Érase una vez… (así quiero
comenzar este post en recuerdo y en homenaje a la gran Ana María Matute)
…Serían poco más de las once de
la noche. La playa a estas horas se diría que está desierta, si no fuera por la
sombra cenicienta de algún pertinaz pescador de caña o la escondida presencia
de alguna pareja de amantes.
La gente pasea tranquilamente por
el paseo marítimo disfrutando del fresquito de la brisa marina.
Los coches circulan parsimoniosos
junto al paseo marítimo.
Nada hay de particular. Si no
fuera porque por la carretera se acerca un monstruoso camión cargado con un
enorme contenedor. ¡A estas horas…!
Ha puesto el intermitente.
Pretende girar a la derecha. Por el camino que da a la playa. La gente se para
como quien no hace la cosa y observa la maniobra del descomunal vehículo.
El camión ha entrado en la playa
y se ha confundido en la penumbra de la noche. Si uno hubiera aguzado la vista,
habría advertido la presencia de unos hombres grisáceos que habían bajado del
camión y con profesional desenvoltura estaban maquinando algo. La gran mayoría
de la gente paseaba ajena a estas extrañas industrias de estos hombres
metálicos.
Al cabo de unos minutos ya habían
finalizado su labor. El voluminoso contenedor descansaba sobre la arena. Y el
camión ya había iniciado las maniobras para salir de la playa. Con la misma
discreción con que llegó el camión, desapareció de la playa.
Los veraneantes paseaban ufanos
totalmente despreocupados por aquel aparatoso cajón pintado con raída pintura
blanca que había quedado junto a la orilla de la mar.
Pasó la noche. Y despertó un
nuevo día de sol.
En la playa vacía de bañistas
destacaba la enigmática mole del blanco contenedor.
Poco a poco la playa fue
llenándose de gente con sus preceptivas sombrillas y sus necesarias toallas.
Todos miraban el gran cajón varado en la playa que recordaba a una blanca
ballena, pero nadie decía nada. Cada cual iba a lo suyo.
Solo los niños merodeaban con curiosidad
alrededor del misterioso armatoste.
-Hay una pegatina de un cocodrilo.
-Será propaganda de ropa…
Continuará...
Continuará...
11 comentaris:
Qué intriga¡
Flotadores para to quisqui)))
Bss.
Que sera...?.La curiosidad mató al gato, impaciente por saber lo que contiene: curiosa que es una :)
Un abrazo Miguel.
Esto de detener el relato -después de haber excitado al lector- in media res es una estrategia que no falla que se basa en la suspensión. Una buena comedia debe tener prendidos a los espectadores que no deben poderse aburrir en ningún momento. El arte del buen narrador igualmente tiene algo de esto. Hay un narrador norteamericano sobresaliente de principios del siglo XX llamado O'Henry. Sus cuentos son pequeños artefactos de suspensión y engaño al lector. Nada es nunca lo que parece, y esto tiene que ver con tu relato. Ese contenedor ¿qué puede ser? Estoy seguro que si lo resuelves en la parte segunda del cuento no será nunca tan eficaz o sorprendente como esta interrupción que nos ha dejado con la miel en los labios. Y así una semana, hasta que el marinero de Benicàssim decida concedernos la magnanimidad de decirnos qué diablo es el contenedor blanco. ¡Pues vaya!
Es todo muy sospechoso... un contenedor.... en la playa... y blanco. Hoy no duermo.
Besos.
A ver si será un acuario de cocodrilos...
Veremos.
Hombre pues no creo o no quiero creer que sea un contenedor d ropa defectuosa de la dichosa marquita, más que nada, porque la intriga hace volar mi imaginación por otros derroteros...
Veremos hacia dónde nos lleva la tuya en este particular homenaje a Ana Mª.
:)
Besos.
Hasta ahora, el que más se aproxima es Toro...
Ahora suenan unas fanfarrias y de pronto se abre, y resulta que es un chiringuito gigante. Como un centro comercial, pero en mitad de la playa... jajaajajajajaja
:)
Lou: La verdad, ya verás, fue más trágica...
Me has dejado con la intriga, voy a la continución que ya la veo colgadita, como debe ser jajaja
Besos
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