Son las tres y media de la tarde de un sábado del mes de noviembre. El sol penetra en mi habitación por las rendijas de la persiana dibujando sobre la cama unas apacibles líneas horizontales que proporcionan una calidez agradable a la estancia. Es la hora de la siesta.
Me acuesto y abro un libro. Leo tranquilamente unas páginas y poco a poco me invade un pegajoso sopor que hace que las letras se conviertan en grafías pesadas y sin significado.
Casi sin querer cierro los ojos. Ahora puedo ver las miles de fragancias que hay disueltas en mi pensamiento. Quiero cogerlas y se me escapan entre los dedos. Intento abrir los ojos, pero me vence la desidia. Cierro levemente los ojos y penetro por las intrincadas galerías de mi mente. Me siento en una orilla de mi alma y juego a construir recuerdos del futuro. Nada es más suave y relajante que oír en silencio los olores de color anaranjado que emiten mis vivencias dormidas en un rincón de mi corazón. El mundo se vuelve del revés. Todo es posible en estos instantes previos al sueño. Nada es real. Las personas que pueblan este universo onírico son de papel, de celofán, de caramelo de fresa. Se retuercen las nubes en el firmamento y montones de estrellas luminosas van cayendo sobre el mar balanceándose suavemente en el aire azul.
Abro los ojos con desgana y me golpea la realidad. El libro que estaba leyendo se me ha caído de las manos y descansa sobre mi pecho. Con placer infinito cierro nuevamente los ojos y me vuelvo a sumergir en los mundos de Morfeo. La paz me abraza con sus dedos oscuros e informes. Los pensamientos vuelan sin control hacia mi perezosa mente. No soy dueño de ellos. Estoy felizmente atrapado por un torbellino de sutilezas que enturbian y confunden mi razón. Yo no soy yo. Los sueños se están apoderando de mí voluntad hasta hacerla desaparecer. Y yo, dulcemente, me dejo apresar por ellos. Voy a dormirme.
Me acuesto y abro un libro. Leo tranquilamente unas páginas y poco a poco me invade un pegajoso sopor que hace que las letras se conviertan en grafías pesadas y sin significado.
Casi sin querer cierro los ojos. Ahora puedo ver las miles de fragancias que hay disueltas en mi pensamiento. Quiero cogerlas y se me escapan entre los dedos. Intento abrir los ojos, pero me vence la desidia. Cierro levemente los ojos y penetro por las intrincadas galerías de mi mente. Me siento en una orilla de mi alma y juego a construir recuerdos del futuro. Nada es más suave y relajante que oír en silencio los olores de color anaranjado que emiten mis vivencias dormidas en un rincón de mi corazón. El mundo se vuelve del revés. Todo es posible en estos instantes previos al sueño. Nada es real. Las personas que pueblan este universo onírico son de papel, de celofán, de caramelo de fresa. Se retuercen las nubes en el firmamento y montones de estrellas luminosas van cayendo sobre el mar balanceándose suavemente en el aire azul.
Abro los ojos con desgana y me golpea la realidad. El libro que estaba leyendo se me ha caído de las manos y descansa sobre mi pecho. Con placer infinito cierro nuevamente los ojos y me vuelvo a sumergir en los mundos de Morfeo. La paz me abraza con sus dedos oscuros e informes. Los pensamientos vuelan sin control hacia mi perezosa mente. No soy dueño de ellos. Estoy felizmente atrapado por un torbellino de sutilezas que enturbian y confunden mi razón. Yo no soy yo. Los sueños se están apoderando de mí voluntad hasta hacerla desaparecer. Y yo, dulcemente, me dejo apresar por ellos. Voy a dormirme.
30 comentaris:
No sé la razón pero tu entrada me dibujó una sonrisa. Quizá sea por ese placer infinito que nos brindan algunos días, ese placer de la siesta. Para mí como estudiante, las siestas son regalos que no suelen darse cotidianamente pero cuando se dan, dibujan grandes sonrisas, ¡ah! y pintan ojeras .
Un abrazo =)
Oye, pero que me has transmitido tu paz...
Buena entrada para relajar un día intenso.
Un abrazo
Hay algo mejor que ese momento entre la vigilia y el sueño?
Si yo creo que es mejor que el sueño en sí, no?
jejeje
Qué genial, Miguel!
Un beso!
