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Mis primeras lecturas




Cuando echo la mirada atrás y quiero encontrarme con las lecturas de mi infancia, me tropiezo con montones de tebeos (ahora se llaman cómics) y un puñado de libros de aventuras.

Hoy quiero recordar aquellas publicaciones que me atraparon de pequeño.

La más lejana en el tiempo, allá a principios de los años sesenta del pasado siglo, era el TBO. El tebeo por excelencia. Salía cada semana. Y costaba tres pesetas, luego cuatro, más tarde, al final de la década, 5 pesetas, y ya a principios de los setenta alcanzó la friolera cifra de siete pesetas. Yo era adicto al TBO. No me perdía ninguna de las aventuras de “La famila Ulises”, de Benejam, que aparecía siempre en la contraportada. Así como las kafkianas desventuras que sufrían los personajes de Coll. O las tiras de Urda. O los amables chistes en recatadas historietas de Blanco; o los descabellados inventos del “profesor Franz de Copenhague”… que me hacían compartir risotadas con mis padres.

A todo esto, “El Capitán Trueno”, o “El Jabato”, o “El Guerrero del Antifaz”, o “Roberto Alcázar y Pedrín”, o “Hazañas Bélicas” que se compraban mis primos mayores y que de vez en cuando llegaban a mis manos, me introducían en un mundo de luchas y guerras donde la justicia existía, y ésta la impartía el sufrido protagonista de la serie.

Después, en los últimos años de los sesenta descubrí el mundo de las publicaciones de Bruguera: TIO VIVO, PULGARCITO, DDT, DIN DAN, GRAN PULGARCITO, y ya recién estrenada la década de los setenta, MORTADELO.

Eran todas ellas unas publicaciones, para mí, fantásticas. Los personajes y las series por entregas que aparecían en ellas, dejaron huella en mí. Tanto que aún puedo recordarlo con todo lujo de detalles.

Por lo que respecta a los personajes, destacaré por encima de todos la creatividad del sin par Francisco Ibáñez, creador de “Mortadelo y Filemón”, “Rompetechos”, “El botones Sacarino”, “Pepe Gotera y Otilio”, “13 Rue del Percebe”… le siguen Vázquez, padre de “Anacleto agente secreto”, Escobar, con sus tremendos “Zipi y Zape”, Segura, que dio vida a “La Panda” y “Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte”… y tantos otros…

En lo tocante a las series por entregas que aparecían en todas estas revistas destaca “Astérix”, del que se publicaron un montón de aventuras, “El Sherif King”, “El Teniente Blueberry” y “El Corsario de Hierro”.

Por esta época sentí la necesidad de compaginar estas alucinantes lecturas gráficas con “lecturas de verdad”. Es decir, libros. Y así tuve mi bautismo literario con una adaptación para jóvenes de “La isla del tesoro” de R L Stevenson que me fascinó. Luego descubrí a Julio Verne y leí con ilusión y deleite “Miguel Strogoff”, “Un invierno entre los hielos”, “Los hijos del capitán Grant”…

Eran años de infancia y preadolescencia. Años de magia, de candor y ensueños. Todos estos personajes y sus aventuras crecieron conmigo. Y por eso siguen ahí en un rincón de mis vivencias. Y ya nunca se irán.

Hoy, cuando abro un libro, casi sin darme cuenta llegan hasta mí esas lejanas sensaciones y emociones que me regalaron aquellos añejos libros y tebeos, y, mientras acaricio las tapas del libro albergo la secreta esperanza de reencontrarme con ellas.


3 comentaris:

Esther ha dit...

Yo me crié, con los libros del barco de vapor, recuerdo sus historias, y mi primer libro de esta colección ,con 6 años:"Maxi el aventurero"...
Al que le siguieron "Querida Susi,querdio Paul", "Ulrico y las puertas que hablan"(mi favorito),y muchísimos más.
Que entrñables momentos pasé leyendo, y que hermosos momentos sigo compartiendo con la lectura.

Yessi ha dit...

Vaya, cómo pasa el tiempo y como cambian las cosas ¿no?.

Muy interesante y divertido tu post.

Abrazos.

Miguel ha dit...

ESTHER: Ya veo que también guardas en tu memoria aquellas tus primeras lecturas. ¿No las consideras mágicas con el paso del tiempo?
YESSI: Efectivamente Yessi, el tiempo pasa, pero no en balde, deja huella... y nos da vida en forma de recuerdos.

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