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De paso



Luís, una vez llegó al pueblo, quiso saber dónde estaba la casa de aquel sabio que, imitando al filósofo Diógenes el Cínico, vivía de forma tan escueta que sólo precisaba para vivir del sol, el agua y de algo para comer. El resto, satisfechas las necesidades naturales, le sobraba. Y era feliz.
Así es que, cuando llegó, preguntó por él, y allí que se fue.
Luís era un hombre de los que se podría decir normal. Con sus cuentas bancarias más o menos exiguas, con su trabajo, con su mujer y sus hijos. Con su familia. Pero era curioso. Le gustaba indagar y buscarle las cosquillas a la vida. Y a veces se las encontraba. Como ahora. Que estaba a punto de conocer a un hombre singular. Un ser humano que no estaba cortado por el patrón al uso de todos los demás mortales. Y esto le interesaba sobremanera. Le habían dicho que aquel hombre era un sabio. El lo ponía en duda. Más bien le parecía un aprendiz de loco. Tal vez un loco encantador, pero un loco a fin de cuentas. Y ese era el tipo de personas que fascinaban a Luís. Porque, él lo dijo más de una vez en sus crónicas que escribía en un diario local; ese tipo de personajes son los que suelen meter el dedo en la llaga. Los que, desde su delirio, nos advierten de los peligros de nuestra agobiante, y estúpida, vida material. Y más de un lector le había dado alas y le había animado a seguir por ese camino. Por el camino de la búsqueda de personas que se salieran de los rieles del tren que conducía a los humanos por la vía única del materialismo. Y en eso estaba.
Luís, mochila al hombro, dirigió sus pasos hasta las afueras del pueblo.
Cerca del río, al arrullo del rumor del pequeño riachuelo adivinó la choza de quien él quería visitar.
Ciertamente era un insignificante habitáculo. Una cabaña apuntalada con retorcidos troncos y rematada con secas cañas que formaban el frágil techo, constituía aquel simple hogar.
Frente a la puerta había alguien tomando el sol.
Cuando Luís llegó, se presentó. Era un periodista que quería hacerle una entrevista. Si tenía algún inconveniente. No hubo problemas. Que preguntara, que él le respondería solícito.
Luís empezó la entrevista con las preguntas de rigor. Que cuál era su nombre, que cómo había llegado a este pueblo, que a qué se dedicaba… y después empezó a profundizar un poco más. Se enteró de que vivía de la limosna de la gente del pueblo. De que se pasaba prácticamente todo el día contemplando el paisaje, escuchando el trino de los pájaros, oliendo el aroma de las flores. Que sólo abandonaba su cabaña para bajar al río por agua.
Y ya por fin quiso hacer la pregunta lapidaria. Y mirando la vacía estancia preguntó ¿Cómo podía vivir sin a penas nada?
Entonces, el sabio, antes de contestar miró a Luís. Y señalando su mochila le hizo la misma pregunta. Que cómo podía vivir él con tal sólo una pequeña mochila.
Luís, esbozó una sonrisa. Y le respondió:
-Es que yo aquí sólo estoy de paso…
A lo que el sabio, sin solución de continuidad le dijo:
-Y yo también estoy en esta vida de paso…

35 comentaris:

Joselu ha dit...

No sé la verosimilitud de este cuento. Ya sabes que sospecho de tus historias que me parecen mejores si son inventadas. Podría ser un cuento zen. Es un cuento zen. Unos cargamos con infinidad de posesiones adhiriéndolas a nuestra persona. Así nos gusta ser ricos. Otros quieren ser famosos, tal vez como los mineros de Chile que no van a poder evitarlo. Pero en el fondo no tenemos nada nuestro. Todo hemos de dejarlo en un día no muy lejano. Es la gran tragedia o la gran paradoja de la existencia en la que te pasas la vida atesorando posesiones para tenerlas que abandonar. En esas estamos. En India hay muchos que viven como este hombre. Mis alumnos piensan que están chalaos. Yo no lo tengo tan claro. Saludos.

Fernando Manero ha dit...

