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Último día después de seis años.


Os voy a contar una cosa, una insignificancia, una vivencia intrascendente que estaba olvidada en un recoveco de mis galerías somnolientas y, que hoy, la he recordado.
La espoleta que ha hecho saltar esta inesperada evocación la ha activado, sin ella darse cuenta, la jefa de estudios de mi instituto. ¡Cómo a veces las cosas son tan aleatorias y tan poco sometidas a formulismos…!
Pues bien, Quini, que es la jefa de estudios, en la reunión de tutores ha sacado el tema de la limpieza. Ha hecho alusión a la suciedad que hay en el patio, en los pasillos, en las aulas… y las mesas, que aparecen la mayoría rayadas…
A mí, tengo que decirlo, me da mucha rabia que los alumnos sean tan marranos, que lo son, y particularmente me pone de los nervios cada vez que me encuentro en mi aula alguna mesa rayada. Porque la verdad es que la gente graba su impronta en el mobiliario escolar de forma zafia y sin gracia.
Cada cual daba su opinión y exponía sus estrategias para evitar estos desmanes. Y entonces es cuando me ha venido a la mente este recuerdo motivo del post.
Pues bien, corría el año 1975. Octubre. Era el primer día de clase. 
Iba a empezar el COU. El último año en el instituto, después de seis años. Y luego, a la Universidad. La verdad es que estaba emocionado a la vez que ilusionado. ¡Estaba a punto de empezar el último año en el instituto “Francisco Ribalta” de Castellón que casi lo tenía ya como mi segunda casa después de cinco años vividos allí intensamente. Allí entre las paredes de aquel vetusto instituto había pasado de todo: bueno, malo, penoso, alegre, rabia, euforia, desespero, acomodo, aburrimiento, diversión…  
…Y ahora entraba junto con mi inseparable primo Toni, en la clase de COU E.  Nos sentamos juntos. Y esperamos a que viniera el profesor. Maquinalmente miré la superficie de la mesa. Y en un rincón, escrito con tinta había una frase que ponía: “Último día después de seis años. Mayo 1975” La leí varias veces y me quedé pensando sin dejar de mirar la caligrafía prudente y firme del anónimo estudiante que había dejado aquella mesa y que ahora ocupaba yo. Me invadió una mezcla de nostalgia y anhelo difícil de explicar. ¿Dónde estará hoy aquel estudiante? ¿Será un médico, un arquitecto, un abogado...? ¿Sabrá que yo leí sus palabras escritas sobre la mesa? Y entonces pensé que estaba estado en un pupitre que antes de mí lo había ocupado un soñador. Y yo quise que el sueño continuase. Y así hice.

29 comentaris:

Joselu ha dit...

Aleteos misteriosos del tiempo en estas inscripciones que dejamos los seres humanos pare expresar que hemos pasado por ahí, y que esa es nuestra huella. Somos tan impermanentes que una huella efímera de nuestra existencia es todo lo que queda de nosotros. "Yo estuve aquí". "Tú y yo". Entretanto nuestra vocación de perdurar. ¿Te imaginas que dejemos de existir y que nuestros blogs continúen como restos de nuestro paso? Es un caso frecuente. Muchos blogueros mueren y su blog queda como un resto funerario en el que el primer día y segundo hay comentarios recordando al finado y luego nada. Hoy nos has traído esta inscripción que viene del pasado, del paso de un ser humano por nuestro mundo. ¡Quién sabe si vivirá! Pero hoy un eco inaúdito ha llegado hasta nosotros como si siguiera viviendo, y que él nunca sospechará. Nunca sabremos la huella que hemos dejado en la vida, tal vez sea solo eso. Que hemos estado aquí un breve tiempo. Nada más.

Un abrazo.

LOLI ha dit...

Que hariamos las señoras de la limpieza si no se ensuciara el mobiliario? ;)

Sabes? Aaron para decirme donde se sentaba me indico una marca que habia en la mesa en la que él se sentaba(esta echa con un compás o algo punzante)tu sabes la nostalgia que me entra cada vez que veo esa mesa? Me encanta localizarla cada año en un nuevo sitio,pasó desde los barracones al nuevo en el que estamos y cada curso aparece en un aula distinta y cada vez que la encuentro me da una melancolia...hace ya justamente seis años...que se sentaba en ella...que cosas,no?

UN BESAZO

Yolanda ha dit...