Qué placer!!! la siesta es muy buena. Deberíamos practicarla mucho más. un abrazo.
que lindo estado de paz y tranquilidad!!!
es gratificante sentir esa sensación que relatas tan bien.....
y más en esas siestitas de verano.....
me encantó!!
besossss
vya... me ha encantado la descrpción de la hora de siesta! precioso texto!
Besitos
Esther: La siesta es en sí una sonrisa, una sonrisa dormilona.
Cactus girl: La siesta es un momento de paz.
Lourdes: Es un momento mágico. Un momento que parece que nos encontramos en mitad de dos mundos.
Fernando: Yo también pienso que la deberíamos practicar más. Yo, siempre que puedo duermo la siesta.
Adrisol: Yo prefiero las siestas en verano, pero si es invierno, pues tapadito con una manta, y a dormir.
Vane: Me alegro de que te haya gustado mi siestecilla.
Bendita y reparadora siesta, siempre en el sofá: una "cabezadita"...
Una va notando cómo se le cierran los párpados, aunque se quiera resistir, no puede hacer nada por impedir que Orfeo esté por allí.
Me encanta.
La siesta es placer de dioses. Cela decía que es el yoga ibérico. Yo necesito dormir un ratito cuando vuelvo del colegio, salgo agotada. Necesito silencio y reposo tras horas de trabajo casi incesante. Los fines de semana es más reposada, con lectura y manta si es invierno, pero casi nunca en la cama. No me gusta despertarme cuando ya es de noche, y ahora oscurece tan pronto... Si veo la tele después de comer es siesta segura, un sopor dulce e inevitable me invade y no me entero de cuándo cierro los ojos y mi mente empieza a fabricar sueños. En verano me tumbo a la sombra, con lectura entre las manos, y la no-prisa me ayuda a disfrutar de las palabras primero y del reposo después. Y cuando la siesta es en compañía para qué contar, son palabras mayores...
Felices siestas, colega.
Sólo con el título de la entrada, sin detenerse tan siquiera en leer el grueso del relato, a uno le entra una sonrisa que yo relaciono con el sosiego.
Ey qué rico!!! En verdad es un placer la siesta, lamentablemente mi vida corre tan deprisa que pocas veces tengo oportunidad de disfrutarla, pero tu post me ha contagiado de paz y sosiego, gracias.
Saludos
Miguel, una crítica de buen rollo: los libros, como las películas, están para disfrutarlos, no para dormirse con ellos. A pesar de todo, muy bueno tu escrito. Un abrazo.
Gemma: Ese dulce placer de sentirse vencido por los mundos del sueños es una de esas pequeñas cosas que nos están diciendo que la felicidad es posible.
Yolanda: Muy bueno tu comentario. Pero es que además has añadido un ingrediente que yo pasé por alto: La siesta en compañía. Para qué contar...
Raúl: Es la sonrisa de la felicidad que se nos dibuja cuando estamos siendo engullidos por la inefable tranqulidad del sueño.
K4RMIN4: Pues has de buscarte un momento para parar motores y participar de este ejercicio tan sano para la mente que es la siesta.
Chiriveque: Claro que los buenos libros están para leerlos, pero hay que respetar los momentos, y el momento de la siesta es algo muy serio, por eso me acompaño siempre de un buen libro, que lo tranformo en compañero de este dulce viaje.
Menuda suerte tienes, que te das cuenta y todo, y luego lo puedes contar, que yo caigo, la mayoría de las veces, como una ceporra, hala, sin ninguna delicadeza, y si no me duermo, pues entonces es peor, porque no estoy como tú en duermevela, no, estoy con los ojos como platos. O sea, lo mío es extremo siempre. Aparte estas extraordinarias confesiones, te diré que el texto es muy bonito y delicado. Un abrazo
Clares: Gracias por tus palabras. Es que para hacer bien la siesta, uno tiene que tener una buena predisposición que sólo la da el hecho de practicarla con asiduidad.
Es genial eso de tumbarse y dormirse poco a poco de manera que te estas dando cuenta de que te estas durmiendo, a mi me encanta.
Jo que envidia me das. A mi creo que ya se me ha olvidado que es eso de dormir la siesta.
Besos y abrazos
LOa Vero: Pues, cuando tengas ocasión, no lo dudes, practica el sano ejercicio de la siesta. Te lo recomiendo.
El mejor relato sobre "una siesta" que he leído, sabías Miguel que unos momentos antes de dormirnos es cuando estamos más alertas y creativos, porque se calman las ondas eléctricas de nuestro "loco cerebro"... así quela próxima siesta aprovéchala al máximo!
