En estos días la Universitat de
València (UV) ha emitido un informe en el que rechaza la declaración como
patrimonio cultural de las corridas de toros y los “bous al carrer” (toros en
la calle) al considerar que estas prácticas con astados “no reúnen los requisitos que establece la Convención de la Unesco ”.
Quiero centrar el tema de este
post no en los toros al uso, es decir los toros con torero y en la plaza, sino
en lo que son los toros en la calle (“els bous al carrer”). Y es que en la Comunitad Valenciana
fundamentalmente, es práctica muy común y de fuerte arraigo popular el celebrar
ese tipo de corridas con toros que han venido en llamarse “toros en la calle”.
Para los que no estén al corriente diré que en esta Comunidad es costumbre
enraizada en casi la totalidad de los pueblos el organizar este tipo de
corridas en sus fiestas patronales. La fiesta consiste en acotar unas
determinadas calles del pueblo y luego soltar en ellas una vaquilla o un toro.
El programa taurino se divide en
varias partes. La primera es la suelta de vaquillas (a veces también sueltan a
algún toro). Aquí no se mata a la res. La vaquilla (o el toro) anda de aquí
para allá persiguiendo a los mozos hasta que sacan al cabestro y la vaquilla,
obediente, le sigue hasta el corro donde están sus compañeras de “trabajo”. A
lo mejor, después de las fiestas de este pueblo, sin solución de continuidad se
van a otro, y a otro, hasta que se acaba la temporada. La segunda parte de
estos festejos la constituye “el bou embolat” (el toro embolado). Esto diríase
que constituye el plato fuerte de “els bous al carrer”. Este toro lo compra una
peña a una ganadería de más o menos renombre con el fin de matarlo al final del
festejo. El festejo en sí consiste en lo siguiente: Lo primero es traer al toro
encajonado con un camión al recinto donde se celebran las corridas de “bous al
carrer”. A la hora prescrita se desencajona y el toro da unas vueltas por las
calles acotadas persiguiendo a los mozos. Esto constituye lo que se llama “la
prueba.”. Al cabo de media hora más o menos salen los cabestros y se le intenta
reconducir hasta los corrales, tarea que no siempre se lleva a cabo con la
prontitud y diligencia precisa. Hay veces que tras una hora de infructuoso
empeño, se opta por lanzar una cuerda y prender al animal, y llevarlo casi a
rastras hasta el corro. Aquí se acaba lo que sería “la prueba” del toro. Después,
a la noche, normalmente suele ser a medianoche, se procede a la embolada. Esto
consiste en sacar atado al toro desde los corrales y ensartar la cuerda en un
pilón a la altura de uno de los cuernos. Allí el “embolador” le coloca dos
antorchas, una a cada cuerno y después les prende fuego. Entonces corta la
cuerda y el toro sale rebotado del pilón al que estaba atado. La imagen es la
de un animal con dos antorchas enormes que va persiguiendo sombras por la
calle. El espectáculo puede durar horas. Y cuando ya el toro está medio muerto
de cansancio, se procede a sacrificarlo. Lo cual se lleva a cabo con más o
menos gracia, descabellando al animal. Y esa es la fiesta del “toro embolado”.
En fiestas normalmente se suelen
correr uno o dos toros embolados cada día, aunque hay días que se pueden
embolar hasta tres toros. La verdad es que si se quitaran del programa de
fiestas estos espectáculos taurinos la cosa quedaría en nada. La verdad es que
en la Comunidad Valenciana
esta costumbre es muy celebrada, pero últimamente se están oyendo voces que
dicen que esto es una salvajada y que deberían suprimirse.
¿Vosotros qué opináis al respecto?
25 comentaris:
Mira, yo respeto a cada cual con sus gustos,porque como dice el refrán:
Para gustos,colores.
Pero no me gustan los toros ni en la plaza ni fuera de ella.
Puedo tolerar,que no entender,la suelta de vaquillas y algún toro para que la gente corra delante ¿?
Però,això del bou embolat, ni ho entenc ni ho compartisc. Em pareix una salvatjada vore com els embolen i maten després de rebentar-los pel cansament.
Paregut als bous de la plaça...