Me gusta cómo cuentas tu vivencia juvenil, Miguel, pero me desagrada muchísimo la suciedad imperante en nuestras aulas. En mi colegio hemos sufrido este año con más dureza la falta de higiene. Tras varias denuncias con muchos apoyos hemos logrado que refuercen el servicio, y algo ha mejorado el asunto, aunque sigue habiendo churretes por las paredes, telarañas en los rincones y pelusas al por mayor. Llegué al extremo de fregar yo misma todas las mesas y sillas de mi clase en un recreo porque me negué a que mis alumnos se sentaran en esas condiciones. La crisis tiene la culpa, dicen, pero yo no lo creo.
A lo que iba: me repugna ir a un servicio y encontrarlo lleno de groseras pintadas, o entrar en un lugar público y leer mil veces "Fulanito estuvo aquí", o pisar latas vacías y papeles sucios en plena sierra madrileña. Nos contó una vez un conductor de autobús que en cierta ocasión llevó a unos chavales de un IES con sus profes a La Pedriza; tras la excursión, ya dispuestos para irse, apareció a toda pastilla un Land Rover de la Guardia Civil cuyos ocupantes ordenaron volver a subir a la cumbre a toda la muchachada para limpiarla porque la habían dejado hecha una mierda. Bien hecho, sí señor. Debería cundir el ejemplo.
Me temo que estoy desvirtuando el sentido de tu relato. Lo siento, colega. Aprecio tu toque nostálgico y trato de entender lo que sentiste en aquel momento. Es verdad que no hacemos sino recoger el testigo de generaciones anteriores para pasárselo a las que nos suceden. Ese estudiante anónimo te estaba dando ánimos en su despedida. Tú empezabas donde él acabó. Somos eslabones de una misma cadena, compartimos el mismo espacio, la misma historia. ¿Dejaste tú también tu huella de la misma manera? Yo no lo he hecho nunca, pero sé que mi firma está en libros de actas, en papeles oficiales, en agendas... De un modo u otro permanecemos, no nos desvanecemos como lágrimas en la lluvia, según se decía en "Blade Runner". A eso aspiramos: a no desaparecer, a ser inmortales en cierta manera.
Por un momento, al leer el título de tu entrada, he creído entender tu despedida y me ha dado un vuelco el corazón. Menos mal que no es así, qué alivio...
Un abrazo, colega. ¡Aquí hace un frío que pela!

María ha dit...

Yo me quedo con el final MIGUEL "...y yo quise que el sueño continuase. Y así lo hice..." lo has hecho de una manera preciosa.

Verás, no sé si por mi naturaleza de ver las cosas al revés de como debiera, siento que cuando alguien deja su huella de la manera que sea sobre alguien o sobre algo, jamás se va del todo. No creas que todo el mundo lo consigue e incluso pudiera ser que aun consiguiéndolo, no sepa que es así, porque no es sólo importante que alguien deje su huella, para que perdure alguien tiene que recogerla.

Tú lo has hecho en esta historia, tú has conseguido que esa inscripción haya dejado de ser unas cuantas letras gravadas en una mesa, para ser el pedazo de la historia de alguien, que tú has salvado.


Si yo fuera ese alguien...
Te estaría muy agradecida:-)



Un beso muuuy grande MIGUEL, buenas noches.

Perséfone ha dit...

Es curioso como nuestras vidas se entremezclan continuamente. Y también como un pequeño detalle, insignificante a priori, puede recordarte anecdotas tan bonitas.

Gracias por compartir la historia. Ahora, a continuar tejiendo el sueño ¿no?

Un abrazo.

TORO SALVAJE ha dit...

Eres un soñador y lo serás siempre.

Ese tipo de asociaciones son propias de gente sensible.

Lo sé bien.

Saludos.

Anònim ha dit...

Sr maestro un placer leer estas historia de la vida y
estoy organizando un encuentro de blogueros en Barcelona para el sábado 10 de marzo....
He pensado que tal vez pudiera interesarte conocernos personalmente y es una oportunidad de reunirnos.
Te envío un enlace y me dices algo.
Está abierto para todo el que quiera y pueda venir.
Aprovecho para saludarte.
Encuentro en Barcelona

Miguel ha dit...

Joselu: Querer perdurar más allá de la muerte es algo que los seres humanos han pretendido desde siempre. Y tal vez sea esto por lo que las gentes inscriben su marca en materiales inmortales. Solo morimos nosotros, las obras quedan (ya lo decía la canción)

Loli: Me gusta cómo cuentas tu relación con Aarón. Yo aún me acuerdo de donde se sentaba tu hijo cuando hacía segundo D. Y estos recuerdos me hacer enriquecer el presente.

Yolanda: La verdad es que no estoy nada contento con la suciedad que hay en mi instituto. Y por eso la reunión para ver qué hacemos. Pero son unos marranos, la verdad. Pero lo que me ha llevado a escribir este post ha sido una lucecita soñadora que se ha encendido dentro de mí al recordar aquellos tiempos pasados. ¡Cómo somos las personas! nos gusta perdurar en el tiempo. Y estas cosas lo consiguen. No sé, pero a mí me emocionó verlo escrito. Y me prometí a mí mismo hacer una igual cuando se acabara el curso. Y lo hice.

