Este jueves tuvimos la feliz ocasión de escuchar la conferencia que, gracias a nuestro departamento de lengua castellana, pronunció la poeta Olvido García Valdés en nuestro instituto.
Fueron casi dos horas de encontrarnos cara a cara con los versos de esta gran poeta. Hubo lecturas de poemas por parte de la autora, explicación de los motivos y circunstancias de su vida literaria, preguntas de los alumnos y alumnas, recitado con acompañamiento de guitarra por parte de dos alumnos del centro… fue un encuentro donde, una vez más, y van casi una docena, las raíces de la creación literaria estuvieron presentes en la sala de actos del centro abarrotada de alumnos y profesores. Allí se respiraba poesía. Casi se podían tocar con las manos los versos que aleteaban en el aire del recinto. Y uno, ante tal demostración de lirismo, ante la ocasión que se le ofrece de ver las puertas abiertas a la creación, se siente capaz de penetrar en este mundo. Ante esta catarsis a uno sólo le queda entornar los ojos y soñar.
Pero ayer desperté de mi sueño al hilo de una respuesta que Olvido dio a una pregunta de una profesora. La profesora preguntó si era verdad, según se desprendía de sus poemas, que a la creación artística sólo se puede llegar por la vía del dolor. En otras palabras, si se podía escribir sin tener como motor una experiencia dolorosa. La respuesta de la poeta fue rápida y rotunda. No hay creación sin dolor. Buscando la complicidad de los alumnos dijo que a nadie se le ocurriría ponerse a escribir cuando estaba contento y feliz. Y en cambio, cuando se sentía triste, surgían las ganas de plasmar su dolor. No hubo réplicas. Supongo que la gente estaría de acuerdo con ello, pero yo me quedé pensando. Y no sé si estoy de acuerdo con eso de que a la creación literaria se tiene que llegar forzosamente por la experiencia dolorosa.
De acuerdo que el dolor ha inspirado muchas, pero muchas obras, pero yo no sé si a todos nos mueve a la hora de escribir el dolor. Yo me siento con ganas de escribir cuando estoy contento, feliz y a gusto. Y cuando estoy triste, no tengo ganas ni de asomarme al ordenador. A mí, el dolor no me inspira en absoluto. Y en cambio, la felicidad me mueve a escribir… ¡Claro, que yo no soy ni un poeta ni un literato! Pero, aunque yo no sirva de ejemplo, la pregunta sigue en pie: ¿Es necesario el dolor para crear? ¿Qué opináis?
Fueron casi dos horas de encontrarnos cara a cara con los versos de esta gran poeta. Hubo lecturas de poemas por parte de la autora, explicación de los motivos y circunstancias de su vida literaria, preguntas de los alumnos y alumnas, recitado con acompañamiento de guitarra por parte de dos alumnos del centro… fue un encuentro donde, una vez más, y van casi una docena, las raíces de la creación literaria estuvieron presentes en la sala de actos del centro abarrotada de alumnos y profesores. Allí se respiraba poesía. Casi se podían tocar con las manos los versos que aleteaban en el aire del recinto. Y uno, ante tal demostración de lirismo, ante la ocasión que se le ofrece de ver las puertas abiertas a la creación, se siente capaz de penetrar en este mundo. Ante esta catarsis a uno sólo le queda entornar los ojos y soñar.
Pero ayer desperté de mi sueño al hilo de una respuesta que Olvido dio a una pregunta de una profesora. La profesora preguntó si era verdad, según se desprendía de sus poemas, que a la creación artística sólo se puede llegar por la vía del dolor. En otras palabras, si se podía escribir sin tener como motor una experiencia dolorosa. La respuesta de la poeta fue rápida y rotunda. No hay creación sin dolor. Buscando la complicidad de los alumnos dijo que a nadie se le ocurriría ponerse a escribir cuando estaba contento y feliz. Y en cambio, cuando se sentía triste, surgían las ganas de plasmar su dolor. No hubo réplicas. Supongo que la gente estaría de acuerdo con ello, pero yo me quedé pensando. Y no sé si estoy de acuerdo con eso de que a la creación literaria se tiene que llegar forzosamente por la experiencia dolorosa.
De acuerdo que el dolor ha inspirado muchas, pero muchas obras, pero yo no sé si a todos nos mueve a la hora de escribir el dolor. Yo me siento con ganas de escribir cuando estoy contento, feliz y a gusto. Y cuando estoy triste, no tengo ganas ni de asomarme al ordenador. A mí, el dolor no me inspira en absoluto. Y en cambio, la felicidad me mueve a escribir… ¡Claro, que yo no soy ni un poeta ni un literato! Pero, aunque yo no sirva de ejemplo, la pregunta sigue en pie: ¿Es necesario el dolor para crear? ¿Qué opináis?