semana Santa de tu infancia con esas palabras dulces y llenas de nostalgia...yo particularmente me acuerdo de las procesiones de la Virgen de los Desamparados en mi Barrio, le decian unas cosas muy bonitas a la imagen y se veia que le tenian mucha fe y veneracion, la Semana Santa no iba a las procesiones..besitosss
Recuerdas con muchos detalles tu semana santa de tú infancia , yo nunca he ido a ninguna procesión , he visto alguna , pero , la verdad , no las recuerdo tan nítidas como tú .
Saludos .
Yo no fui de niña a ninguna procesión, y de mayor a muy pocas. No me gustan. Lo he contado en el blog de Joselu. Sin embargo, tal como lo cuentas tú adquiere un significado bien diferente. Es otra forma de ver la religión. Para mí supone miedo, oscurantismo y manejo de las conciencias. Predican una cosa y hacen otra bien distinta. He sufrido mucho por su culpa y no comparto ninguna de sus creencias. Para otros será diferente, pero cada cual tiene sus vivencias y sus opiniones.
Ésta es vuestra semana de vacaciones, disfrútala.
Un abrazo, colega.
Felices Pascuas de Resurreccion deseo a ti y seres queridos , en comienzos de renovaciones y esperanzas motivadas con amor y sentimiento de darnos a los demás.
Recibe mi cariño.
Joselu: Tendrías que haberme visto con qué seriedad y con qué devoción pedía lo que mi madre me apuntaba a la imagen que pasaba ante nosostros. ¡Bendita inocencia!
Clares: ¡Qué solos nos quedábamos (soy hijo único) mi madre y yo en aquellas noches sin mi padre! y es que yo no estaba acostumbrado a esto. Mi padre durante todo el año (los marineros en aquellos años no tenían vacaciones) estaba con nosotros por la noche, pero en aquellos meses de veda en que se enbarcaba al fanal estaba de día y no estaba de noche.
Arwen: Para mí estos momentos han quedado marcados en mi vida. Son momentos que provienen de la nostalgia, pero que ahora, al paso de los años se han convertido en momentos tiernos y afables.
Carlota: Pues yo aquellas procesiones de mi infancia las recuerdo con un halo de nostalgia inefable que me gusta recordar.
Yolanda: A mí, de pequeño, mi madre me enseñó una religión muy blanda. Una religión de un dios muy amable que concedía todos los deseos siempre y cuando se le rezara con plena devoción y siguiéramos sus enseñanzas. No recuerdo aquellos años como tiempos de oscurantismos, sino todo lo contrario.
Abuela Ciber: Lo mismo te deseo a ti. Que seas feliz. Gracias por tu comentario.
que hermosos recuerdos traes hoy, querido amigo!!!
recién hoy se me solucionó el tema con internet y de a poco voy visitando los espacios amigos...........
un fuerte abrazo y felices pascuas
Adrisol: Son recuerdos de infancia, aquellos recuerdos imperecederos que nos acompañan durante toda la vida.
la semana santa... antes nunca quería ir a las procesiones y ahora me moriría por ir... aunque uno no practique, es inevitable emocionarse... no hasta el punto de las plañideras pero se le pone a uno la carne de gallina
Cuántos recuerdos de la infancia!Parecen dormidos, pero se agolpan sorprendiéndonos en cualquier momento...
Un abrazo:)
Ramón de Mielina: Es verdad, la solemnidad de las procesiones, hace que nos sumemos a lo que representan, y nos emocionemos.
Sibyla: Los recuerdos están ahí, agazapados, esperando que algo les haga surgir.
Hola Miguel, gracias por compartir tus recuerdos de Semana Santa, espero la hayas disfrutado. A mi también me vienen recuerdos de mi infancia. En mi pueblecito hacían un viacrucis al que íbamos cada año y cuando terminaba mi abuela nos tenía preparados bizcochitos y monas de pascua o cocodrilos con el huevo en la boca(que ahora son kinder pero antes eran duros, de los normales jeje) y ya estábamos contentos. Además al ser mi padre panadero, teníamos un privilegio, nos los traía, de varias formas y tamaños, lazos, rollitos con el huevo en medio,...Impacientes esperábamos la tarde para comernos la mona en la pequeña montaña que hay en mi pueblo. Esa era nuestra semana santa, tan humilde y preciosa.
Besos,
Rachel
Rachel: Gracias por compartir los recuerdos. Nosotros de pequeños íbamos a comernos la mona a un pinar que hay en el Grao de Castellón. Hoy en día aún sigue haciéndose.
Afortunadamente, mis recuerdos Pascueros son muy poco religiosos. Sólo recuerdo que mi madre me regañaba si cantaba a voz en grito, cosa muy frecuente en mí a todas horas del día¡¡¡
Por los demás, la mona... el Jetem (o como se escriba en francés) en un tocata viejo de la alquería de mis amigas..., el olorcito de "ya viene el verano"... Son recuerdos que no olvidaré nunca y, sobre todo, recuerdo que, en Pasua, comenzaba el meneo y puesta a punto de nuestra alquería del Grao...
Un abrazo pascuero¡¡
Supongo que a la mayoría nos trae algun recuerdo, y que bello es recordar.
Abrazos.
Verónica: A mí también me prohibían gritar, cantar y hacer ruidos. Es verdad que la Pascua huele ya a verano.
Yessi: Siempre es bonito recordar.
Y probablemente pensaras que te gustaría estar con él,pescando esos boquerones...
Pero las tradiciones son así, e inmiscuyen a los niños,siempre creyendo que es lo mejor para nuestra infancia.
La Fe, en esta época, se deja sentir de una manera inigualable,profunda e incluso admirable.
Hasta los que no somos tan religiosos, nos sentimos inundados por ese fervor religioso que pone la piel de gallina.Al menos a mí, me ocurre.
Besos, Miguel.
Que buen texto sobre la tradicion de la Semana Santa.
Te dejo un abrazo y me identifico con experiencias similars alla en Pereira, mi tierra natal
Marinel: No sé si es la fe o la inocencia, pero yo me sentía atrapado por la magia de aquellas imágenes que tambaleantes y muy serias pasaban despacito delante de mí.
Ricardo Tribin: Gracias por tu comentario; estas tradiciones que se viven de pequeño son las más duraderas.
Qué dulces recuerdos, amigo.
Es cierto que estas fiestas están marcadas por el tema religioso. Sin embargo siento que cada año cambian más las cosas y, al menos en mi ciudad, se pierde esa esencia.
Aquí apenas ya hay tradiciones de ese tipo, aunque todavía nos quedan las torrijas jeje
Un saludo.
Perséfone: Es cierto que, para mí al menos, las tradiciones de ahora no son como las de antes. Antes la Semama Santa lo inundaba todo, se cerraban los cines, se prohibía cantar... todo era recogimiento y manifestaciones religiosas. Te hablo de hace poco más de cuarenta años...
Hola Miguel,
No entiendo de procesiones, iglesias....Sí, estoy quedando fatal ;)
En Barcelona existe la Cofradía de los "15+1". Realizan una serie de procesiones durante la Semana Santa que son muy concurridas. Esto no tiene nada de particular, si no menciono que es laica.
Hasta hoy no han permitido que la Iglesia bendiga sus imágenes. Cuentan que en sus inicios humildes, ésta no quiso saber nada y ahora "le devuelven la pelota".
Un precioso escrito. Muyyyy lindo.
Abrazotes enormes, de corazón.
Pd: Besotes para Marta
Lujo: Las procesiones tienen un origen religioso, pero creo que hay involucrado mucho sentimiento laico.
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