Abrazos de Luz!!!
Adriana Alba
Cuando gustes pasa a visitarme
http://descubriendonuestrointerior.blogspot.com
Adriana Alba: Es verdad, esos momentos previos al sueño son casi mágicos pues entramos en terrenos que están a medias entre el sueño y la vigilia. Un terreno ignoto, y por lo tanto fascinante.
Sabes, Miguel,
Tienes que explotar más tu vena lírica, porque de verdad que eres un artista.
Me ha encantado, tu siesta. O mejor, tu ante/siesta...
Y ¡¡qué afortunado tú, que hasta te puedes tumbar en la cama!!...ja,ja,ja
Confiesa, que lo de coger el libro es para disimular...ja,ja,ja. Tú ya tenías el plan preconcevido...
¡¡Que gustito dejarte invadir por el sopor del sueño!!
¡¡Ale!! no te molesto más disfruta de tu siesta...
Me ha encantado de verdad.
Muchos besos.
En tiempos antiguos, los señores que podían se echaban la preceptiva siesta a las tres de la tarde con pijama. Así hasta las seis o siete de la tarde. Luego se levantaban e iban al café a participar de las tertulias o a escuchar algún concierto de cámara. Pasaba la medianoche y se iban con los amigos lentamente hacia casa, no sin tomar antes alguna copa. El trabajo del día siguiente, ya llegaría, tampoco había que agobiarse. Como ves son dimensiones distintas de la siesta, y te aseguro que esta que te he contado existía.
María: Gracias por tus palabras. Y te diré que tienes razón: lo de llevarme un libro no es para estar un rato leyendo sino para esperar que me acoja Morfeo en brazos.
Joselu: Hay quien hace de la siesta un arte. Pero, claro, para ello se necesita tener pocas obligaciones.
Hola miguel, vengo a devolverte tu visita en mi espacio.
Veo entre tus comentaristas amigos que conozco y sigo, eso hace que me sienta como en casa.
Veo que tienes una buena actividad cerebral en el umbral del sueño, mientras que tus sueños sean placenteros, bienvenidos.
Me siento reconfortada al comprobar que no soy la única que cree en la influencia de los astros, ya estaba yo pensando que era un bicho raro o una charlatana cualquiera jeje.
Voy a husmear un poco en tu espacio, estoy segura que me va a gustar.
Un besito.
Gracias Miguel por tu visita a la que correspondo y me alegro de conocerte.....Sabes, en septiembre estuve en Benicasim, en casa de unos amigos...Me gustó mucho ese pueblo villa mediterranea llena de color y sabor......Besicos
Volveré por aqui otras veces.......
Ah, me encanta la siesta, todos los días mi sofá me dice: ven ven y y me dejo caer y me abraza, ja,ja,.........Es un placer.
Si miras en mi blog verás la entrada que hice sobre Benicasim...
Mas besicos.
Nuria Gonzalez: gracias por tu visita. Pues sí, como te comentaba, hay cosas que nos influyen y seguro que los astros tienen mucho que ver en ello.
Cabopá: Así que tú también eres de las que, como a mí nos gusta la siesta... Voy a tu blog a ver qué has colgado de Benicàssim.
No me gusta la siesta, considero que es un tiempo perdido, pero dicen y está demostrado que unos minutos de siesta son relajantes y muy buenos para la salud, a pesar de ello, no me gusta, prefiero estar haciendo algo, además sino por la noche no duermo, que soy muy mal dormilona.
Me ha encantado cómo nos has descrito tus momentos de siesta, siempre es un placer leerte, Miguel.
Un beso.
María: Gracias por tus palabras. Pues yo soy un forofo de la siesta. Y siempre que puedo, me echo una cabezadita.
Dios,como me ha gustado leer esto.Se me antojaba verlo todo desde mis propios ojos.Me he dejado llevar por mis iridiscencias oníricas, y he sentido tus palabras derramadas para describir esa fase irreal de entrada al mundo de Morfeo, como propias,hasta el punto de desear caer en sus brazos rendida.
Me he sentido completamente identificada con este escrito que me ha gustado por su calidez,su sensibilidad,su magia.
Eres grande,Miguel.
Besos.
Mariel: Muchas gracias por tus palabras. Yo ya sé que a ti te encanta transitar por estos mundos semirreales.
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