Muchas lecciones se extraen de este relato sencillo pero muy expresivo. Tres personas lo integran: el que habia informado a Luis de la existencia del sabio, del que no se habla pero que sin duda existe, el propio Luis y el "sabio". Los tres parecidos, cada cual en su entorno pero con la misma disposición ante la vida. Sus pertenencias son escasas, su ambición pequeña, limitados sus horizontes y sus anhelos. Parca su perspectiva vital. Les basta con pasar o esperar a que la vida pase delante de sus ojos, sin otro afán que la mera y pasiva contemplación. No son como Diógenes o como San Agustín, que también se privó de todo. Les falta la fuerza que les da su coherencia para aconsejar a quienes hablan con ellos para defender un mundo mejor. En el fondo son egoístas, al modo de los ermitaños o los estilitas. Diógenes aconsejaba, criticaba, defendía sus posturas, creaba inquietud en su interlocutor, no se resignaba a que el mundo no corrigiera sus desvaríos. No es un sabio, pues, el hombre de la casa desvencijada. ¿Resignado quizá? ¿indolente ante la vida? ¿de vuelta de todo? No es una actitud que aplauda. Defiendo, como Diógenes, el derecho a que nadie le quite el sol a fin de que el sol (en el fondo una metáfora de los derechos) alumbre a todos. Un abrazo, amigo

Diana Puig ha dit...

Si todos tuviéramos claro que somos personas que estamos de paso, seríamos mucho más felices, aprovecharíamos el tiempo mejor y de una forma diferente, no tendríamos prisa por nada, no estaríamos perdiendo poco a poco nuestros sentidos, apenas utilizamos el olfato, oímos pero no escuchamos y así un sinfín de cosas que nos definen claramente como una especie irónicamente hablando "en extinción", casi, casi vamos desapareciendo.
Precioso relato pero sobre todo con conciencia, tener claro que estamos de paso es un comienzo hacia la madurez y sobre todo un paso adelante para poder vivir la vida plenamente.

Un abrazo amigo.
didi.

Diana Puig ha dit...

Si todos tuviéramos claro que somos personas que estamos de paso, seríamos mucho más felices, aprovecharíamos el tiempo mejor y de una forma diferente, no tendríamos prisa por nada, no estaríamos perdiendo poco a poco nuestros sentidos, apenas utilizamos el olfato, oímos pero no escuchamos y así un sinfín de cosas que nos definen claramente como una especie irónicamente hablando "en extinción", casi, casi vamos desapareciendo.
Precioso relato pero sobre todo con conciencia, tener claro que estamos de paso es un comienzo hacia la madurez y sobre todo un paso adelante para poder vivir la vida plenamente.

Un abrazo amigo.
didi.

Merche Pallarés ha dit...

Me ha gustado tu cuento que también encuentro muy zen. No es bueno acumular cosas materiales, en eso estoy muy de acuerdo pero vivir en una choza... eso, para los anacoretas. Gracias por tu visita a mi blog. Besotes, M.

Merche Pallarés ha dit...

Por cierto, he visto en tu perfil que uno de tus libros favoritos es "El ingenioso hidalgo Don Quijote" pues no sé si sabrás que en la blogosfera varios lo estamos leyendo, idea lanzada por el profesor Pedro Ojeda Escudero en su blog "La Acequia" hace dos años ya. Recién ahora lo estamos acabando, si quieres, mañana en mi blog puedes leer el resumen del Cap. LXXI de la segunda parte. Besotes de nuevo, M.

Novicia Dalila ha dit...

Todos estamos de paso... el problema es asumirlo y vivir en consecuencia. Algunos lo tienen más claro que otros... Eso que llevan de ventaja ;-)

Me ha encantado esta historia, Miguel :D

Un beso

Miguel ha dit...

Joselu: La sociedad no hace nada para que podamos despojarnos de lo superfluo, y lo convierte en necesario. No me extraña que tus alumnos lo consideren un chalado. Yo lo considero u sabio.

Fernando: Sí, tal vez ese hombre anónimo, aunque no consta en el relato, además de contemplar la vida, también da consejos. pero está solo.

Didi: Sí, sin duda alguna, hemos de concienciarnos de que esto sólo es algo provisioal. Pero, como decía antes, los medios de comunicación, nos lo presentan como un fin. Y así no hay manera.