Como digo, respeto a todo el mundo esperando lo mismo hacia mí,pero para nada comparto las fiestas en las que se dañe de alguna forma a un animal,como en los casos del toreo,criados para morir a punta de espada...
Besos.
Fuera.
En mi pueblo jamás se han celebrado y este año -el ayuntamiento PPero que nunca tuvimos- quiere ponerlos.
Pues no hay formas de divertirse y pasarlo bien, que con semejantes salvajadas... ¡pf!
Llegará el día en que hombres como yo, verán el asesinato de animales como ven el asesinato de personas. Al parecer es una frase de Leonardo da Vinci. Yo la suscribo. No sé por qué nos horrorizamos porque en el Sahel de Al Qaeda se convierta en espectáculo público 200 latigazos, y nos parece una diversión un espectáculo en el que se tortura a un animal. Alguien diría que es cosa de culturas. Cultura es lo que se cultiva, y entre nosotros cultivamos la barbarie. Más que la barbarie, la crueldad. Oponerse a estas fiestas es como oponerse a Guantánamo.
Miguel pues a mi no me gusta ver sufrir ningun animal,pero aqui en Oropesa el toro lo hacen en la plaza,no es lo mismo que correr por las calles incluso se quedan paraditos mientras los chicos intentan animarle a que salte los bancos o las plataformas,no le hacen ningun daño si alguien lo intenta se le saca de la plaza.Despues si el toro es comprado si que se lo llevan y lo sacrifican( como sacrifican a los demas animales para que nos lo comamos,o no?) Pero vamos que aqui normalmente la mayoria no se compran suelen ser como las vaquillas que van de plaza en plaza como el raton o el ratonero te acuerdas de ellos?
BESAZOS Y FELIZ VERANO ;)
Yo soy de la city y, tu sabes que de sueltas y estas historias no se suelen dar.Pero por la explicación que nos das me parece un poco cruel después de tenerlo mareando todo el tiempo para acabar sacrificándolo...
Un abrazo Miguel.
Hay algo que nunca he comprendido, MIGUEL
¿Cómo es posible que en Cataluña se hayan prohibido las corridas de toros en la plaza, que aun siendo crueles con el toro ( sin ninguna duda) sin duda también suponían cuando menos una habilidad, una técnica e incluso para algunos un arte y se permita el sufrimiento gratuito de un animal, estresándolo hasta la extenuación, sin más mérito, ni finalidad que divertirse viéndolo volverse loco?
No lo comprendo, me parece de una incongruencia e hipocresía tremenda.
Y me temo que ya te he contestado MIGUEL.
Esto, como lo de los toros lanceados, como lo de lanzar una cabra desde un campanario, no es más soltar al animal que llevamos dentro y sentirnos orgullosos de ello.
Deben conservarse las costumbres que merezca la pena conservar, una salvajada, no. También era costumbre no lavarse nunca, comer con las manos o para los árabes cortar una mano al que roba o lapidar a las adúlteras ...
Voto No, sin duda:-)
Un beso muuuy grande MIGUEL.
De joven me gustaban estas fiestas populares. También fui un año a los "sanfermines" y he celebrado las "vaquillas de Teruel". En mi pueblo, hasta me pilló un toro embolado y me dejó su huella morada en la cadera durante tres meses...
He cambiado de opinión desde hará unos 10 años. Cada vez soy más crítico con estas tradiciones y con la llamada "fiesta nacional". Creo que ahora, más que ayer, estoy en el buen camino. Espero seguir progresando...
Un abrazo
Cuesta entender cada vez más estas "costumbres" que tienen a los pobres toros o vaquillas como protagonistas. Sin duda, hay en ello crueldad y salvajismo. Sin embargo, me pregunto en qué quedaría el sentido de la fiesta hispano sin este ingrediente de crueldad. El verano pasado pasé por Estella en plenas fiestas. Vi que niños de pocos años se entrenaban maltratando a una vaquilla atada que embestía dominada por el pánico. Me pareció deprimente. Los niños tenían ocho o nueve años. Jugaban también con una especie de toro montado sobre unas ruedas con el que embestían a los peregrinos que pasaban por allí. Pienso que haría falta una redefinición de lo que significa fiesta y jolgorio en un país en que se ha habituado a maltratar a los animales por sistema. No será fácil porque hay muchas generaciones formadas en ello y entienden que esa saña y vileza con los animales es normal y natural puesto que viene avalada por la tradición que heredaron de sus padres.
