Aquel trenecillo veraniego cuando
empezaba su recorrido, tañía una campanita. Yo me solía asomar al balcón de mi
apartamento rutinariamente para ver a la gente que llenaba el pequeño tren de
ruedas neumáticas. Las personas que llenaban el tren turístico estaban
risueñas, alegres, y prontas al desenfado e incluso al jolgorio. El trenecillo
partía lentamente y se perdía en la carretera. Y así todas las tardes del
verano.
Este año no hay tren turístico.
El Ayuntamiento ha tenido a bien
prescindir de sus felices funciones. No sé, será por la crisis, o tal vez por
otros motivos, pero este verano no hay trenecillo turístico.
Pero este año, desde principio
del verano, que cuando estoy en la terraza, de vez en cuando oigo el repetido
tañido de una campana. Un sonido muy parecido al de la campana del alegre
trenecillo. Impulsivamente me levanto y me asomo a la barandilla de la terraza.
No hay trenecillo. La campana ya no suena. Me quedo mirando en dirección hacia
el lugar de donde parecía venir el tañido. Nada. Solo un bar lleno de gente. Me
vuelvo a sentar y pienso en el trenecillo.
Los días se suceden y los leves
tañidos se suceden. Pero no hay rastro del tren turístico.
-Sole, ¿tú no oyes el repicar de
una campanita?
-Claro…
-¿De dónde viene…?
-De ahí abajo, del bar… Por lo
menos eso parece.
Mi mujer lo tiene claro. La
campanita que suena es una campanita mundana, metálica. Alguien en el bar ha
dispuesto de ella para llamar a los camareros o vete tú a saber para qué. Y
sigue leyendo el libro sentada cómodamente en la terraza sin darle ni poca ni
mucha importancia a mi pregunta.
Ella no lo sabe. Yo sí, pero me
lo callo. La campanita que suena, que está sonando todo el verano de vez en
cuando no existe. No hay campana, pero hay tañido. Y eso es porque la voz del
trenecillo no calla. Desde la lejanía del tiempo lanza su lamento. Y yo lo oigo
y lo entiendo. Pobrecillo el trenecillo, que lo mataron por culpa de unos
hombres vestidos con traje y corbata…
14 comentaris:
Qué emotivo ;D me ha gustado mucho Miguel porque ciertamente, hay sonidos que ya no volverían a nuestros oídos sino fuera por el viento del anhelo, ese aire que se cuela en las estancias y que nos recuerda lo sublime que puede llegar a ser la imaginación.
Un beso.
Los recuerdos pueden ser así de vívidos. La mente guarda en la memoria todas las sensaciones que percibimos a través de los sentidos, por mucho tiempo que haga que lo vivimos... Los olores, los sabores, los sonidos, las imágenes... Todos están almacenados en algún rincón de nuestro cerebro esperando al momento puntual que los vuelva a rescatar para hacernos sentir otra vez lo mismo...
Un beso, Miguel
Gemma: Sí, es la imaginación. Pero soñar no cuesta nada.
Novi: Ese sonido me hizo despertar el recuerdo...
Te entiendo. Hay sonidos que no dejaríamos de escuchar nunca. A mí me pasa con el afilador de cuchillos que va en bicicleta y con una armónica, y que ya sólo se escucha en algunos pueblos.
Besoss
Vanessa: Es que lo recuerdos a veces, se hacen realidad.
Mmmmm MIGUEL, si es que eres un sentimental :-)
Estoy segura que nadie siente esa campanita, ni recuerda a ese tren como tú. Los recuerdos gustosos, bonitos se nos meten en le cerebro y huelen, suenan y se sienten esté o no esté lo que nos lo provocó. A mi me pasa con los olores. Ahora desde hace mucho no soy capaz de oler nada y sin embargo los recuerdos me huelen:-)
Un beso enooorme, ojalá este agosto te deje recuerdos igual de bonitos que el de tu trenecillo fantasma ;-) ... volverá, seguro que volverá.
Hay sonidos que seguimos oyendo mucho después de que hayan dejado de sonar. Lo mismo pasa con los olores, con los sabores... Los recuerdos es lo que tienen, no?
Besos, Miguel!!
Esa campana suena en todos los corazones melancólicos.
Saludos.
María: Que sí, que sí, que yo oigo de vez en cuando la campanita... pero creo que tiene razón mi mujer, es del bar que tenemos cerca del apartamento. Pero el recuerdo suena así...
Lou: Pues sí, eso es lo que tienen. Pero el trenecillo ya no está...
Toro: Pues tienes razón...
Un tañido que conecta con recuerdos y vivencias de otros tiempos...
Lo primero que te digo es que si viene del bar oirás algo más que la campana, seguro, sobre todo ahora en verano.
Los sentidos fecuentemente nos traen recuerdos.
Mucho mejor ver el trenecillo desde la ventana con todo lo que evoca que montarse en él. Cogí el último este verano durante las vacaciones. Hacía mucho calor y era una opción para visitar la ciudad sin cansarte. Íbamos dos personas en un tabloncillo que hacía las veces de asiento y dos en el de enfrente. Las rodillas, las mías -yo soy pequeña- daban en la tabla del asiento de enfrente y de repente el hombre del tren nos trae a una quinta persona para que se coloque. El hombre era grande, muy grande y acabamos cuatro en un tabloncillo en un lado y el hombre, tumbado todo lo largo que era, enfrente. Claro teníamos un problema de piernas y también de brazos, sobre todo el que iba tumbado que llevaba un brazo al aire y el otro donde podía.
Muy emocionante, no vi nada, solo estaba pendiente del hombte, quien por cierto no vio nada, porque iba tumbado y sin poder moverse.
Así que yo, la próxima de trenecillo, desde la ventana y cuando suene la campana.
Besos.
Myriam: Es el recuerdo sonoro...
Angie: Bueno, tuviste una experiencia no demasiado favorable, pero ese trenecillo que me evoca la campanita era alegre.
Que bonito¡
Deseo que ese sonido, no te abandone nunca(bueno, cuando te vayas a dormir,sí)
Es un placer leerte de nuevo.
Bess
Mar: Es un ruido que es en sí un recuerdo...
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