Merche Pallarés: Gracias por tu visita. Me alegro de que te haya gustado el relato.
Me paso a tu blog para ver el resumen de la lectura del Quijote.

Novi: Yo creo que la diferencia está en que hay personas más evolucionadas que otras.

Hada Isol ♥ ha dit...

Ultimamente la sociedad nos empuja a comprar aun hasta lo que no necesitamos de ningun modo,nos vende que sin esto o aquello no podemos vivir,en todos los niveles sociales el ser humano se siente mal porque vé lo que carece no lo que tiene,con mucho menos de lo que creemos indispensable podemos vivir y ser felices,es cierto solo estamos de paso,nada de lo que atesoramos nos llevaremos de este mundo,solo lo que vivimos,los recuerdos,y dejaremos más en el recuerdo de quienes nos amaron por nuestras obras que lo material.
No sé si este hombre es un sabio o un loco lindo pero si sé que lo tiene bien claro,aunque vivir de limosnas es vivir de las ambiciones y el materialismo de los otros,tampoco es un modo de vivir desinteresado,preferiría que de su propio esfuerzo obtuviera lo mas necesario y básico y ese sería un mejor modo de vivir para mi con la libertad de elejir que necesito y que no.
Me encanta tu relato,ya que yo por el lugar en que vivo puedo palpar la pobreza mas profunda en las villas de emergencia y lo que noto es que no viven mejor porque se sienten excluidos,y ese sentimiento radica en las miles de cosas innecesarias que no pueden adquirir,ellos podrian tener lo basico y obtenerlo trabajando porque ese techo que hoy es deplorable no lo mejoran porque esperan limosna y porque sienten que la meta es enorme,pero si sintieran felicidad de vivir la vida y si se sintieran mas persona estoy segura de que se sentirían estimulados a mejorar su vivienda a un punto tan sencillo como el de satisfacer la necesidad de abrigo,y si no sintieran que ser persona significa un nivel de vida inalcanzable,llegarían a uno que les permita vivir sanos,bien alimentados,abrigados,con techo,pero como las expectativas son enormes han perdido el motor que impulsa a salir adelante que es la confianza en ellos mismos,y se evaden con drogas,con alcohol,cigarrillos,gastando lo que no tienen en eso.Este relato me hace oensar en eso,la vida es corta y hay a nuestro alrededor tanta belleza que es gratis y este mundo tan consumista nos hace sentir que la felicidad no radica en disfrutar de lo que es gratis sino en comprar lo artificial que cuesta para alcanzar una "felicidad" que dura muy poco,hasta que nos imponen un nuevo producto que garantice unos segundos de felicidad artificial.
Me encanta leerte!

Hada Isol ♥ ha dit...

Ultimamente la sociedad nos empuja a comprar aun hasta lo que no necesitamos de ningun modo,nos vende que sin esto o aquello no podemos vivir,en todos los niveles sociales el ser humano se siente mal porque vé lo que carece no lo que tiene,con mucho menos de lo que creemos indispensable podemos vivir y ser felices,es cierto solo estamos de paso,nada de lo que atesoramos nos llevaremos de este mundo,solo lo que vivimos,los recuerdos,y dejaremos más en el recuerdo de quienes nos amaron por nuestras obras que lo material.
No sé si este hombre es un sabio o un loco lindo pero si sé que lo tiene bien claro,aunque vivir de limosnas es vivir de las ambiciones y el materialismo de los otros,tampoco es un modo de vivir desinteresado,preferiría que de su propio esfuerzo obtuviera lo mas necesario y básico y ese sería un mejor modo de vivir para mi con la libertad de elejir que necesito y que no.
Me encanta tu relato,ya que yo por el lugar en que vivo puedo palpar la pobreza mas profunda en las villas de emergencia y lo que noto es que no viven mejor porque se sienten excluidos,y ese sentimiento radica en las miles de cosas innecesarias que no pueden adquirir,ellos podrian tener lo basico y obtenerlo trabajando porque ese techo que hoy es deplorable no lo mejoran porque esperan limosna y porque sienten que la meta es enorme,pero si sintieran felicidad de vivir la vida y si se sintieran mas persona estoy segura de que se sentirían estimulados a mejorar su vivienda a un punto tan sencillo como el de satisfacer la necesidad de abrigo,y si no sintieran que ser persona significa un nivel de vida inalcanzable,llegarían a uno que les permita vivir sanos,bien alimentados,abrigados,con techo,pero como las expectativas son enormes han perdido el motor que impulsa a salir adelante que es la confianza en ellos mismos,y se evaden con drogas,con alcohol,cigarrillos,gastando lo que no tienen en eso.Este relato me hace oensar en eso,la vida es corta y hay a nuestro alrededor tanta belleza que es gratis y este mundo tan consumista nos hace sentir que la felicidad no radica en disfrutar de lo que es gratis sino en comprar lo artificial que cuesta para alcanzar una "felicidad" que dura muy poco,hasta que nos imponen un nuevo producto que garantice unos segundos de felicidad artificial.
Me encanta leerte!

