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El padre de Adolfo


Adolfo vivía sólo con su padre en Ponferrada. Adolfo era abogado, pero su verdadera pasión era la poesía. Nos conocimos en un ciclo de conferencias que tuvo lugar en Castellón. Cuando se terminaron las conferencias, nos despedimos no sin antes dejarnos nuestros respectivos correos electrónicos. Y durante unos años estuvimos en contacto.
Un día Adolfo me dijo que su padre, que ya era mayor, se había cansado de vivir (según sus propias palabras) y se murió. Pero después añadía una enigmática coletilla, “pero no se ha ido del todo, a veces, vuelve por aquí…”. Adolfo, siempre tan imaginativo…
Pasaron un par de años, y mi mujer y yo, en un viaje que hicimos por el norte de España advertimos que íbamos a pasar por Ponferrada. ¡Podríamos ir a saludar a Adolfo! Dicho y hecho. Le mandé un correo y me contestó rápidamente que se alegraba mucho de que viniéramos a su casa, que le parecía estupendo. Nos facilitó las señas y nos dijo que nos esperaría al borde de la carretera. No nos perdimos, y en el punto señalado, allí estaba Adolfo. Juntos llegamos a su casa. Nos dijo que ahora vivía solo, pero que se había hecho a esta vida solitaria y que estaba muy a gusto así.
Entramos en su casa y nos invitó a sentarnos en unos sillones que había en el comedor. Que él iba a la cocina a por unos pasteles que había comprado y una botella de vino dulce. Nos dejó solos. Como por inercia, nuestras miradas escrutaban toda la estancia. Había en frente una puerta que estaba cerrada. Y un pasillo por donde había ido Adolfo camino de la cocina. Las pareces estaban repletas de cuadros de distintos estilos y artistas. Una escueta lámpara que colgaba del techo emitía una mortecina, pero cálida luz. Reinaba en el comedor un silencio extraño. Mi mujer y yo mirábamos y callábamos. Entonces oímos un pequeño crujido que venía de aquella puerta cerrada. La manezuela se movía. Lentamente y acompañado de un largo quejido de sus goznes la puerta se abrió. Y apareció en el umbral un anciano que tras cerrar con suavidad la puerta se dirigió hacia nosotros. Nos saludó y sin esperar respuesta desapareció por el pasillo por donde se había ido Adolfo. Luego, otra vez aquel enigmático silencio. Pasaron tal vez uno o dos minutos tan sólo, pero a mí me dio la impresión de que había transcurrido mucho más tiempo, y entonces volvió cordial y alegre nuestro anfitrión con la bandeja y el vino.
-¿No decías que vivías solo? – le pregunté mientras depositaba los pasteles en la mesa.
-Sí, claro. Vivo solo, ya os lo he dicho. ¿Por qué lo preguntas?
-Pues porque cuando tú te has ido a la cocina, de esta puerta ha salido un señor mayor y tras saludarnos se ha ido por este pasillo.
Adolfo se quedó serio. Y entonces, con una gravedad en su rostro que demostraba que aquello no era nuevo para él, nos espetó:
-¡Otra vez!
Nos quedamos mi mujer y yo mirándonos nerviosos y sorprendidos. Y entonces Adolfo reemprendió la frase que antes no había terminado.
-Que digo que otra vez mi padre ha vuelto. Ya te conté que lo hace muchas veces. Le gusta venir por aquí. Pero no le temáis, es inofensivo. No se mete con nadie. El va a la suya. Y de la misma forma que aparece desaparece.
-No, Adolfo, no me vengas con cuentos, que ese anciano está allí en la cocina, que nos ha saludado y que ahora está allí, tú le debes haber visto…
-Vamos a la cocina si queréis…
Nos levantamos medio aturdidos y fuimos con Adolfo por aquel pasillo que llevaba a la cocina. Y, efectivamente, allí no había nadie.

26 comentaris:

Joselu ha dit...

Un relato veraniego de tema fantástico que viene a unirse a otro que no hace mucho apareció en tu página. Da la impresión de que una transrealidad se incorpora a tu modo de vivir el mundo. La realidad fantástica también pertenece a nuestra dimensión y se incorpora a nosotros si la convocamos. Me gusta la indistinción entre realidad y ficción. Estamos a caballo de diversos universos y me da igual si esto es real o imaginado o creado. En todo caso, espero que no me pase nada parecido. Mi padre sólo se me aparece en sueños.

