Por la tele aparece un analista
económico y explica con pelos y señales los fallos de la Economía , no ya la
española, sino la mundial.
Pedro está viendo la televisión
en el bar, junto a sus amigos de siempre. Todos asienten a los argumentos del
analista. Es un tipo inteligente ese economista. Y además explica las cosas con
claridad. No como los políticos, que mienten más que hablan, y además, a duras
penas dicen nada en concreto, siempre divagan y no aclaran nada. Pero este no.
Este dice al pan, pan y al vino, vino.
-¡A ese tío le votaba yo para
ministro de Economía! Con los ojos cerrados. Pero si sabe más de economía que
Rajoy y toda su comitiva de ministros. ¿No lo estáis viendo…?
Pedro le puso bonanciblemente la
mano en el hombro de ese jovenzuelo que se aventuraba a aseverar tal cosa.
-Escucha, no te voy a quitar la
razón, que la tienes. Pero me gustaría que escucharas un chiste que me contaba
mi padre que en paz descanse. Es decir, que es un chiste antiguo, con muchos
años. Pero que no ha perdido frescura, y que vale para hoy. Pues resulta, me
contaba mi padre, que había una vez un abogado (por favor María, mi querida
abogada, no te lo tomes a mal, que es una metáfora) que tenia un hijo que
estudió para abogado. Pues bien, cuando acabó la carrera, se puso a trabajar en
el bufete de su padre. Y un día que no estaba su padre, se puso a revisar los
archivos. Encontró un expediente que se había abierto hacía más de diez años, y
aún no se había resuelto. “¡Caramba!” Pensó. “Voy a ver de qué se trata”. Y tras
una rápida y fulminante ojeada, encontró con muchísima más facilidad de lo que
creía la solución al pleito. Pero si era de cajón. Cogió el teléfono, hizo una
par de llamadas, y quedó el asunto resuelto.
Cuando vino su padre, corrió a
comunicarle la buena nueva.
-Papá ¿te acuerdas de aquel
expediente que había en el cajón con fecha de noviembre de 1999…? Pues lo he
estado mirando… y ya lo he resuelto.
Su padre, al oír aquello,
adquirió un semblante mezcla de cólera y resignación. Y ya más tranquilo le
dijo a su hijo:
-Pues no es que me alegre ni me
deje de alegrar por lo que has hecho, hijo. Pero simplemente te diré que yo he
estado viviendo de este caso casi veinte años, y tú en un pispás te lo has
cargado…