Luis Antonio ha dit...

Pues como no cambie el devenir que está tomando la historia, me temo que no pocos tendrán que contentarse con agua, sol y poco de lo demás...

Un abrazo, Miguel

Lourdes ha dit...

El sabio le dio a Luis un "zas! En toda la boca".
Y además, es verdad, todos estamos aquí de paso. Se trata de empezar a darnos cuenta y actuar en consecuencia.
Me ha encantado la historia.


Besos, Miguel!

Belén ha dit...

Bueno, es que todos estamos de paso, hasta los fantasmas ;)

Besicos

Miguel ha dit...

Hada Isol: Pues es verdad, hay veces que la vida nos desborda y buscamos cosas por fuera que encontraríamos, a buen seguro, dentro de nosotros mismos.

Luís Antonio: Es cierto al paso que vamos más de uno tendrá que hacer vida de "sabio"... a la fuerza.

Lou: Si alguna vez llegáramos a comprender que realmente aquí estamos como Luís, de paso, con muy poco (una mochila tan solo) seríamos felices.

Miguel ha dit...

Belén: Bueno los fantasmas no sé si están aquí de paso... hay fantasmas que son iinmortales...

cristal ha dit...

Es importante no llenar la mochila hasta el punto que su peso nos impida caminar.

Como diría Machado es preferible andar ligero de equipaje porque, como bien dice el sabio a Luís, todos estamos de paso.

Preciosa historia, Miguel.

Un abrazo fuerte.
un abrazo.

Miguel ha dit...

Cristal: Efectivamente, andar ligero de equipaje es un síntoma de lucidez mental, de sabiduría.

María ha dit...

Muy bonito, Miguel.

Todos estamos de paso, pero lo triste es que no nos damos cuenta, y que la vida vuela, por eso debemos dejar de lamentarnos tanto y de sonreir y vivir mucho más.

Un beso.

Miguel ha dit...

María: Sí, porque para lo poco que estamos aquí, más vale ser recordado con alegría que con odio.

zim ha dit...

Que estamos de paso es quizá una de las pocas cosas sobre las que nadie tiene duda, una verdad de esas absolutas e indiscutibles ... quizá la única. Sin embargo intentamos olvidarla a diario para empeñarnos en vivir como si la estancia fuera a ser eterna. Tal vez es que ésa es la única actitud que nos permite realmente vivir, porque si bien este olvido nos hace ocuparnos y preocuparnos por asuntos que tal vez no son esenciales, es posible que también nos dé pie a enfrascarnos en empresas que nos superan en el tiempo e incluso en la capacidad. De tener siempre en mente que nuestra vida es poco más que un suspiro, quizá desistiríamos de muchos de nuestros esfuerzos, de nuestras quijotadas, de nuestras quimeras...
En fin, era un apunte por ver también el revés de la moneda, aunque básicamente creo que todos estamos de acuerdo en el trasfondo del cuento. Un saludo cordial.

Recuerdos perdidos ha dit...

Y se nos olvida siempre que estamos de paso...Un saludo.

Miguel ha dit...

Zim: Efectivamente, si no se nos olvidara que aquí estamos de paso, muchas ansiedades que nos atosigan se curarían, y seríamos más felices.

Recuerdos Perdidos: Efectivamente, siempre estamos de paso.

Sarashina ha dit...