Lourdes ha dit...

Da un poco de yuyu, no?
No sé si la historia es real o inventada, Miguel, pero yo me pondría un poco nerviosa.


Besos!

Miguel ha dit...

Joselu: Yo tampoco sé si es real o no. Es un relato. Un simple relato que escribí a partir de algo parecido que me contaron. A mí me sorprende y me fascina esta otra dimensión que hay al otro lado de la realidad. Y por eso, es un tema recurrente en mí, y por eso prometo volver sobre el tema.

Lourdes: No lo sé, a mí así me lo contaron (bueno, más o menos)

Marinel ha dit...

De gallina se me pone la piel con estas cosas...
Creo que la imaginación es tan poderosa,que cuando pierdes a alguien muy querido se nos queda congelada su imagen y el deseo de verla es tan intenso,que lo hacemos.
Mi madre me contó muchas cosas de estas que em inquietaban y atraían a la vez.
Luego cuando murió,me parecía verla apostada en mi cama alguna noche,pero parpadear y desaparecer era todo uno.
Sé que puede parecerte estúpido quizá, pero me ocurrió también con mi padre y mi hermana.
No así con mis dos hermanos, ya ves, y también los quería muchísimo.
No sé...
Creo que la conclusión final a la que he llegado es esa que te apunto al principio,porque no se me ocurre nada mejor.
Besos.

Miguel ha dit...

Marinel: Son cosas estas muy serias, que nos atraen sobremanera, pero al mismo tiempo nos dan pavor. Y lo malo es que cosas de estas pasan...

Miriam ha dit...

Hay Miguel... estas cosas que contás que me ponen los pelos de punta!!
Y lo peor es que creo que puede ser verdad...
Besos

La Vero ha dit...

Bufff que malas sensaciones me da a mi eso, no se, a mi me pasa y me da no se que jaja en fin...

Besos y abrazos!!

VANESSA ha dit...

Claro, el pobre hombre escuchó hablar de vino y dulces y quería estar un ratito con vosotros, jeje!!
Yo sí creo en esa dimensión y no me da miedo (de los buenos), pero cuanto más tarde en pisarla, mejor.
Besos.

Miguel ha dit...

Miriam: Pues sí, pues sí que pueden ser verdad.

La Vero: Da un poco de miedo porque no estamos a costumbrados a tratar estos temas con naturalidad.

Vanessa: Pues sí, es muy posible que haya otra dimensión, pero nosotros los mortales estamos muy bien en ésta.

Luis Antonio ha dit...

A veces la imaginación es contagiosa...

Miguel ha dit...

Luís Antonio: Yo estoy seguro que la imaginación, a veces, nos hace confundir la realidad con lo irreal.

Jesús ha dit...

Estupendo relato. La vida no termina, eso es cierto (para mí). Y es bonito que los que te quieren tengan la delicadeza de venir a verte de vez en cuando. Me gustaría que así fuese...
Hay que tenerle más miedo a los vivos que a los que ya no están.
Un saludo

Miguel ha dit...

Jesús: De eso no te quepa la menor duda.

Toni Solano ha dit...

Una historia de aparecidos muy propia del Bierzo y las tierras leonesas, que podrían haber firmado José María Merino o Luis Mateo Díez. En este caso y en estos días, es muy bien venida, pues ya se sabe que los espectros siempre dejan detrás cierta brisa helada :-)
Un saludo veraniego.

Miguel ha dit...

Antonio: Debo confesarte que quien me contó la historia era originario del Bierzo...

Yolanda ha dit...

Estupendo relato para un fuego de campamento, ahora que es la época para ello. Hay quien cree en lo sobrenatural, otros somos más escépticos. Nunca he tenido una experiencia similar, por eso me cuesta aceptar ciertos sucesos que algunos dan por ciertos. No sé si existen los fantasmas o algo parecido, creo que tras la muerte no hay nada y que sólo queda el recuerdo del que se ha ido, sus cosas, sus palabras, fotos, y que ese recuerdo puede ser muy vivo, pero nada material. Tras la muerte de mi padrino mi tía empezó a hablar con su foto, colocada sobre la mesilla. Le contaba todo, como si pudiera escucharla. Ignoro si sigue haciéndolo. Expresar en voz alta los sentimientos ayuda a sobrellevar el dolor y cuando decimos que notamos la presencia del que se ha ido estamos dando rienda suelta a un deseo. Si ayuda, bienvenido sea.
¿Mucho jaleo con el FIB? Menuda movida...
Yo he estado varios días sin internet, hasta que han cambiado el router. Con este espantoso calor no apetece nada, la verdad, sólo estar quieto a la sombra, y ni por ésas...
Feliz verano, colega.