Pos a mí me da penita, ¿qué quieres que te diga?
Besos!
Marinel: Estem d'acord.
V: No sé qué tendrás los del PP con los toros... pero parece que les gustan. Todo lo contrario que a los de izquierda. ¿Los toros son también tema de política...?
Juan: Pues sí. Antes la gente iba a los anfiteatros a ver el espectáculo de hombres matándose o fieras comiéndose a personas. Hoy nos horroriza. Creo que todo es cuestión de tiempo.
Loli: Es que va mucha diferencia entre hacer sufrir a un toro, y al final matarlo, y dejarlo correr por la plaza o las calles.
Bertha: Sí, es cruel. Yo te lo digo porque me he criado, desde pequeño con estos "espectáculos" y ya me he dado cuenta de que esto es una crueldad sin más.
María: Estoy totalmente de acuerdo contigo. Nada que añadir, solo recoger ese beso que me has lanzado y mandarte otro más grande.
Luís Antonio: Pues te pasa exactamente igual como a mí, que nos criamos de pequeños con estas fiestas y hasta nos gustaban, pero con la edad nos ha entrado el "seny"...
Joselu: Mira, Joselu, en este mundo todo pasa, y todo cambia. Y hasta, como dice el refrán "...torres más altas cayeron". Asdí que, tarde o temprano (a lo mejor nosotros no lo vemos, pero sí nuestros hijos o nietos) esto se acabará.
Lourdes: A mí también. De veras. Cuando veo al pobre animalico que sale del cajón medio mareado y después va de aquí para allá, ya no puedo con ello. Me da pena, de verdad.
Supongo que en un par de generaciones discusiones como estas habrán dejado de existir porque espero que con más educación y cultura esta tortura acabe.
Es cruel hacer sufrir y peor aún si es para divertirse.
Eso es propio de psicópatas.
Saludos.
Miguel, nunca me han gustado este tipo de "diversiones" crueles en las que el ser humano da rienda suelta a sus ansias de entretenimiento más primitivas y rastreras. Hasta hace unos años ni siquiera me planteaba si la fiesta de los toros y sus múltiples variantes eran buenas o malas, simplemente no me gustaban. En el pueblo donde pasé los veranos de mi infancia y juventud estos festejos (baratos y rústicos, claro) eran indispensables en las fiestas patronales y todo el mundo acudía en masa a los encierros y a las corridas por malas que fueran. Nunca, a pesar de la tradición materna, he sentido el más mínimo interés por los toreros, los pases, las banderillas, toda la parafernalia que rodea a una corrida, sea de postín o en una plaza de ínfima categoría. No veo ninguna gracia a tanta chulería disfrazada de valor. ¿Que el torero se juega la vida y demuestra valor? Es posible, pero más riesgo corre un albañil que trabaja a varios metros de altura en un andamio sin correas ni casco, o un bombero que entra en un edificio en llamas, o cualquiera que tiene la desgracia de toparse con un conductor temerario o borracho. No entiendo ese mundo, no me interesa. Un gran colega mía, enorme aficionado y partidario incondicional de José Tomás, a quien idolatra, ha intentado varias veces hacerme ver las maravillas de esta... no sé cómo llamarla sin acudir a los clichés que tanto intento esquivar. Su mujer me relataba el silencio sepulcral que reinaba en la plaza mientras el torero intentaba cuajar una faena, solo en el ruedo con el morlaco. Le parecía grandioso, inefable, y no entendía por qué a mí todo eso no me decía absolutamente nada. No sé si es una salvajada, una costumbre ancestral (lo que equivale a decir "respetable") o un tremendo negocio sin más. Hay mucho escrito sobre ello, pero mi opinión personal es que utilizar a un animal inocente para divertirse a costa de hacerle daño hasta matarlo es una salvajada, algo irracional que sólo demuestra que en el fondo el hombre sigue siendo un animal de la peor especie que no parece haber evolucionado gran cosa desde que empezó a caminar sobre dos extremidades. En mi caso no es una cuestión de moda, siempre he pensado así. ¿Fiestas populares, alegres, frívolas? Sí, pero sin crueldad como espectáculo.