María: Yo creo que tienes razón. En cierta medida he salvado un recuerdo de alguien a quien no conozco y de quien no sabía ni sé nada. Me gustaría pensar que hoy ese alguien es una persona feliz.

Perséfone. Sí. El sueño continúa. Me gusta soñar.

Toro: Sí, soy un soñador. Y me gusta soñar. La realidad tiene su parte somnolienta. Sin duda alguna.

Anna: Ya veremos si puedo ir. Lo tengo difícil, pero ya veremos.

Gemma ha dit...

A mí querido Miguel también me sucede eso cuando veo los nombres de parejas o de amigos escritos en los árboles, pienso pobre árbol qué te ha hecho para que le imprimas tanto amor? y luego me suavizo pensando en el tiempo que esa pareja llevan juntos o no...yo nunca he sentido la necesidad de hacer algo así pero mis novios sí y ahora me gusta regresar al insti y encontrar en una columna nuestros nombres entre corazoncitos y fechas...somos unos nostálgicos Miguel, es lo que más me gusta de ti, me llevas a mis lugares preciosos...gracias. Un beso.

V ha dit...

Ojalá esa persona leyese lo que tú has escrito en tu entrada.

Tal vez llegue el día, quién sabe :)

Un beso, Miguel.

Lourdes ha dit...

Fíjate, que yo siempre, desde parvulitos, pensé que no estaba bien lo de pintar en las mesas o en las puertas del cole. Lo mismo seguí pensando cuando entré en el instituto...
Pero eso, que cuando llegó el último aliento de mi último año, en COU, no pude evitar poner algo yo tb en una puerta. En realidad, fue sólo en el marco, pero ahí se quedó para siempre.
Cuando volví 6 años después para hacer el CAP, que solicité hacerlo en mi instituto, allí seguía mi nombre y la fecha...

Creo que es una forma que tenemos de dejar una huella nuestra en un sitio donde hemos estado y donde hemos vivido tantas cosas...
:)

Por cierto, tú empezabas COU cuando yo acababa de nacer. jejejejje


Besos, Miguel!!

Miguel ha dit...

Gemma: Me alegro de ser cómplice de tus sueños.

Verónica: Sería como volver al pasado y ver desde el futuro que alguien siguió el sueño.

Lou: Es bonito encontrarse con el pasado desde el presente y ver que aquello sigue allí porque es que el pasado no lo puede cambiar nadie, sí olvidarlo, o recordarlo, pero cambiar no. Así que tú nacías cuando yo empezaba COU. Pues no nos llevamos mucho... je, je...

Luis Antonio ha dit...

Algunos, a falta de mejor huella que dejar, ensucian las cosas. Anónimamente, claro.

Siempre he luchado contra el desorden y la desidia en la escuela. Y hasta en el espacio público. Con resultado vario... Pero nunca he mirado hacia otro lado.

Angie ha dit...

Me paso la vida insistiendo en que lo que es de todos hay que cuidarlo mejor que lo que es de nuestra propiedad, a mi no me importa que escriban en la mesa del comedor de su casa si sus padres les dejan. Algunos alumnos se sientan en mesas con agujeros, a algunas incluso les faltan trozos, lo que hace muy difícil escribir cómodamente en ellas.
A principios de curso, después de revisar el estado del material responsabilizo a cada alumno de una mesa. El problema que me encuentro es que entran de otras clases, hay talleres por las tardes, entran alumnos diferentes y a veces se quejan con toda la razón de que las mesas están hechas una pena. Doy mil vueltas al asunto porque espero que cada profesor que entra en mi clase se responsabilice de lo que hacen los alumnos cuando están con ellos.

Es curioso que cuando entras en un sitio donde hay algo escrito no puedes evitar leer todo lo que pone y entonces nos pasa un poco lo que a ti, piensas en quién habrá escrito aquello, pero yo me pregunto si era tan relevante escribirlo con el fin de que otros lo lean, porque creo que, en el fondo, es eso lo que se pretende. ¿Era tan importante escribirlo? Siempre dejaremos huella.

Muchos besos.

Miguel ha dit...

Luís Antonio: Sí, tienes razón. La suciedad es una lacra que debemos desterrar de nuestras aulas. Pero estarás conmigo que esta vea eso era algo más que una simple pintada.

Angie: A mí me gusto leerlo, lo confieso. Aunque te doy la razón en que estuvo mal hecho.

Marinel ha dit...