Novicia Dalila ha dit...

Se hacían compañía mutuamente...
Creo que a mí no me importaría que mi padre o mi madre se fuera "a medias"... O un hijo mío, por ejemplo... No sé. Creo que llevaría mejor eso que la ausencia absoluta y para siempre...
Me ha gustado mucho, Miguel.

Un beso fuerte

Miguel ha dit...

Yolanda: Yo soy escéptico ante estas cosas. No las niego, pero no las afirmo. Tengo, sin embargo una escondida sensación de que algo ocurre. Yo pienso que mi padre (como el de Adolfo) desde algún sitio, sigue mis pasos. Por otra parte te diré que ayer se fueron los últimos "fibers". Ya volvemos a estar los de simepre, los veraneantes de toda la vida, más los que vienen de otros puntos de la península, además de algunos extranjeros. La verdad es que se está muy bien aquí. Por cierto, mañana nos vamos mi mujer mi hija y yo a pasar cinco días a Irlanda.

Novicia: A lo mejor la imaginación y el deseo nos lleva a "imaginar" cosas de ese estilo. Pero hay que reconocer que es un misterio absoluto. Y que pudiera ser que algo de verdad haya en casos como el del relato.

Rosa Cáceres ha dit...

El realismo fantástico y la casa de los espíritus...Yo creo que sí, que convivimos...pero en tu relato ha habido un momento que casi me ha dado miedo. El misterio...

El rincón de Chiriveque ha dit...

¿Es una influencia de "El espíritu burlón" de David Lean?...
Un abrazo amigo, cuídate.

Raúl ha dit...

¡Joder, Miguel! Como escarpias, se me queda el vello con estas cosas.
Sonrío.

María ha dit...

¡¡Ay, mi querido MIGUEL!!

¡¡Si es que lo que no suceda en Ponferrada, no sucede en ninguna otra parte del mundo!! jajaja

Pues mira, será casualidad, pero verás conozco un Adolfo abogado que vive en Ponferrada, sólo que el mío, está casado, además con mi mejor amiga allí.

Un día le preguntaré si tiene a su padre correteando por las habitaciones, asustando a las visitas ;-)

Pero ¡¡cómo te gustan estas historias a ti, Miguel!! serías el perfecto director de campamento, para contar historias de miedo a la luz de una fogata, bajo una noche estrellada de verano jajaja ¡¡te aseguro que contigo los pequeñajos, no pegaban ojo en toooooooda la noche!! :-)


Un besito, MIGUEL.

cactus girl ha dit...

Aynsss, se me han puesto los pelillos de punta...Y aunque me dan miedo me encantan estas historias..

Es como cuando era pequeña y veía las pelis de miedo con la mano en la cara pero con una rendija en los ojillos para verlo todo..

Un beso y buen finde

¿Qué tal llevas las vacaciones???

Belén ha dit...

Ayyy con lo que me gustan estos temas ;)

Besicos nada miedosos

cristal ha dit...

Hay veces que la soledad puede ser tan devastadora que puede engendrar desvaríos, alucinaciones y producir toda clase de efectos paliativos que puedan hacerla más llevadera.

Me ha creado mucha expectación tu historia, Miguel.

Un abrazo.

Miguel ha dit...

Rosa Cáceres: El tema es un poco de miedo. A mí, cuando me lo contaron, me dio miedo.

Chiriveque: Así me lo contaron, y así lo he redactado (poniendo cositas de mi parte, claro)

Raúl: Y es que estas cosas, pasan...

María: Pues qué casualidad que el padre de Adolfo (que fue quien me lo contó) era abogado, pero sólo es una casualidad.

Cactus girl: Bueno, pues si te ha dado miedo, esa era mi intención... las vacaciones, pues "de categoría", como decimos por aquí.

Belén: Prometo volver con historias de miedo, espeluznantes...

Cristal: Pues a lo mejor va ser eso, la soledad.

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