Un abrazo, colega. ¡Disfruta de tus paseos junto al mar al atardecer! Yo aún he de esperar un poco...
Toro: Efectivamente, todo es cuestión de tiempo.
Yolanda: Estoy de acuerdo con lo que piensas. Yo cada vez estoy más en contra de estos eventos taurinos.
En otro orden de cosas, te diré que ahora mismo me voy a dar un baño a la playa.
No lo he vivido personalmente pero conozco esta tradición y cuando me la explicaron no me gustó nada. Todo lo q sea hacer daño a los animales no me parece bien, hay otras formas de divertirse. Aunque respeto la opinión de cada uno.
Besoss
Vanessa: El problema es ese, que para divertirse y pasarlo bien hacen sufrir al animal.
Yo pienso que hay dos cosas bien distintas y a diferencia, una: los toros desde la plaza de toros en la que se tiene que sacrificar a los animales, y otra: y estoy a favor, los toros que van por las calles, que nada grave ocurre, y la gente se divierte. Yo lo conozco porque en mi tierra se practica, y pienso que como quiten esta práctica, las fiestas ya no son las mismas.
Un beso.
¿Qué no es cuestión de política, Miguel?
El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.
Bertolt Brecht.
Me lo has recordado con tu pregunta.
Y es que así está montado. Es lo que hay.
Un beso.
María: Estoy de acuerdo contigo en una cosa, que si quitaran los toros, la fiesta quedaría en nada. Pero por otra parte, a mí no me gusta que maten a los toros en la calle, ni que le pongan antorchas.
Verónica: Has ilustrado muy bien lo que yo pienso con esta cita. Y digo que sí, que la política mueve los hilos de la vida, así que si los políticos son malos ciudadanos, aviados vamos.
Miguel, a mí tampoco, en mi tierra no ponen antorchas a los toros, sólo la gente se divierte en los encierros.
Otro beso.
María: Bueno,eso es otra cosa, pero lo de las antorchas no deja de ser una salvajada.
No soy ecologista, de hecho soy bastante "políticamente incorrecta" cuando se trata de este tema, pues hemos llegado a un estado de cosas absurdo en el que los derechos de los animales parecen estar a veces por encima de los derechos de las personas (sé que hay gente dispuesta a dar dinero para salvar a las focas del Artico antes que darlo para ayudar a los niños de Sahel,lo siento, pero por ahí no paso, los animales son respetables y merecen nuestro cuidado y amor, pero sigguen siendo animales y en nuestro orden de prioridades van o deberían ir siempre "después" que los seres humanos).
Pero sí tengo muy claro que no es ético ni moral ni cívico ni nada de nada, divertirse a costa del sufrimiento ajeno, ya sea este sufrimiento humano o animal. Y un toro fuera de su entorno habitual, dejado caer en medio de una calle atestada de gente, dudo que se lo pase "bien". El desconcierto es también una forma de dolor.
Hala, he dicho :-) jaja. Muchas gracias por tus siempre amables comentarios, amigo Miguel, vengo a menudo a echar un vistazo a tus textos, aunque con las prisas me vaya sin dejar huella. Un abrazo enorme para ti y saludos para tus lectores :-)
Aprovecho algo que escuché a Sabina:
"No discuto con los antitaurinos porque tienen razón. Mientras, seguiré yendo todas las tardes".
Ultimamente está de moda criticar o defender. Yo creo que se está utilizando políticamente, que ya es triste. Pero lo que sí creo es que va en la línea de sehumanizar este mundo y satisfacer nuestros deseos sin respetar a los demás seres vivos. Y eso es muy triste...
Ana: Muchas gracias por tu presencia, siempre eres bien recibida. Por lo demás, estoy totalmente de acurdo contigo.
Diego: Cuando la política llega, la fastidia, porque se crean automáticamente dos bandos.
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