El tiempo raudo y veloz,en ocasiones se hace misterio y deja su impronta de manera sorprendente haciendo que pasado,presente y futuro confluyan en un hecho en apariencia intrascendente.
Soñar es magnífico,pero sin necesidad-ahora ya hablando en plan adulto y madre-de destrozar ese mobiliario compañero de los sueños.
No sé qué tienen en la mente estos críos de hoy en día,che.
Besos.

Belén ha dit...

Deberías haber puesto tú tu impronta... un maestro y un médico, por ejemplo...

Besicos

Miguel ha dit...

Marinel: Pues sí, no sé que tienen esos críos en la cabeza, pero hay veces que merece un momento de reflexión...

Belén: La puse, la puse, pero al final del curso.

Novicia Dalila ha dit...

No sabes cuanto me he identificado con tu historia, Miguel... Yo me tiré en el instituto 6 años y era, igual que para ti, mi segundo hogar... Allí viví muchas de las mas impactantes experiencias de mi vida, tanto buenas como malas, y las recuerdo como si hubieran pasado ayer mismo...
Allí, en el baño, leí por primera vez esa frase tan extendida que decía: "Vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos", que hoy está ya obsoleta de tanto oirla, pero que hace 30 años era una novedad... ¡¡¡Quien nos iba a decir que hoy en día muchos han tenido que hacerlo así, sí o sí¡¡¡
Espero que ese soñador o esa soñadora haya conseguido hacer realidad su sueño... Y ojalá pudiera leer tu entrada y se reconociera en ella.

Un beso, Miguel

Anònim ha dit...

Ay, Miguel, que recuerdos, COU, el último año antes de pasar a la Universidad! QUe gran salto!
Me encanta cuando compartes con nosotros estos recuerdos.
Besines

Miguel ha dit...

Novi: Sí, ojalá la leyera. Sería prácticamente como hacer realidad un sueño.

Vane: Es que me encanta aceros partícipes de mis sueños y vivencias.

Vivian ha dit...

Qué hermoso el final Miguel, es sensible, y encierra cierta capacidad de vuelo.
Quién sabe adonde estaría el autor de la frase, pero estoy segura que al plasmarla sintió esa alegría de la “misión cumplida”.
Pasando a un tema más feo, odio ver las paredes (o las mesas de las escuelas) garabateadas, pero creo que siempre existirá porque la adolescencia no repara en estas cosas, no sé. Igual, acepto que alguna vez dibujé un corazoncito cursi en mi pupitre. (Y una fórmula de química)

Un beso

Miguel ha dit...

Vivians: El final solo es apto y deseable para los soñadores. Tú, pienso, eres una soñadora.

MAR ha dit...

Una historia muy bonita.
Dura realidad,la de pintar pupitres,ahora regaño a mi hijo pequeño si lo hace,pero no olvido que yo también hice mis pinito de dibujante.
Un saludo.

cristal ha dit...

Pues menuda coincidencia, Miguel. Hemos estado tocando el mismo tema sin saberlo. A los dos, por distintos caminos, nos ha tocado de lleno la nostalgia.

Aquellos fueron años importantes, teníamos toda la vida por delante y muchas decisiones por tomar...pero no cabe duda que a los dos nos ha dejado profunda huella.

Un abrazo, Miguel.

Lore ha dit...

Que hermoso relato, como todos los tuyos, ¡son tan auténticos! tú también lo eres Miguel, ademas de un soñador,y es que el día que los sueños se acaben, ¿que será del mundo¿ el mundo terminará.

Perdona Miguel mis ausencias,espero pronto poder estar con mas normalidad en vuestros blogs.

Muchos besos.

Miguel ha dit...

Mar: y ¿Quién no ha querido dejar su impronta en algún sitio en algún momento de su vida...? Otra cosa es ensuciar por ensuciar.

Cristal: Pues sí. Cuando leí tu post pensé: aquí hay otra persona soñadora, que ama sus recuerdos y que quiere fabricarlos.

Lore: Tú también eres un sueño. Tus poemas me lo dicen.

Toni Solano ha dit...

Es propio de la condición humana dejar señales de su paso allá por donde vaya. Gracias a ello tenemos Altamira, Valltorta, etc. Esas señales del pupitre, como bien dices, podrían ser las últimas palabras escolares de un genio, de un psicópata, de un juez desterrado...
Nunca sabemos el alcance de nuestros grafittis, y si no que se lo digan a unos aburridos monaguillos de hace 700 años. Saludos.

Miguel ha dit...

Antonio: Muy interesante tu aportación. No lo conocía. Y es verdad, el ser humano tiene en sus genes el deseo de pervivencia. Estos grabados son una prueba.

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