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Ana te presta su espejo


Mi hija Marta acaba de sacar a la venta su segundo libro: “Ana te presta su espejo”. Yo lo recomiendo a todos y a todas. Es un libro mitad memorias y mitad ensayo, que habla sobre la discapacidad. Está escrito en forma autobiográfica. Arranca en el año 1990, cuando Marta (Ana, en el libro) tiene seis añitos y termina en el año 2020. Sí, en el futuro. Es un libro que está escrito a golpe de recuerdos, o más bien, a golpe de pálpitos de corazón. A veces es duro y terrible como lo es la realidad, a veces es liviano y prosaico como la realidad y a veces la realidad se confunde con la ficción, porque si lees este libro, te verás involucrado en una situación rara de compromiso hacia aquellas personas que se apartan un poco de la norma sin dejar de ser normales.
Es un libro excelente. No estoy hablando de literatura. Estoy hablando de excelencia. No dejéis de leerlo. Os lo recomiendo.

Pero la finalidad de esta entrada es doble. Por una parte lo dicho hasta ahora. Y por otra, lo que sigue a continuación.


Pues bien, la librería de Castellón “Argot” hoy ha

puesto a la venta (en plenas fiestas de la Magdalena) el mencionado libro. Y ha tenido la deferencia de dedicar un escaparate entero al libro de mi hija. Y al lado del libro “Ana te presta su espejo”, como es costumbre por fiestas ha colocado una serie de libros de temática taurina. Desde acuarelas, hasta tratados, pasando por fotos de ejemplares de toros y biografías de toreros. Todo acorde con la fiesta.

Pero hay gente que no transige con todo. Es más,
 solo transige con lo suyo. Y las maneras de hacer pensar al resto de la humanidad como ellos piensan (¡qué manía que todos tengan que pensar lo mismo, con lo bonita que es la diversidad!) consiste en usar la violencia (hay muchas clases de violencia. No solo es violencia poner bombas), y no el diálogo y el debate. Y esta mañana, cuando Ismael y Juanvi (los dueños de Argot) han ido a abrir la librería, se han encontrado con una pintada que ponía “tortura no es cultura” (refiriéndose a los toros, claro) La cosa no ha ido a más. Han llamado a una brigada de limpieza, lo han limpiado, han pagado, y aquí paz y después gloria.

En los albores de la democracia, recuerdo, allá a finales de los setenta del pasado siglo y los primeros años ochenta, estaba de moda quemar librerías que vendían libros con una determinada ideología. Yo creía que esto ya estaba superado, pero parece que no.

Tenemos la suerte que en España las librerías guardan en su seno libros de todo tipo. Sin censura ninguna. De ideas peregrinas, de ideas extremas, en fin, de ideas de toda clase. Sumergirse en una librería es hacer un viaje por la libertad en el mejor sentido de la palabra. Y uno, cuando manosea y hojea los libros se siente henchido de libertad.
Si no se quiere leer libros sobre tauromaquia, lo mejor que puede hacer uno es no comprarlos.

Ensuciar el escaparate de una librería y pretender

 limitar la libertad de expresión, no es cultura.




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