A mí, aparte de las anécdotas de Diógenes el Cínico, y de los cuentos zen, con los que, en efecto, tiene parecido, me ha traído a la memoria el cuento tradicional ruso que Tolstoi recogió, "la camisa del hombre feliz", y esto de que historias parecidas, con el mismo tipo de enseñanza, aparezcan en tan diferentes puntos del mundo y en sitios culturalmente tan diversos, me hace pensar en una sabiduría común de la humanidad, que quizás se alimente de las mismas raíces espirituales.
Lo que ese hombre, un monje zen y un campesino representan es una elección de vida en seguimiento de una convicción casi natural en ellos. Yo voy más cargada, y debe de ser algo del nivel de conciencia que se tiene.

V ha dit...

De paso los dos. Igual que todos. La cuestión en tu relato pienso que es... ¿cuál de los dos estaba más vivo? :-)

Besetes, Miguel.

Miguel ha dit...

Clares: Pues debe de ser eso. Cada cual tenemos un nivel de conciencia que se ha forjado en nuestra mente producto de muchas vivencias y enseñanzas. Curioso lo de la coincidencia de cuentos en lugares tan apartados. Algo debe de haber en la conciencia colectiva de la humanidad que nos lleve a ello.

V: Si, sí, todos estamos de paso. Lo que pasa es que a lagunos les gusta ir con más equipaje que a otros. Pero todos estamos de paso.

Anònim ha dit...

Estamos de paso, sí.
Pero hay que dejar algo.
Saludos.

Curro Armenio.

Anònim ha dit...

Me ha encatado la historia!! y que cierto es, no hace falta tener muchas cosas para ser feliz, sólo saber vivir, que la vida es un suspiro!
Besines

Miguel ha dit...

Anónimo: Pues sí, algún legado (en forma de recuerdo) es bueno dejar por aquí.

Vane: Es verdad aquí todos estamos de paso. Nadie se queda para siempre.

Marinel ha dit...

Es una de esas historias que te hacen recapacitar...
Para volver después a nuestro complicado estilo de vida,donde el estar de paso es ignorado por muy sabido que sea.
Le damos la espalda a la posibilidad de tener que prescindir de todo lo que nos ata,nos debilita y envilece en muchas ocasiones como seres humanos.
Y muchos dirán...pero precisamente por estar de paso hay que tener más y mejor y disfrutar de la vida!
Y yo me confieso ignorante y no sé dónde puede estar el límite...lo cierto es que aborrezco los excesos porque me hacen sentirme menos ligada a la esencia de vivir,que para mí es otra cosa.
Besos.

TORO SALVAJE ha dit...

El sabio era muy sabio.
Sabía latín.

Saludos.

Miguel ha dit...

Marinel: Sí, estamos esclavizados por las cosas de este mundo. No somos consciente de que aquí sólo estamos para cumplir una misión, y en cualquier caso, estamos de paso.

Toro Salvaje: Efectivamente. Era un sabio.

María ha dit...

A veces, cuando alguno de esos problemillas del día a día, parece que lo absorben todo y sin darte cuenta te hunden en la miseria, pienso como este hombre de tu historia...pero ¡¡a ver, seguramente esto que hoy vivo como un drama dentro de unos días ni lo recordaré!!
y es verdad...Vivimos en un mundo en le que le damos demasiada importancia a todo, a lo que nos ocurre, a lo que nos dicen, a las cosas que creemos necesitar y al final...lo único verdaderamente importante, es estar bien por dentro con uno mismo, lo demás pasa, se termina, se estropea o desaparece.

Vivimos en un mundo prestado en el que nos engañamos pensando que conseguimos cosas que ni necesitamos realmente, ni se irán con nosotros, pero MIGUEL, a pesar de todo ¿sabes una cosa? lo que yo creo es que ¡¡esta vida es una pasada!! :-)


Un beso graaaaaaande como tu historia

Miguel ha dit...

María: ¡Qué delicia de comentario...! La vida es una pasada porque hay personas que (como tú) son una pasada.
Me ha gustado mucho tu comentario.

Raúl ha dit...

Palabras propias de un sabio. Efectivamente, Miguel.

Miguel ha dit...

Raúl; Estamos de acuerdo.

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